21/11/2024 12:39
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Maximiliano Figueroa nació en Buenos Aires, es abogado y Master de Administración de Empresas. Descubrió su pasión por el Canto Gregoriano, por la Ópera italiana y la Zarzuela. Canta en conciertos privados como tenor y en eventos varios ya sea en teatros para producciones de Ópera y para celebraciones litúrgicas en las Basílicas católicas @tenorfigueroa

¿Cómo nació su vocación por la música?

Bueno creo que en parte es porque vengo de una familia en la que mi abuelo tocaba el bandoneón y la familia paterna de raíz española e italiana se comunicaba a veces con silbidos en el barrio, bastaba silbar de una manera para saber de qué familia eras. Eso hizo que fuera muy musical, es decir, escuchaba una melodía sencilla y la podía repetir 90% correctamente, es lo que dicen informalmente tener «buen oído». De chico escuché todo tipo de música, de adolescente descubrí el Gregoriano. En mi casa cuando no escucho Gregoriano escucho principalmente Óperas italianas y Zarzuelas.

¿Por qué dentro de la música le atrae especialmente el canto gregoriano?

Un cura me dijo que tenía buena voz, yo no le creía jajaja… no estaba convencido. Pero aún así decidí unirme al coro que cantaba en su parroquia de barrio tanto Gregoriano como Polifonía Sagrada (Palestrina, Tomas Luis de Victoria, etc). Ahí pude experimentar que la música sagrada realmente me transportaba a otra dimensión, que no es posible explicar con palabras.

Especialmente fue con el Canto Gregoriano que experimenté algo único, porque era oración y fervor al mismo tiempo, sus letras eran como poemas llenos de amor a Dios. Para mí fue como sentir una caricia de Dios y de la Virgen Santísima en el alma, complementando de algún modo a la inteligencia para penetrar más hondamente en los misterios divinos. Es como comprender y no saber explicar con palabras lo que canta el corazón. De ahí la palabra éxtasis (ek-tasis, estar fuera) es como que uno es transportado a lo celeste.

¿Se podría decir que el gregoriano es como un eco de la eternidad en medio del tiempo?

Sí, totalmente. El canto Gregoriano tiene sus fuentes en los Padres (San Ambrosio, San Agustín, San Gregorio Magno, etc) y en las Sagradas Escrituras (principalmente en los Salmos, el Cantar de los Cantares y en el Apocalipsis). El canto es un elemento esencial de la liturgia celestial que se celebra ante el trono de Dios y del Cordero. La alabanza manifiesta el gozo por el bien alcanzado en el que ama, un júbilo celestial. Así en el Cantar de los Cantares Dios habla a su esposa con el canto, la voz del Amado. Dado que la eternidad será como un alabar a Dios para siempre, el canto Gregoriano expresa tanto el amor que Dios tiene por su Iglesia como el amor que nosotros tenemos por Él. Por eso San Agustín presentaba la liturgia de la Iglesia terrena como una imagen y anticipo de lo que será la vida en la patria celestial.

¿Qué ha supuesto en su vida poder conocerlo a fondo y cantarlo?

En parte te cambia la vida porque al levantarte puedes cantarle a la Virgen un Sub tuum praesidium (Bajo tu amparo nos acogemos) esa gran oración de San Bernardo y cuando vas para tu trabajo o al volver a tu casa también puedes recordar algunos de esos himnos maravillosos como el Adore te Devote de Santo Tomas de Aquino sobre la Eucaristía. El canto Gregoriano es pues oración, es alabanza y es inspiración a hacer más por Dios. Como decía un santo «¿qué hice por Jesucristo, qué hago por Jesucristo y que haré por Jesucristo?». Curiosamente, no es necesario estudiarlo, el canto Gregoriano es un canto simple, sin ritmo métrico y a una sola voz.

No necesita ser acompañado por instrumento alguno, pero de serlo se recomienda muy especialmente utilizar el Órgano. Basta con tener impresa la letra y la traducción y saber pronunciar el latín eclesiástico que no es difícil sobre todo para nosotros que somos hispanos. Simplemente al oírlo y mejor aún, si puedes cantarlo se produce esa sensación de «ser transportado» a lo sagrado. Ese arrobamiento, es lo que San Agustín llama júbilo.

¿Cómo le ayuda espiritualmente a vivir su fe?

