Una vez llegados al Tercio Sahariano IV de La Legión, sito a pocos kilómetros de la ciudad de Villa Cisneros, nos asignaron como reclutas, la zona en donde estaban las tiendas redondas de lona. Creo recordar, que disponían cada tienda de 10 camas en literas de 2 pisos. Para ser franco, no recuerdo, si me tocó arriba o abajo, pero sí sé que todo lo teníamos que tener en nuestro “petate” porque no había armarios.
LA MILI EN EL SÁHARA
A las 6 de la mañana que era de noche, sonaba “Diana” y el imaginaria gritaba: “Diana”, “Todos arriba”, pasaba un cabo por las tiendas, para despejar nuestro sueño, soltando leches al que seguía acostado. En solo 5 minutos, nos afeitábamos, nos duchábamos en duchas al aire libre y nos vestíamos. Luego, formábamos delante de nuestras tiendas firmes y uniformados para pasar revista y recibir alguna leche por tener algo que atentara a la uniformidad.
Posteriormente, nos servían el café muy caliente, de un gran caldero a nuestra marmita, junto con un trozo de pan y galletas. Solo disponíamos de 5 minutos.
A continuación formación y paso de revista por el Sargento Gutiérrez Mira, asignado a nuestro Campamento de Reclutas.
¿ Que quién era el Sargento Mira?
Desgraciadamente no tengo ninguna foto de mi querido Sargento instructor q.e.p.d., aunque por ahí hay un video en el que se le ve.
No obstante, diré que se trataba de un militar de unos 45 años, muy delgado, flaquísimo, todo puro nervio, con gafas y con una mala leche que tuvo acojonado a todo el Campamento durante los 3 meses de instrucción.
Nada que ver con la famosa película gringa de mi ídolo Clint Eastwood, llamada “El Sargento de Hierro” y filmada en 1986. Ese sargento instructor, al lado de mi sargento Mira era un novato, pero triunfó en todos los escenarios. España es un país que no presume de nada y menos de nuestros Ejércitos
Nuestro Sargento enseguida nos recibió con un “delicado” discurso:
Viendo vuestras caras, sé que me va a ser difícil haceros legionarios, porque todos tenéis una pinta de maricones, de mucho cuidado
¿Qué cojones hacéis aquí, en la mejor infantería del mundo?
¿Acaso echáis de menos a vuestras mamaítas?
“Pues yo os enseñaré a que sepáis lo que es La Legión y cada día vais a renegar haberos metido.
Aquí, mis cojones son los únicos importantes y me tenéis que obedecer, por las buenas o por las malas.
Me va a ser muy difícil, hacer unos hombres de un grupo de maricas.
Pero quiero que sepáis que en La Legión, solo hay hombres, luchadores y honrados.
Aquí no se admiten ladrones, porque el que robe algo, que se prepare, porque le cortaré los huevos, además que va a estar haciendo flexiones hasta que se jubile.
Cuando os solicite que me contestéis a algo, me decís: ¡A la orden de Vd., mi sargento! Mientras yo no os pida que habléis, aquí sois mudos, porque el que hable sin habérselo pedido le corto la lengua.
La uniformidad, tiene que ser inmaculada y os tenéis que olvidar de la mierda de cómo vestíais en vuestras anterior vida civil.
Y después de estas advertencias, me presento: Yo soy el Sargento Gutiérrez Mira, a mi edad tenía que ser oficial, pero sigo siendo suboficial, para vuestra desgracia.
Pobre de aquél que se enfrente a mí o me rete porque de la paliza que le daré quedará inválido para el resto de su lamentable vida.
¡Reclutas firmes!
Y ahí empezó la guerra. Paso ligero. Flexiones. Tablas gimnásticas. Y así durante horas, hasta que todos estábamos reventados, pero seguíamos.
Luego firmes en formación y paso de revista uno por uno.
Si el sargento se quedaba con tu cara y la ponía frente a la tuya mirándote, estabas jodido.
Te decía: ¿Dime maricón, que haces aquí? ¡Ponte firmes y no te muevas! Mientras que te pegaba patadas en las espinillas y si te doblabas o protestabas, te caía la del pulpo.
¡No te muevas maricón!
4 tercio sahariano
Así transcurrieron los días, en los que la mayoría no dormía o soñaba con el sargento.
