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«Doña Gracia, Doña Gracia, Doña Gracia Nuestro Amor / Doña Gracia, Doña Gracia, Doña Gracia Por Favor». Cantico sefaradí de Bnei Anusim.
Donna in rosso con bambino, Il Bronzino. Gracia Nasi, Wikimedia Commons.
Janna o Hanna Nasi (luego Gracia, pues Janna es dar las gracias en hebreo culto), conocida en Portugal, España, Italia y en Turquía como “La Dama”; “La reina” o “La Señora”, no solo es la mujer judía más reconocida del Renacimiento, sino una de las mujeres más relevantes de esta época en Europa y en el Imperio Otomano.
La Señora, fue una precursora de la banca europea – primera mujer banquera – y del sionismo, pues, 500 años antes soñó con un Estado para los judíos en Israel. Además, de dinastía davídica, es decir, descendiente de la Casa de David – Maljut Beit David -, pues su apellido Nasí, significa “príncipe” y alude a la figura del “Patriarca de los Judíos” en el exilio.
Lisboa, 1510. Es la fecha y el lugar de nacimiento de doña Gracia, luego del exilio judío español, a causa de la vil expulsión de los judíos de los reinos de Castilla y León, asimismo de Aragón. Sin embargo, Portugal repetiría esta historia, ya que los judíos serían expulsados en 1497 por orden del rey Manuel I de Portugal, instado por la Monarquía hispánica o también conocida como la “Monarquía Católica” y la Iglesia católica. La única opción en los dos casos era la conversión al cristianismo.
Si bien, la aristocrática familia de doña Gracia Mendes – como se le conocería después -, se había trasladado a lo que quedaba de península ibérica “libre” de la persecución a los judíos, tuvieron que convertirse al catolicismo. A raíz de la situación que se había extendido por toda la península, hasta tierra lusa. Además, solo unas 600 familias, de las aproximadamente 100 mil que huyeron de España a Portugal, pudieron asentarse, pues había que pagar una elevada cuota para obtener un permiso de residencia permanente a la corona de Juan II de Portugal, apodado el “Príncipe tirano”.
Así que, el nombre de la pequeña Janna, nacida como “cristiana nueva” era el de Beatriz de Luna Miques. La Casa de Luna – de noble dinastía – era una familia judía conversa pamplonesa radicada en Aragón de alto nivel social – los Nasí originalmente – con influencia en la sociedad y la política. Su padre era Shmuel Nasí (Ávaro de Luna Miques) y su madre Felipa Mendes (Benveniste), se casaron en Lisboa.
La familia Mendes, había financiado las expediciones de Vasco da Gama a la India, lo que les había significado enorme riqueza, al explotar la nueva ruta comercial de Europa a la India. También, habían financiado la expedición de Pedro Álvares Cabral (originario de Belmonte e hijo de cristiana nueva) que convirtió a Portugal en descubridor de casi todo un continente: El Brasil. Entre todos los negocios comerciales y financieros de la familia Mendes, estaba la financiación de las coronas de Portugal, Francia y del Sacro Imperio Romano Germánico. Además, sobornaban a la Iglesia – Vaticano – en parte para retrasar a la inquisición en Portugal y también con el fin de que no se persiguiera por periodos a los antes judíos en España y Portugal.
Asimismo, doña Gracia, fue una de las mujeres más poderosas y ricas en la Europa del Renacimiento. Se desempeñó como mujer de negocios, banquera, filántropa, diplomática, pre sionista y también activista política en aquel entonces. Toda una “Eshet Jayil” – mujer virtuosa – era doña Gracia Mendes Nasí, quien siempre defendió a sus hermanos más desfavorecidos y protegió como la gran Señora que era; como la gran matrona hebrea; como una madre sefardí de su pueblo. Fue como una Reina para los judíos exiliados hispanoportugueses, de hecho, se le recuerda también como “la Reina Ester del siglo XVI”.
En 1528, con 18 años, “La Señora” se casa con don Francisco Mendes Benveniste, que era su tío materno, y un anús, es decir, otro “cristão-novo” – nuevo cristiano -, y adopta su apellido Mendes (tradicional de converso sefardí), llamándose Beatriz Mendes. Don Francisco Mendes era un potentado comerciante y banquero, su apellido original y judío era “Benveniste”, de familia rabínica. Su bisabuelo fue don Abraham Benveniste de Castilla, tesorero, consejero real, rabino y jurista.
