21/11/2024 11:25

Estamos viviendo unos años realmente tristes, unos años en los que se busca el olvido, el olvido de los delitos más abominables, los que se cometen contra la vida de muchas personas.

Se ha venido diciendo, y en estos años se ha convertido en una sangrante realidad, que a los asesinados por ETA se les ha asesinado no una, sino dos e incluso tres veces.

La primera fue cuando los asesinos les arrebataron la vida, en numerosas ocasiones en presencia de familiares totalmente impotentes ante tal brutalidad, y en otras, no pocas, junto a familiares que perdieron también la vida junto a ellos.

Recordemos masacres, verdaderas atrocidades como el atentado de Hipercor o contra casa cuartel de la Guardia Civil en Zaragoza, Vich… etc.

La segunda, especialmente en las Vascongadas, cuando se les daba sepultura a escondidas como si ellos fueran los culpables de haber recibido el tiro en la nuca o la bomba en los bajos de sus vehículos.

Y la tercera, y nada despreciable, cuando la ‘casta política’ dicta leyes que buscan borrar la memoria de tantos españoles salvajemente asesinados por la banda terrorista ETA, a los que ahora se homenajea sin impedimento alguno frente a las viviendas de los familiares de sus víctimas. Políticos que ayer lloraban mientras llevaban el féretro de sus amigos y compañeros, hoy liberan a sus asesinos sin terminar de cumplir sus penas, como recientemente al de Fernando Buesa.

¿Y todo por qué? Por algo tan mundano y antiguo como es el poder y el dinero.

Llegan momentos de presupuestos, de gobiernos débiles e indignos que por mantenerse en los sillones venden el honor y la memoria de tantos españoles.

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Por mucho que los medios oficialistas traten de maquillar, cuando no directamente silenciar y encubrirlo todo solo por dinero, es imposible tapar el rosario de indignidades que estamos viviendo en estos años.

Delitos que no se investigan, delitos que no se juzgan por haber prescrito, excarcelaciones que se camuflan entre otras leyes, fiscalía que no hace su trabajo …

Pero estos repugnantes hechos cometidos por nuestros gobernantes necesitan sus cómplices porque tanto mal no se puede hacer por un grupo de individuos en solitario. Necesitan sus colaboradores, unos colaboran de forma activa y otros de forma pasiva.

Los ejecutores de tales indignidades van acompañados de sus socios de gobierno y de parlamento, pero junto a estos actores activos se encuentran los actores pasivos, la oposición que no ejerce de oposición, que dejan que les cuelen estas y otras muchas cosas por no hacer su trabajo, no leer los documentos que debían estudiar y votar lo que no deberían votar. ¿Cuántos de nosotros habríamos perdido nuestros puestos de trabajo por tal dejación?

Y ahora, ¿Qué podemos hacer? Entre poco y nada. Sólo dar nuestro apoyo sincero e incondicional a los familiares y víctimas del terrorismo de ETA que renunciaron a la venganza, confiaron en la justicia, y ahora ven cómo la justicia no sólo les da la espalda, sino que ha dejado de existir en España.

¡Ya sabemos el precio de la vida de tantos españoles, un sillón en el congreso y una noche más en el palacio de la Moncloa!

Vicente Medina Prados

Vicepresidente de Enraizados

Autor

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