El canto de por sí al ser una actividad espiritual eleva el alma y cuando es sagrado entonces estás siendo elevado a Dios y a los misterios de la Fe. Para San Agustín, la caridad cristiana, el amor, tiene un paso más allá que es la alabanza del amado. En la alabanza el amor alcanza su plenitud y expresión consumada. Además, cuando lees las traducciones de los cantos Gregorianos muchas de ellas son poemas de amor basados en los misterios divinos, que ayudan a conectarse con Dios más profundamente. También en las tentaciones puedes hacer una jaculatoria pero si empiezas a cantar Gregoriano el efecto es todavía mejor porque te permite conectar todo tu ser.

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¿Por qué ha sido una de las máximas manifestaciones del apogeo de la cristiandad?

Junto con las Catedrales, el uso del idioma sagrado de la Iglesia que es el latín, se dio el apogeo del Canto Gregoriano allá por el siglo XI. En la Cristiandad, había una unidad entre la arquitectura, la liturgia y el idioma sagrado y por supuesto la música sagrada. Decía Rodin «los acentos saltan para unirse musicalmente a la bóveda arquitectónica, la música y la arquitectura se encuentran, se entrecruzan, se juntan en elegantes melodías, las voces se mueren de piedad…sílaba latina, lengua amada». «La música religiosa hermana gemela de esta arquitectura termina de desvanecer mi alma y mi inteligencia. Después se calla pero por largo tiempo sigue vibrando aún en mí ayudándome a penetrar en la vida profunda de toda esa belleza que no cesa de renovarse, que se transforma según los puntos desde las cuales se las contempla, desplazados un metro o dos y todo cambia sin embargo el orden general persiste como varía la unidad de un hermoso día. El canto gregoriano tiene también este carácter de grandeza única y diversa, modulan el silencio como el arte gótico modela la sombra».

Lejos de ser una cosa del pasado, ¿Por qué debe seguir vigente?

¿Si amas a tus padres o a tu patria podrías olvidarlos? Bueno, algo similar ocurre aquí. Fueron muchos siglos en que se fue consolidando el canto Gregoriano, entonces es un tesoro que nos deja la Iglesia. Definitivamente este canto es artísticamente ideal por la belleza de las formas y por su fin que es el más alto de dar gloria a Dios y edificar las almas. Además, en los últimos 100 años aproximadamente desde San Pío X, pasando por el Concilio Vaticano II, San Juan Pablo II y Benedicto XVI, todos los Papas han confirmado que el canto Gregoriano es el propio de la liturgia romana y debe tener prioridad en las celebraciones, por algo será.

¿Por qué el gregoriano puede ser hoy un poderoso medio de evangelización?

San Agustín se convirtió escuchando cantos ambrosianos, que fueron antecedentes del Gregoriano tanto en su repertorio como en sus formas, y en sus Confesiones dice «¡Cuanto lloré con tus himnos y tus cantos, fuertemente conmovido con las voces de tu Iglesia que dulcemente cantaba! Y mientras aquellas voces penetraban en mis oídos, mi verdad se derretía en mi corazón, con lo cual se encendía el afecto de mi piedad y corrían mis lágrimas y me sentía bien con ellas». Vale destacar que muchos católicos comenzaron su camino de conversión al escuchar las melodías sagradas. Y para los que ya viven la Fe, el canto Gregoriano es una conexión con los misterios más profundos y bellos de ésta.

¿Por qué defiende que más que en conciertos debe ser utilizado para la Liturgia de la Iglesia?

La fuente del canto sagrado son las Sagradas Escrituras desde el Libro del Éxodo hasta el Apocalipsis. El canto Gregoriano busca resaltar y expresar musicalmente el contenido de un texto bíblico. No está mal que el canto Gregoriano se escuche públicamente en conciertos pero su uso es especialmente para la Liturgia. El canto es un elemento esencial de la liturgia celestial que se celebra ante el trono del Cordero. San Agustín presentaba la liturgia de la Iglesia terrena como una imagen y anticipo de lo que será la vida en la patria celestial. En el cielo vamos a alabar y amar a Dios. El canto es también la expresión final de la experiencia salvífica obrada por Dios, y su celebración. Es en el mismo canto que se realiza el acontecimiento de la salvación: lo hace presente y efectivo. EI canto participa de la naturaleza sacramental de la liturgia, es decir, realiza aquello que significa y expresa.

¿Cómo ha sido avalado por los Papas?

