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La estimación del coste de la violencia de género en la Unión Europea queda detallado en un informe realizado en el año 2014 por el Instituto Europeo para la Igualdad de Género (EIGE), según tabla 6.1 (Fuente: file:///C:/Users/usuario/Downloads/MH0414745EN2.pdf)
En su conjunto, la Unión Europea destinó hasta el año 2012 algo más de un cuarto de billón de euros a la violencia de género, exactamente 258.728.837.747€ de los que a España correspondieron 24.006.427.578€, es decir, nuestro país ha recibido de la UE algo más de 24.000 millones de euros para emplearlos en violencia de género, sin que esa cifra astronómica haya servido ni para reducir el número de mujeres que fallecen por violencia de género ni para educar a los jóvenes ni para nada, ya que el negocio de género en España está montado en unas bases tan injustas, inoperantes y falsas como que el hombre es un asesino por naturaleza, cuando lo más sensato hubiera sido, allá por el año 2004 -vamos camino de los 20 años- llegar a la conclusión de que existe una violencia doméstica que debió ser analizada y estudiada en su día como requisito previo para establecer una jurisprudencia en igualdad, sin discriminación de sexo, adaptada a esa problemática social.
Cosa que ni interesó, ni a la que mucho menos se atrevería un tal Zapatero, aquel hombrecillo acojonado y encogido frente a la élite del lobby feminazi que se presentó frente a él y le dejó muy claro un “Hasta aquí hemos llegado, Pepeluís, o sacas adelante esta Ley que criminaliza a los hombres por el hecho de ser hombres o te montamos la mundial en la calle y te juegas ser presidente. Tú verás, lo tienes fácil, haz tu campaña electoral publicitando esta Ley que ya tienes en tu mesa, aquí te la dejamos, y seguro que ganas de calle las próximas elecciones con el voto de las mujeres. Cuenta con nuestro poder de movilización y sensibilización social, emplea en tus mítines los términos lacra machista y tolerancia cero. Tú verás, Pepeluís, lo tienes hecho, a huevo, piénsalo y nos das tu respuesta en un par de días. Nosotras, por nuestra parte, no vamos a dar marcha atrás, estás avisado, monada”.
Zapatero, viendo que tenía muy cerca eso de llegar y hacer como de presidente, sin ser en realidad nada, humo, entró por el aro de aquellas feminazis que al par se garantizarían seguir siendo subvencionadas durante décadas, alcanzar la jubilación recibiendo puntualmente un salario por su contribución al partido y a la obra, vivir del cuento chino ese del género, ya que todos, todas y todes mamaban de las mismas vacas, una la vaca de la UE, otra la vaca de los Presupuestos Generales del Estado feminista español.
El tal ZP, pues, lo tuvo hecho, dado que el texto de la LIVG 1/2004 estaba incluso precocinado meses antes en los bufetes de letradas y magistradas feministas de Madrid, vía asociacionismo subvencionado, íntimamente vinculado al PSOE, con lo que sólo necesitaría terminar de cocinarlo en el Congreso de los Diputados una vez fuese como el que hace de presidente, según recoge en parte el gran José Díaz Herrera en su libro “El varón castrado”, sin duda el mejor libro que se ha escrito y escribirá sobre el holocausto español de género, una obra editada por Planeta que es, a día de hoy, de absoluta actualidad, una verdadera joya literaria que documenta los entresijos y avatares que dieron lugar a la LIVG 1/2004.
Cualquier gobierno decente, sensato y justo, entre los que se incluyen los ejercicios alternos de PSOE y PP en el poder, desde aquel 28 de diciembre de 2004 en que Zapatero el femilisto lleva al Congreso de los Diputados la precocinada LIVG hasta aprobarla, hubiera empleado esos 24.000 millones de euros llegados de la UE en políticas de igualdad efectiva con las que poner remedios a la violencia doméstica o intrafamiliar, sin entrar en una deriva clientelar e ilegal como viene siendo criminalizar a los varones y robarles su presunción de inocencia.
La tarea de todo gobierno es velar por la justicia cuyos cimientos son un mismo trato a la ciudadanía a partir de una jurisprudencia común y asexuada, esto es, juzgar cualquier hecho y aplicarle un mismo Derecho sin saber si el juzgable lleva falda o pantalón.
Pero lo malo no es que hayamos tirado a la basura esos 24.000 millones de euros, no, sino que estamos peor que al principio, con más de 1.000 mujeres asesinadas (40% por la extranjería) y unos 20.000 hombres inducidos al suicidio por la violenta e inhumana jurisprudencia de género española, crímenes de lesa humanidad, embarcados hombres y mujeres en un rencor y una desconfianza entre sexos como nunca habían existido en España.
Claro que, si ese ese ha sido el objetivo oculto, entonces, enhorabuena, la desigualdad jurisprudencial y de recursos públicos en España, según sexo del contribuyente, alcanza, en estos negros días de género de finales del año 2021, sus cotas más altas.
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