15/10/2024 17:22
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No me gusta calificar a las personas sino sus actos. Son los actos de las personas los que son criticables y sujetos a enjuiciamientos, más que las personas. Máxime, cuando se trata de políticos donde el margen de discrecionalidad, controversia y discrepancia es ancho. Para enjuiciar personas ya están las leyes y quienes deben aplicarlas si de delitos se tratase, así como de enjuiciar actos delictivos de quienes los cometiesen. Pero, en el caso al que me voy a referir resulta difícil separar el enjuiciamiento de la persona del de sus actos, porque la infamia afecta a ambos: al personaje y a sus actos. Hoy, me voy a saltar lo antedicho, porque no tengo más remedio.

Me refiero al señor presidente del gobierno de España, al que no veo en la catedral de La Almudena,  acompañando a las familias de los muertos por el virus chino de diseño, porque todavía se empecina en no reconocer a todos aquellos que múltiples fuentes dan como fallecidos por esa carga letal con que los comunistas chinos han infectado todo el planeta.

Por cierto, que el cardenal Osoro en su plática vino a sumarse a la cifra vergonzante de fallecidos que mantiene el gobierno y tiempo le faltó para asumir el lenguaje inclusivo del «no dejar a nadie atrás», no contenta la Conferencia Episcopal con el silencio vergonzante que ha tenido todo este tiempo.

Tampoco he podido ver el funeral a través de tve porque a una sectaria señora a fin de agradar a su señorito, no le parece un acto reseñable, que sí retransmitiría si se tratase de otra religión, sobre todo una. Sin embargo, perdió el culo para dedicar toda una mañana a la exhumación de Franco del Valle de los Caídos, con más de veinte cámaras, helicóptero incluido.

Seguro que esta señora inundará de cámaras y telediarios la retransmisión del que llaman funeral «laico», cuando el estado no está vinculado a religión alguna, como tampoco a la anti-religión que es la laicidad. Acto, cuya única finalidad no es otra que rendir pleitesía a la mayor gloria y boato del infame.

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Para no asistir al funeral con que la conferencia episcopal y otras confesiones, se ha buscado un viaje al país vecino, cuando hace menos de una semana ya se había encontrado con el presidente luso, en un acto de evasión, incapaz de mirar cara a cara los rostros de los familiares y amigos de los fallecidos. Sólo la Vice 1ª y ningún ministro.

En un acto que solo puede calificarse de cobardía, no tiene la valentía y el decoro de asistir al funeral, además, por miedo a que le abucheen a la entrada o salida, sabedor de la desastrosa gestión sanitaria y económica que él y su gobierno hicieron de la pandemia. Misma razón por la que no ha tenido la más mínima humanidad al no visitar ni en una sola ocasión a los enfermos, las morgues, ni a los sanitarios que se estaban dejando el pellejo y sus vidas, totalmente desprotegidos.

Este sujeto desconoce que él sólo es un elemento más de unas instituciones que están por encima de su engreída, soberbia, ignorante e infame persona. Y que no puede, ni debe hacer dejación de las funciones que le han encomendado una parte de españoles y sufragado la totalidad. Todo en él es postureo, vacua imagen, mentiras, contradicciones y engaño. Todo a mayor gloria de su super ego y super ignorancia.

Cómo no serán todas estas «virtudes» que adornan a este personaje de opereta y cartón piedra, que ha sido capaz de no acompañar al Jefe del Estado, su majestad el Rey, hecho que ni en Francia, ni en el Reino Unido, ni en Alemania, ni en Italia, ni en país alguno hubiese ocurrido y que supone una ofensa a la máxima institución del estado, la monarquía y la Nación.

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Desconoce lo que es la más mínima compasión, en esta ocasión por los familiares de tantos muertos, y desconoce también la más mínima honorabilidad y respeto por todos los españoles. Su comportamiento llega a cotas tan altas de infamia, porque es sabedor de la postración moral en que se encuentra buena parte de la sociedad española, apesebrada y adoctrinada  -en especial los más jóvenes- durante los 40 años de régimen de democracia trucada y de corrupción de todos  -todos- los poderes del estado, que sus dos últimos antecesores se encargaron de fomentar. Uno, reviviendo el odio guerracivilista y el segundo no tocando una coma de las leyes de memoria, género y otros desmanes legales del comisionista pro-bolivariano.

Estos pseudo marxistas y progresistas de pacotilla que nos desgobiernan, tiempo ha se han quedado sin proletarios ni obreros a los que ellos mismos pusieron en la calle con un desmantelamiento industrial para poder entrar en la CEE de entonces y ahora se han convertido en defensores de las minorías llamadas de género, indigenistas, etc, lacayos todos ellos de los cuatro multimillonarios globalistas a los que le sobran dos tercios de la humanidad.

Lo siento, pero además de infame, es un necio.

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REDACCIÓN