15/05/2024 13:05
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Conviene no dejar de repetirlo: el 88% de los votantes ha reelegido a la confabulación de rufianes y ladrones que les tienen aherrojados. Sólo una sociedad gravísimamente enferma puede actuar con esa temeridad, con esa pulsión suicida. ¿Ignoraban esos electores que sus elegidos son criminales, instrumentos del NOM genocida? ¿Ignoraban sus abominables alianzas, su corrupción, su deslealtad a España, su maldad intrínseca, su odio? No. Entonces, ¿por qué, a pesar de ello, los han elegido?

La atroz realidad, la sobrecogedora respuesta es: no los han elegido a pesar de ello, sino precisamente por ello. Si una mosca muerta estropea una copa de ungüento perfumado, como se lee en el Eclesiastés, y un poco de necedad cuenta a veces más que la sabiduría y el honor, imagínense ustedes, mis amables lectores, qué inmenso daño no podrán hacer esos millones de moscas muertas y de necios que en España aplauden a los matreros y a toda peste de megalómanos y pervertidos que se hallan en la gobernanza de la nación y en sus aledaños.

Hasta ahora, frentepopulistas y peperos, lacayos confesos del poder globalista, se han servido de su propaganda, de sus jueces, de su intelligentsia, de su milicia y de su policía para entronizarse en un bipartidismo desleal a la patria. Y quien dice lacayos, dice inmundicia; y quien dice informadores, jueces, educadores, militares y policía lacayuna, no hay vicio ni bellaquería ni maldad que no diga. Ese es el grupo al completo: los poderosos rodeados de sus lacayos, su prensa, sus tribunales, sus intelectuales, sus guerreros y su vigilancia.

Pero esta gente maldita que nunca paga lo que come, y siempre sale libre de los daños que provoca; que ni tienen conciencia ni temen a Dios, y que todos sus delitos los echan a la buena barba, son una y otra vez, y cien y mil veces, refrendados por la plebe envilecida. Aquí y ahora, esa inmensa mayoría que acude a las urnas con intenciones sectarias o suicidas, está metida hasta las cejas en este albañal configurado por una democracia, un progreso, una libertad, un diálogo, una justicia social y un etc., etc., más falsos que un euro de madera.

Aquí y ahora, desde el papa hasta el que no tiene capa, la masa votante acepta y refrenda que las que otrora fueron palabras sagradas sean escupidas por las sucias bocas de quienes llevan casi cincuenta años demoliendo la patria. Políticos turbios, especuladores que viven a costa del trabajador, a costa de una sociedad degradada, a costa del malestar social, a costa de destruir a España. Demandantes que compran o mendigan un voto para eternizarse en el poder, hacedores de miseria y de ruina, remisos a sacar las manos de la bolsa de los presupuestos públicos, donde los españoles de bien -no los vagos ni los maleantes, ni los militantes partidocráticos sectarios- depositan día a día los caudales ahorrados con su esfuerzo.

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Para esta plebe esclava, cómoda bajo el yugo, fascinada por los criminales, que no considera malos a los malos, ¿quiénes serán buenos? No lo serán los conspiranoicos, no los renuentes, no aquellos que saben que la desobediencia al mal y al error es el verdadero fundamento de la libertad. No; para la plebe indolente y egoísta, al rebelde hay que darle perdigón, al rebelde hay que vacunarle y estigmatizarle por decreto; porque el indócil que la despierta de su confortable holganza es siempre inoportuno, y ella se ha acostumbrado a una convivencia fundada en la falsedad y en el escándalo, y a escuchar, a decir y a actuar con mentiras y fraudes.

Es decir, a vivir en un absoluto engaño. A vegetar o medrar en la democracia de los tiranos, en el diálogo de los hipócritas, en la paz de los terroristas. Y así, el letargo de los indiferentes y de los abúlicos es paz también, como lo es la hedionda tumba. Pero ya está bien. Es cierto que es bueno y conveniente ser tan tolerante como se pueda, pero, en sentido general, no hemos nacido para tolerar. Es cierto que la tolerancia, aun en su misma cólera, cuando ya no se puede tolerar más, debe ser justa. Pero llegados a este extremo la tolerancia debe dejar paso a la resistencia y al ataque, porque de ninguna manera se ha de tolerar el mal. Hay que vencer al abuso, a la mentira, a la injusticia. Estamos aquí para sofocar el delito de la manera más prudente. Y para ello nuestra obligación es ser intolerantes.

No se trata de golpear por golpear, sino de borrar de la vida de los hombres toda la perversión y la tiniebla que hay en ella. No es el tumulto el elemento del prudente, pero muy a menudo es la trágica condición de la vida lo que le obliga a encontrarse con él. El hombre recto es enemigo de la violencia, pero la corrupción, la impostura y las tiranías, aunque se cubran de terciopelo como la del NOM y toda su cohorte de sicarios, no son el orden, sino, por el contrario, el modelo de todo desorden, del Gran Caos. Orden y Caos, Bien y Mal; que cada cual se aliste en el grupo que le corresponda. Ya, y de forma bien definida. Porque la verdad y la impostura no pueden vivir juntas.

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Lo inmediato, ahora, es cómo articular la resistencia necesaria para enfrentarse a los poderes globalistas. Cómo socavar sus agendas, sus ideas, sus estructuras; y cómo reunir y fortalecer a los indómitos en esos objetivos. Como primer paso en esta interesante labor es necesario enfrentar las aberraciones de los pervertidores con la realidad, no extrañarse o pedirles explicaciones por ellas, porque ni las van a dar ni son barbaridades de supinos, sino movimientos agresivos puntualmente planificados y plasmados.

Y como segundo paso hay que dejar de comprarles sus mercancías a los vendedores de burras cojas y ciegas -que es lo que son la inmensa mayoría de nuestros informadores-, apagando sus focos de información e ignorando sus falseamientos y desvirtuaciones. No sólo las noticias y misivas provenientes del frentepopulismo y de los globalistas ya desenmascarados o confesos, también las de los equívocos contertulios e informadores de derechas, uno de cuyos ejemplos más representativos es el de la veleta matinal radiofónica que cada día se muestra más voluble y menoscabada, con una irremisible deriva hacia la causa de las oligarquías financieras apátridas o directamente antiespañolas.

Todos ellos conforman o aceptan, de modo más o menos perspicaz y taimado, la propaganda y los proyectos del Sistema. Y contra esta chirinola, cada ciudadano rebelde, en la medida de sus fuerzas y centrado ya el Mal a combatir, tiene ante sí un objetivo apasionante, sabiendo que el progreso es la realización de las utopías. Sabiendo que la convicción y la disciplina dan poder y fuerza para enfrentarse a los malvados, y que puede hacer mucho si se muestra activo y se lo propone. Y consciente de que quien pone su fe en un mundo de valores, inspira confianza.

Autor

Jesús Aguilar Marina
Jesús Aguilar Marina
Madrid (1945) Poeta, crítico, articulista y narrador, ha obtenido con sus libros numerosos premios de poesía de alcance internacional y ha sido incluido en varias antologías. Sus colaboraciones periodísticas, poéticas y críticas se han dispersado por diversas publicaciones de España y América.
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Aliena

Es un artículo muy lúcido. Y tan pulcramente redactado que su lectura produce gran placer, además de resultar instructiva: le agradezco la palabra «chirinola», que me era absolutamente desconocida, y añado que jamás se me había ocurrido la posibilidad de utilizar «supino» como adjetivo sustantivado.

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