De hecho, don Francisco Mendes Benveniste era el “Rab Ha-Anusim”, es decir, “el rabino de los conversos”. Asimismo, la familia Mendes era la contraparte o rival portuguesa de la reconocida familia Medici italiana, en el sector financiero renacentista. Don Francisco Mendes Benveniste, conocedor de la Torá y protector de los judíos conversos, profesó su amor al judaísmo e impregnó a su esposa la joven señora Gracia de este amor, además la instigó a llevar siempre aquella labor y deber en pro de sus hermanos más desfavorecidos, que habían pasado sinfines de adversidades en el nuevo exilio.
En 1538, enviuda y hereda la mitad de la gran fortuna de su marido, que amasó junto con su hermano Diogo (Meir) Mendes, en el comercio de especias – en especial pimienta negra – de las Indias Orientales y Portugal, además de un banco con filiales por toda Europa y el Mediterráneo. Establecida la Inquisición portuguesa en 1536, se trasladó junto a su hija Ana (Reyna) Mendes y su hermana Brianda de Luna a la rica ciudad de Amberes, entonces región flamenca de los Países Bajos Españoles.
En Amberes – principal centro financiero de Europa -, dona Gracia creó un exitoso nombre comercial, manejando la sucursal comercial y financiera que le había dejado su marido. También, continúa trabajando con su tío y cuñado Diogo Mendes, quien se casó con su hermana Brianda, quien heredaría luego la acaudalad fortuna de este. Así las cosas, tanto doña Gracia como su hermana Brianda, quedaron a la cabeza de la segunda fortuna europea.
Doña Gracia, tenía bajo su potestad una de las mayores fortunas de Europa, y gracias al semejante poder que le otorgaba esto, financio el rescate de miles de anusim o “marranos” de la Inquisición hispanoportuguesa y luego inquisición romana, promovida por el obispo Carafa, luego Papa Pablo IV.
En 1545, doña Gracia huye de Amberes a la República de Venecia, junto con su hermana Brianda y su hija Reyna, pues al ser parte los Países Bajos del Imperio español, la inquisición la amenaza. De hecho, se acusó a su difunto esposo de criptojudío e iban tras de ella, así que tuvo que pagar un alto soborno y además conceder un préstamo al emperador Carlos V. A raíz del exilio de la familia Mendes a Venecia, en Amberes se les confiscó todas las propiedades, aunque luego Joseph Nasí o João Micas, sobrino de doña Gracia y luego Duque de Naxos, intercedió y rescató gran parte de lo decomisado.
Las hermanas de Luna se establecieron en el Gran Canal de Venecia, lugar al cual habían trasladado su fortuna. Pero, tras una disputa entre las hermanas, el tribunal de asuntos de extranjeros de Venecia (Giudici del forestier) dictaminó que doña Gracia debía entregar la mitad de su fortuna al tesorero público de Venecia.
Además, Brianda acusa a doña gracia y a su hija Ana de judaizantes y son capturadas, sin embargo, un amigo de doña Gracia intercederá por ellas, ese amigo es el sultán Suleiman “el Magnífico”. Los venecianos sospechaban que doña Gracia huiría con rumbo a Constantinopla, pero, prefiere ir hacia la vecina Ferrara, en donde el duque Ercole II de Este, que le había extendido una formal invitación a establecerse en sus tierras. El duque de Ferrara era hijo de Lucrecia Borgia y además estaba casado con Renata de Francia, hija de Luis XII, rey de Francia, además por ser protestante, era perseguida como hereje por la Iglesia, al igual que doña Gracia.
En Italia se le conocerá a doña Gracia, como Beatrice, y a pesar de haber una importante judería en Venecia, la colonia judía de Ferrara era destacada y gozaba de una posición bastante privilegiada, a diferencia de la situación en Venecia. En Ferrara, Beatriz Mendes, deja sus ataduras y vestiduras de cristiana nueva, religión que había tenido que aceptar por obligación y retorna a su fe hebrea, o más bien, ahora de forma libre puede llamarse Gracia Nasí (viuda de Benveniste) y profesar su añorado judaísmo y ser luz para su pueblo exiliado de Sefarad.