El Motu Proprio sobre la música sagrada de San Pío X ha sido el punto de referencia en la preparación de la constitución conciliar «Sacrosanctum Concilium» del Concilio Vaticano II. San Juan Pablo II se refería con frecuencia en sus discursos a la doctrina expuesta por San Pío X manifestando identidad de principios y continuidad de directivas. El canto gregoriano tradicional es en su origen tan antiguo como la misma Iglesia. Filón, del tiempo de los Apóstoles, ya nos dice de los cristianos que «unus ex omnibus consurgens in medio, psalmum honestis módulis concinebat, et praecinenti ei unum versiculum, omnis multitudo respondebat» y el historiador Plinio nos refiere que los cristianos se reunían antes de que saliera el sol para cantar a Cristo durante el imperio de Trajano. De esta misma práctica hacen mención muchos escritores eclesiásticos posteriores. Así fue poco a poco tomando incremento el canto de la Iglesia, hasta que San Ambrosio en Milán y San Gregorio en Roma le dieron forma definitiva.

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También hay importantes textos de San Agustín y Santo Tomás al respecto…

Hasta el siglo XIII no usó generalmente la Iglesia más que el canto gregoriano tradicional. En este supuesto escribió Santo Tomás. Santo Tomás poseía conocimientos musicales más que regulares. Sus comentarios sobre el libro octavo ‘de los Políticos’ son de ello testimonio innegable y una prueba más de la universalidad de sus conocimientos. Santo Tomás trata sobre la música en general y sus efectos, sobre su influencia en la educación de la juventud, sobre los instrumentos musicales y sus varias clases, sobre los modos del canto, etc.

«El fin de las divinas alabanzas –dice el Santo Doctor- es mover los afectos del hombre hacia Dios». Esta doctrina de Santo Tomás está exactamente conforme con lo que Su Santidad Pío X expresó: «Como parte integrante de la Liturgia solemne, la música sagrada tiende a su mismo fin, el cual consiste en la gloria de Dios y la santificación y edificación de los fieles. La música contribuye a aumentar el decoro y esplendor de las solemnidades religiosas, y así como su oficio principal consiste en revestir de adecuadas melodías al texto litúrgico que se propone a la consideración de los fieles, de igual manera su propio fin consiste en añadir más eficacia al texto mismo, para que por tal medio se excite más la devoción de los fieles y se preparen mejor a recibir los frutos de la gracia, propios de la celebración de los Sagrados misterios» Esto viene a decir Santo Tomás cuando nos enseña que «es necesaria la alabanza vocal de Dios para excitar los afectos del hombre hacia Él; por lo tanto, todo lo que para esto pueda ser útil se emplea convenientemente en las divinas alabanzas».

San Agustín experimentó estos efectos maravillosos de la música sagrada cuando, profundamente conmovido, no podía oír, sin derramar lágrimas, los cánticos de la Iglesia. «Esta misma razón –como dice Santo Tomás- se aplica a los que oyen, los cuales, aunque no entiendan lo que se dice en el canto (como sucede a los fieles que ignoran el latín o no tienen a mano la traducción) saben, sin embargo, con qué fin se canta, para alabar a Dios; lo cual (unido a la naturaleza de las sagradas melodías) basta para moverlos a devoción. La música comunica el texto que penetra en nuestra alma haciéndonos gozar de los misterios divinos.

¿Quiere añadir algo?

Por un lado, tener en cuenta que la música sagrada no puede ser profana, no se deben utilizar instrumentos que le den ganas a uno de bailar o aplaudir, ni producir sentimientos extremos (sobre todo de las costillas para abajo) donde se pierda el espíritu de silencio interior para elevar la mente y el corazón a Dios y sólo a Dios. Tampoco puede ser basada en textos que no hagan referencia a los misterios de Dios o que utilicen ambigüedad para expresar los dogmas.

Finalmente, sepamos que ya para los antiguos como Platón en su República y Aristóteles en su Política mencionan cómo la música podía cambiar a un pueblo. Los antiguos sabían el poder que tiene la música para modificar las costumbres. Imagínense el poder de la música sagrada, en especial del Canto Gregoriano!

Me pueden seguir en mi canal de Youtube o en Instagram @tenorfigueroa donde pronto pondré a disposición una manera sencilla de cómo cantar gregoriano, con su respectiva traducción al castellano.

Autor

Javier Navascués
Javier Navascués
Subdirector de Ñ TV España. Presentador de radio y TV, speaker y guionista.

Ha sido redactor deportivo de El Periódico de Aragón y Canal 44. Ha colaborado en medios como EWTN, Radio María, NSE, y Canal Sant Josep y Agnus Dei Prod. Actor en el documental del Cura de Ars y en otro trabajo contra el marxismo cultural, John Navasco. Tiene vídeos virales como El Master Plan o El Valle no se toca.

Tiene un blog en InfoCatólica y participa en medios como Somatemps, Tradición Viva, Ahora Información, Gloria TV, Español Digital y Radio Reconquista en Dallas, Texas. Colaboró con Javier Cárdenas en su podcast de OKDIARIO.
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