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La realidad social y económica es diferente a la de 2012 que trajo la crisis económica. Por ello se precisan cambios legales y adaptados a estos tiempos.

Otra rectificación más en lo que será la reforma laboral no reformada; es decir, retocada y apenas modificada. Si ayer era «técnicamente imposible» cambiar la reforma laboral y «sí hacer pequeños cambios», hoy ya ni sabemos qué es lo que piensa el Gobierno al respecto. De momento, aquel 15% que se iba a aplicar para los contratos temporales, ahora se flexibiliza y se estudiará.

Sindicatos y ministra de Trabajo y Economía Social, que nunca se han visto en otra igual, pretendían adoptar decisiones sin contar con Nadia Calviño ni con la patronal. La ignorancia es muy atrevida y dañina. Ha tenido que coger el toro por los cuernos la vicepresidenta primera para que «la Yoli» no se colapse y los sindicatos no sigan haciendo el ridículo. Ya está presente Economía en la mesa y eso aporta confianza a algunas de las partes, pero también el desprecio sindical de los sempiternos «vividores».

No estaría de más que Yolanda «Varoufakis» se planteara su dimisión, como dijo que haría si encontraba trabas para llevar a cabo la reforma de 2012 que configuró el Partido Popular; la misma reforma que ha salvado el culo a la ministra y al Ejecutivo en su conjunto. No sé qué hubiera sido de tanto ignorante si Fátima Báñez no hubiera planificado los ERTE dentro de la reforma laboral. Sin duda, ahora tendríamos entre quinientos mil y ochocientos mil parados más.

Yolanda Díaz, en pleno ridículo tras lo de «técnicamente imposible», ahora dice que «se realizarán cambios mediante fórmulas legales tras acordarlas con patronal y sindicatos» ¿Fórmulas legales? Eso quiere decir que las que planteaba antes la ministra eran ilegales y estaban de acuerdo con ello los de la vida dulce y regalada, o sea, los sindicatos. Mentirosa, trapacera, cateta o desgarramantas son algunas de las adjetivaciones que le han brindado por méritos propios y desde distintos sectores.  

Denunciemos en los medios que las reformas que reclama Europa «no son las que nos cuentan». Por ejemplo: la Unión Europea no quiere que se dé prevalencia a los convenios sectoriales sobre el de empresas; es precisamente esa medida una de las que pretendía meter la ministra con calzador y exigencias. Hubiera supuesto una importante modificación de la reforma de 2012. Pero ya no colará.

Lo que pretendía la ministra era que los sindicatos estuvieran metidos en todos los charcos. Vamos que, como embrutecida comunista, pretendía que los sindicatos clasistas, mal llamados obreros, manipularan todo, siempre y a todos. Esta señora empieza a ser «peligrosa» alentada por los medios afines, las encuestas pagadas y la prensa progubernamental. Pensaba que iba a terminar con el proverbio aquel de que «nadie prueba la profundidad del río con ambos pies».

Con sus propuestas pretendía ahogar al empresariado y dañar a los trabajadores. ¿Acaso pensó «la Yoli» que producirían los sindicatos de clase y sus liberados de tumbona y trasnoche? No me extraña la sorpresa mostrada por Antonio Garamendi al comprobar que el Gobierno no ha trabajado el tema de la reforma laboral y sigue con los mismos criterios sobre la mesa, al igual que hace veinte días.

Europa está vigilante. A mí me huele a engaño y entretenimiento a la patronal y a los trabajadores. Y mientras se fragua esa treta, la vicepresidenta primera se compromete a aparcar la temporalidad, la negociación colectiva, los ERTE, la formación y el despido. No hay duda de que la realidad social y económica es diferente a la de 2012 que trajo la crisis económica. Precisamente por ello se precisan cambios legales que se adapten al Estatuto de los Trabajadores. Pero parece que ya no será aquel borrón y nueva cuenta que comprometió Yolanda Díaz, salvando todas las resistencias.  

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La ministra comunista no ha cumplido su compromiso y nos ha engañado a los trabajadores. Se ha destapado que hay dos gobiernos muy descoordinados y mutuamente desconfiados. Lo que procede es que se calle o se marche. Nadie cree ya en sus promesas con tintes comunistas enrojecidos.

¡Mueve el culo, Yoli!

Autor

Jesús Salamanca Alonso