Así pues, la Biblia de Ferrara – traducida al judeoespañol – editada por Abraham Usque y Yom Tova ben Levi Athias, y Consolación de las tribulaciones de Israel (“Consolaçam às tribulaçoens de Israel” – la obra judía más importante escrita en portugués -) de Samuel Usque, están dedicadas “A Illustrissima Senhora Dona Gracia Nasci”. Pues, doña Gracia, nunca dejó de financiar sinagogas, escuelas y libros para rescatar y restablecer al exiliado y perseguido judaísmo en aquel entonces. También fue mecenas del arte renacentista, pues financio a artistas de la talla de Michelangelo Buonarroti o Tiziano.
Dentro del marco de la Italia de la Contrarreforma, doña Gracia y su hija partieron en 1552 (junto a su séquito y guardia) hacia la capital del Imperio Otomano: Constantinopla. Allí se instala en una mansión del entonces europeo barrio Gálata, pero que otrora – siglo XI -, había sido la judería. En Constantinopla, doña Gracia, financió multitud de proyectos a favor de los judíos, como hospitales, escuelas, yeshivás, sinagogas y además recibía cientos de exiliados de la inquisición, incluso les invitaba a comer a su casa, a veces, incluso a casi 100 personas.
Doña gracia era una “ex-conversa”, pues había tenido que convertirse al catolicismo, pero había retornada a su judaísmo. Así que, su labor fue la de apoyar a los ex-conversos al igual que ella, que habían tenido que aceptar la fe católica. De hecho, utilizó siempre su enorme ruta comercial a través de Europa, para traer a “tierra libre” a los perseguidos, en algunos casos, lamentablemente, quemados en la hoguera. Además, los bienes y recursos de los exiliados podían ser canjeados, gracias al banco Mendes que operaba en las grandes capitales.
En 1555, el primer “papa de la Contrarreforma”, Pablo IV, arremetió contra los judíos ex-conversos de Ancona y los tomó bajo arresto. Pues bien, los judíos de Constantinopla, liderados por doña Gracia, intercedieron ante el hombre más poderoso, el sultán Süleyman, en favor de los judíos de Ancona. Así pues “el Magnífico”, entrañable amigo de los judíos medió con los gobernadores de Ancona para que liberaran a los captivos. No obstante, unos anusim – los forzados – fueron quemados en la hoguera o vendidos como esclavos en Malta, y otros que lograron escapar a la contigua ciudad de Pesaro.
En suma, para 1560, doña Gracia, junto a su sobrino y socio Joseph Nasí, promovieron la idea de un Estado soberano y moderno para los judíos en la tierra histórica de Israel. Pues bien, los Nasí, luego del sultán Süleyman, eran los más poderosos, así que, consiguió que se le diera la concesión de la gobernación de la ciudad de Tiberíades, en donde, comenzaron a establecer las condiciones para convertirlo en un Estado judío.
Doña Gracia y su sobrino, Duque de Naxos, también financiaron el proyecto de Aliá, es decir, ascenso a la tierra de Israel y trajeron a judíos de ciudades europeas, en principio italianas. Asimismo, doña Gracia había solicitado la gobernación de Jerusalén, pero el Sultán, prefirió concederle a Tiberíades.
En Tiberíades quería doña Gracia vivir sus últimos años, así que ordenó construir una casa, para cuando al fin hiciera “Aliá”. Aunque el proyecto tanto de establecer una nación judía en Tiberíades, como el de doña Gracia de morir en la tierra de sus ancestros, no pudo ser, pues esta ciudad no logró convertirse en un Estado judío. Debido también a la negativa cristiana y musulmana del establecimiento de una “nación hebrea” independiente en Israel y por la prematura muerte del padrino de esta causa, el sultán Süleyman.
“La Senhora” murió en 1569. Es en definitiva una “tzadeket”, es decir, una mujer justa de Israel y una predecesora del sionismo. Que su obra, memoria y legado sean siempre recordados.
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