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El comunismo del ‘vicepandemias’ segundo del Gobierno ni siquiera es un partido español. Representa, sin más, a una bandada de buitres, dictadores de alpargata y enemigos de España. Ese mismo comunismo de la ‘princesa’ Delcy Rodríguez, Roures, Raúl Castro, Nicolás (IN)Maduro, George Soros y toda esa canallesca parasitaria y aprovechada. Muchos de ellos decididos a actuar de forma contraria a cuanto predicaron en su día.
Demasiados –pero cada día menos– pijiprogres creían haber encontrado acomodo en una formación que nació podrida, montada en la mentira, inscrita en la represión, enemiga de Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y aturdida de odio. Buena parte de tales ‘pijis’ nada habían aportado a la sociedad, precisamente la misma a la que pretendían esquilmar. Echen un vistazo a la niñera de la ministra de Igual-da: unos meses como panadera en una empresa familiar. Y de ahí a ocupar un alto cargo en Podemos, con alto sueldo, a cargo del Estado para así pagar las necesidades personales que generaban los retoños de la vocinglera y colmillo retorcido, la “marquesa” y su barragán. ¡Ojo, que llueve sobre mojado! ¿Acaso no chantajeó a su anterior escolta, a quien había convertido en chica para todo?
Estos comunistas de angulas y buen vino tienen una concepción muy retrógrada de la persona. Una vez están a su servicio, se creen con derecho a usarlas como papel de canuto. Quien a nada llegó por sí misma, como es el caso de la ministra de Igual-da, pone el pie en el cuello de las demás mujeres para que no salgan del letargo en su guarida y, a la vez, usan y abusan de ellas haciéndolas ver que se lo deben todo al comunismo de alpargata. Otra vez me viene a la mente el pollo desplumado de Stalin y la historieta de las muletas. ¿Recuerdan aquello de no sirvas a quien sirvió? Pues, eso mismo.
En el comunismo de Iglesias sólo veo muerte, violación, represión, atentado contra las libertades y pobreza, mucha pobreza. No hay más que repasar la maldad del Ingreso Mínimo Vital: en todas comunidades cobraban ayudas con otro nombre o muy parecido, pero lo cobraban todas las familias que lo necesitaban; hasta Castilla y León fue ejemplo y modelo en ello desde la Junta que presidía Juan Vicente Herrera. ¡El socialcomunismo ha destrozado el ‘escudo social’!
Hasta donde sé, ni Podemos ni ‘Hundidas’ Podemos disponen de comedores sociales ni órganos u organismos capaces de subsanar el problema que han ayudado a crear. Por cierto, tampoco arriman el hombro los sindicatos sectarios de la izquierda: Ya se sabe que, para ayudar al necesitado, nada de nada, pero para atacar gratuitamente al Isabel Zendal, construir bulos y divulgar ‘fakes’ lo hacen como nadie, pero ahí se para el trabajo de liberados, vividores y vengativos culiparlantes. El caso es hacer daño y, si puede ser a lo público, como el Isabel Zendal, miel sobre hojuelas para la trasnochada y retrasada siniestra.
El vicepresidente o ‘vicepandemias’, como buen comunista, retuerce los argumentos hasta pensar que llega a hacerlos creíbles y enflautarlos con la distribución de carnés de demócrata, sin que falten amenazas de guerracivilismo. Todo ello se trufa con el apoyo a narcodictaduras, perroflautas bilduetarras, envalentonados golpistas y nacionalismos facistoides. ¡Vaya carta de presentación para un analfabeto político, sin fuelle ni ideas ni ética personal! Eso sí, no acepta que se hable del presunto genocidio habido en las residencias de las que él era el máximo responsable. Y ante su indefensión, sale por los cerros de Úbeda aludiendo a que las residencias eran de fondos buitres. Ya lo ven: si este atrabiliario incitador de escraches es capaz de decir eso, quiere decir que su incultura política es patética y está degenerada.
Pues eso, así es el comunismo estrafalario del ‘vicepandemias’ segundo del Gobierno, a quien algunos aún conocen como Pablo Iglesias. Muy oscurantista me suena este nombre por cuanto hasta a los socialistas los engañaron con el nombre de su fundador. Y quienes lo han intentado imitar, poniendo el mismo nombre a sus descendientes, han quedado como Cagancho en Almagro y, sin saberlo, se han emponzoñado en un vulgar y sectario analfabetismo.
En fin, como decía R. Tagore, leemos mal en el mundo y después decimos que nos engaña.
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