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El presidente Pedro Sánchez pasará a la historia por mentiroso pues son evidentes sus radicales e inaceptables “contradicciones”, gracias a las hemerotecas y YouTube: “Con Bildu no vamos a pactar, si quiere se lo digo cinco veces o veinte” “Ni antes ni después el partido socialista va a pactar con el comunismo” “Yo no he pactado con los independentistas, es mentira” «Clarísimamente ha habido un delito de rebelión en España» “Sería un presidente del gobierno que no dormiría por las noches si tuviera en el gobierno a personas cercanas a Podemos” “Ya sabéis que yo cuando digo las cosas las cumplo”

Este “doctor” Sánchez, el mismo que ha creado nada menos que una jugosa Secretaría de Estado para la Memoria Histórica, va a aprobar unos decretos en los que la enseñanza de la Historia de España empieza a partir de 1812. Nada de iberos, celtas, cartagineses, romanos, visigodos, invasión musulmana, reconquista cristiana, descubrimiento y conquista de América, que formó parte del imperio español durante más de 320 años. Tampoco nada de la época del imperio español en Europa, ni de la monarquía de los Austrias y de los Borbones, ni de la invasión napoleónica, ni de la guerra de la independencia contra Francia. Solo a partir de 1812 existiría la Historia de España. La locura de esta decisión es propia de una tesis doctoral en psicología de la personalidad. Todos los pueblos, todas las naciones estudian su historia, lo cual es bueno para situarlas en la historia del mundo y para aprender de sus aciertos y de sus errores, evaluándolas siempre en el contexto de su época. Nosotros no, porque la España de Sánchez “is different, very different”.

Cabría creer en una presunta buena intención de pensar sólo en el futuro y en dejar atrás las guerras que todos los pueblos han tenido, pero está claro que eso no es lo que Sánchez pretende. No propone un borrón y cuenta nueva total y para todos, sino que simplemente toma como punto de partida la Constitución de 1812, que por cierto empezaba diciendo “Don Fernando VII, por la gracia de Dios y la Constitución de la Monarquía española, Rey de las Españas” (¿Quién sería ese Fernando VII? ¿Cuáles serían esas Españas?) y cuyo primer artículo establecía que “La Nación española es la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios” (¿Cuáles serían esos hemisferios? se preguntarán, igualmente, los estudiantes).

¿Por qué no ha optado Sánchez por tomar 1879 como punto de partida de la Historia de España? Ese fue el año en que Pablo Iglesias fundó el PSOE con un carácter marxista que encajaba perfectamente con el concepto que plasmó Lenin en 1917 en la primera dictadura del proletariado que ha sufrido el mundo. Conviene recordar también que, en tiempos más recientes, en 1976, tras la muerte de Franco, el PSOE en su declaración de principios, se definió como “socialista, porque su programa y su acción van encaminados a la superación del modo de producción capitalista, mediante la toma del poder político y económico y la socialización de los medios de producción, distribución y cambio por la clase trabajadora. Entendemos el socialismo como un fin y como el proceso que conduce a dicho fin, y nuestro ideario nos lleva a rechazar cualquier camino de acomodación al capitalismo, o a su simple reforma”

Breznev, líder de la URSS en esa fecha, estaría encantado con esa definición. Lamentablemente, dirán algunos, Felipe González exigió tres años más tarde en el Congreso Extraordinario de 1979, que se eliminara de los Estatutos toda esa ideología marxista por lo que el PSOE pasó a tener un texto estatutario homologable con los de los partidos social demócratas europeos, los cuales habían renunciado antes, sin ambigüedades, a la ideología marxista. (Veinte años antes, en 1959, en el caso de la socialdemocracia alemana)

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A tenor de sus hechos, y de la evidente desfachatez con que se permite mentir una y otra vez, no cabe presumir una bondadosa finalidad en el presidente Sánchez al dejar en el olvido toda la historia de España anterior a 1812. La Memoria Histórica, que no ha derogado, y su pretensión de aprobar la aún más sesgada Memoria Democrática, muestra que lo que le mueve además de pretender seguir en el poder, es la filosofía marxista que subyace en su pensamiento. A estas alturas, señor presidente, a un “doctor” en economía, no cabe eximirle de responsabilidad, alegando que por ignorancia desconoce lo que es el marxismo, el leninismo, o las “chekas” de la zona roja. Lamento tener que decirle que su Presidencia, al igual que la filosofía marxista a la que defiende y promueve con sus leyes, será colocada, en un futuro no muy distante, en el basurero de la historia. No presuma tampoco de demócrata. Su decisión de que solo se enseñe a los adolescentes la historia de España desde 1812, va en contra de la libertad de pensamiento y es por tanto un grave atentado contra la democracia que se asienta en esa imprescindible libertad.

 

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Enrique Miguel Sánchez Motos
Administrador Civil del Estado.
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