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No saben en Génova que a las cañas las están sacando punta y acabarán en lanzas. Casado y García Egea no saben con quién se gastan los cuartos.
Pablo Casado no tardará en estar en la papelera del Partido Popular. Ya representa el naufragio dialéctico de lo que debe ser un político serio. Su inmadurez le hace ir dando tumbos parlamentarios. Hace tiempo que es un disparate político, sobre todo desde que le atenaza la envidia hacia Isabel Díaz Ayuso. Presiento que está rodeado de mafiosos de medio pelo que no trabajan salvo para hacer daño al Partido Popular y servirse de él.
En lo que va de legislatura ha cometido numerosos errores: comenzó con la destitución de la admirada, Cayetana Álvarez de Toledo. Siguió haciendo oídos sordos y dando muestras ciegas ante la moción de censura presentada por VOX y ha rematado traicionando a Díaz Ayuso y a los madrileños: no ha superado el repaso que Ayuso dio al comunismo, al socialismo y a Pedro «El mentiroso». Ni que decir tiene que el «marqués» salió bufando para buscar acomodo en la hoja parroquial de Gara, donde no deja de dar puyazos a España en beneficio de la ruptura anhelada por el etarra, Arnaldo Otegi: «Para que España sea roja, antes tendrá que ser una España rota»
Un líder maduro siempre querría tener a la presidenta madrileña a su vera porque mejora su propia imagen, pero este muchacho no: Pablo Casado no admite que le hagan sombra, ni siquiera en Madrid; aún piensa que el clamoroso éxito de Isabel, aquel 4 de mayo, se debió a él. La ignorancia es tan atrevida que si los tontos volaran no nos daría el sol. Mucha culpa la tienen sus cercanos: Teodoro García Egea, Cuca Gamarra y el desnortado Pablo Montesinos. Con esos tres elementos sustentantes es imposible que no se venga abajo un proyecto político.
La ética y honradez, además de sus buenas relaciones con Díaz Ayuso, han llevado a Cayetana Álvarez de Toledo a echarse por montera al sector crítico. No ha dudado en posicionarse con la presidenta de la Comunidad de Madrid. Ya puede hilar fino Casado porque le van a zumbar los oídos, sobre todo una vez conocidas las traiciones y el espionaje ordenado contra Díaz Ayuso desde su entorno, y tal vez con su conocimiento. El sino de Casado está escrito y sabe que Díaz Ayuso será su contraria en el próximo congreso nacional del Partido Popular. Y así lo apoyará Madrid, incluso los «Judas» que hoy intentan vender a la presidenta como pieza cazada en la Puerta del Sol.
La guerra ha prendido en Madrid. Isabel ya cuenta con el apoyo de casi todos los alcaldes, incluso el de Martínez-Almeida. Las discrepancias internas por la presidencia regional del partido le van a pasar facturas al inmaduro Casado, muchas facturas. Con M.A.R. marcando las políticas de la presidenta, nadie debe descartar que Ayuso acabe optando a la presidencia nacional. No querías una taza, Pablo, pues toma dos. Con ella, Casado es caballo ganador, sin ella es un político acabado. Miguel Ángel Rodríguez y Díaz Ayuso ya son el grano en el culo que jamás soñó aguantar Pablo Casado.
Si Álvarez de Toledo se suma al caballo ganador, a Casado se le pueden salir por las orejas sus famosas «Catilinarias», que es como se conocen los largos, expresivos y clarificadores razonamientos de la marquesa de Casa Fuerte. En su Twitter ha incidido en que hay alguien que “trabaja contra el PP dentro del PP”. Todo ello perfectamente documentado con una noticia de prensa y captura de pantalla. Desde ayer, Casado y Teodoro no saben con quién se gastan los cuartos.
El río suena si agua lleva. Y si se relaciona a algún consejero del Gobierno de la Comunidad de Madrid con personas próximas a Casado, dirigidas por Teodoro García Egea, y que tienen como cometido informar a Génova de cómo hacer daño a Ayuso o de cómo se la puede atacar, entonces estamos hablando de traición, persecución, mala fe, envidia y afán de destrucción. Lo que no saben en Génova es que a las cañas las están sacando punta y acabarán siendo lanzas. La ciudadanía madrileña no va a consentir los desprecios a Díaz Ayuso. Ella ha sido su única y principal valedora. Saben que no los dejará tirados.
Pablo Casado nunca logrará su objetivo de debilitar a la presidenta Ayuso para optar a la presidencia del PP de Madrid. Ni siquiera va a conseguir desgastar su imagen. Intentará desbaratar la imagen de la «princesa madrileña» y ensalzar al candidato que se presente frente a ella, si alguno se atreve. Tenderá, incluso, a ocultar listas o información de afiliados. Pero será su ruina. Núñez Feijoó no entendería la traición a Ayuso, como no lo entienden Cristina Cifuentes, Esperanza Aguirre o Ruiz-Gallardón.
Los «chiquilicuatres» de Génova, como los tildó Esperanza Aguirre, ya reparten cartucheras para la caza de Isabel Natividad Díaz Ayuso. Desconocen que los cazados serán ellos. ¿Apostamos? ¡Ya está bien de dar munición gratis al enemigo! Todo converge en dos ideas: la envidia de Casado a Díaz Ayuso y el miedo a perder la presidencia nacional.
Esa historia ya se escribió en Madrid frente al populismo barato de la izquierda de algarada y garrapata.
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