Algunos, quizás todos balbuceamos: ¿Cómo cojones me metí en esta aventura?
Fue una instrucción durísima y alguno sufrió algún culatazo en la cabeza. Las hostias te llovían por todos lados, creo que no hubo ninguno que no recibió esa forma de comulgar.
A los pocos días se empezaron a ver los resultados de esa forma de instrucción.
Durante los 3 meses de campamento se suicidaron 2 reclutas y 3 se mutilaron, pegándose un tiro en el brazo. Curiosamente, todos eran extranjeros.
En las duras formaciones estando firmes, alguno pensaba dar un paso adelante para irse a por el sargento, pero él era tan sabio y conocedor que se volvía, miraba y localizaba al que creía que iba a salirse de la fila. Y se dirigía a él:
“Oye, maricón, sé que te gustaría pegarme un tiro por la espalda, porque además de marica eres un cobarde. Aquí me tienes de frente, ahora si tienes cojones, levántame la mano que te la voy a cortar y se la voy a enviar a tu mamaíta por correo”.
Si el enfrentamiento era estando armado y con cargador, primero te desarmaba y luego seleccionaba una serie de golpes y patadas por alguna metedura de pata.
Teníamos instrucción exhaustiva toda la mañana y por las tardes clases teóricas. Luego, más instrucción.
Desfilábamos y hacíamos instrucción con nuestros CETMES, asignados, pero con el cargador vacío.
Empezamos hacer nuestras imaginarias en el exterior del Campamento. Ahí si llevábamos un cargador repleto de cartuchos y montado en el arma, más otro cargador de repuesto.
Al que le tocaba la garita de la derecha encima de la misma playa y en donde estaba el límite del acuartelamiento, estaba jodido. Porque tenía un foco que enchufaba a ese pobre desgraciado, que debido a la hora ya no podía entrar por la entrada y para evitar que lo arrestaran, venía borracho, después de haber estado en un puticlub, pegado a la playa y como a dos kilómetros del cuartel. El imaginaria al verlo, le preguntaba:
¡Santo y seña!
Si no respondía otra vez le pedía el Santo y Seña y le avisaba por última vez: ¡Santo y seña o disparo!
Alguno levantaba las manos y se lo llevaba el Cuerpo de Guardia, para que el Sargento del puesto le diera “las buenas noches”.
Pero una noche hubo uno que iba tan “mamado”, que hizo caso omiso a la llamada de alto, y le cayó una ráfaga que le cosió un brazo a balazos. No perdió la vida, pero sí hubo que amputarle el brazo. Curiosamente era un Cabo Iº
Documental La Legión: El Credo
El Lema del Credo legionario nos lo aprendimos de memoria.
¡Pobre de aquél que olvidara una frase, una palabra!
Así pasaron nuestros interminables 3 meses, de sufrimiento, sudor, lucha de cada día, hasta que terminó la instrucción y pudimos jurar Bandera ¡Al fin!
Autor
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Empresario. Licenciado en Marketing y en Dirección de Ventas. Escritor de varios libros, sin publicar, aún. Aficionado a la escritura y a la historia de España.
Caballero Legionario que fue del IV Tercio Sahariano Alejandro Farnesio, en dónde estuvo en Mando Bandera. Escogido para portar al Santo Cristo de la Buena Muerte, representando a la Xª Bandera.
Congregante del Santísimo Cristo de la Fe, Cristo de los Alabarderos y María Inmaculada Reina de los Ángeles, en la Catedral de las Fuerzas Armadas
Luchador nato por el Valle de los Caídos y sus monjes Benedictinos, por nuestro Cristo Redentor, la Familia, contra el Aborto y la Patria Grande, Unida y Gloriosa, desde la muerte del General Invicto.
Amigo, seguidor y admirador de la figura más transcendental y entrañable del siglo XX español, D. Blas Piñar, mi Caudillo, siempre junto a él, tuve el honor de aplaudirle, ovacionarle, dialogar y abrazarle, porque era mi ídolo y lo seguirá siendo por toda la eternidad. Y tengo el orgullo, que de sus magníficos libros escritos, poseo unos diez, dedicados, con cariño y con su pluma de oro, como escritor en la excelencia.
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