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A Laura, para que viva siempre humana
La Smart City y la red 5G devienen implacables paradigmas del auroral y liberticida mundo tecnototalitario. La denominada hiperconectividad que ofrecen estas redes abrirá definitivamente las puertas (Gates) del Hades. Lo sanitario, pretexto. Falso, además. El texto, lo digital. Transhumanismo, traduzcan. Posthumanidad, próxima parada.
La incomparable pasión por la libertad contra la basura del tecno-mundo
La automatización, digitalización e informatización del mundo físico (desde el más nimio objeto hasta nuestros sacrosantos y «divinos» cuerpos), rastrearán y analizarán cada uno de nuestros movimientos, datos biológicos, emociones, sensaciones, pensamientos. Todo ello con el fin de predecir y dirigir y condicionar nuestra conducta configurando de esa manera, y de manera definitiva, una sociedad de la vigilancia total, panóptica y distópica, invivible pues, donde cada una de nuestras más íntimas actividades quedarán monitorizadas, organizadas y controladas.
En las “inteligentes” ciudades del futuro, seremos la materia prima del opresivo mundo de los datos, Big Data e Inteligencia Artificial mediante. El opresor Gran Leviatán y el despótico Gran Capital te reducirán a la categoría de autómata, robot sin voluntad ni capacidad ni autonomía. Patrones algorítmicos tomarán las decisiones por ti, desecho prescindible. Pesadilla Matrix, por ejemplo: el Merovingio. La ciencia-ficción nos ha dando suficientes piezas sueltas del puzzle: THX 1138, Robocop, Terminator, Gattaca, Elysium, Ghost in the Shell, Prometheus, Ex-Machina y, desde luego, la mejor, tan Kubrick/Spielberg, Inteligencia Artificial.
Mortífera 5G mediante
…La tecnología 5G, piedra Rosetta . Altamente nociva. Para la salud y para la innegociable libertad. Para el resto de los vivientes del planeta, flora y fauna, compañeros de viaje: experimentaron con ellos, ahora lo hacen contigo. La hecatombe de lo humano no se detendrá.
La citada hiperconectividad, su mundo «inteligente», sus putos nanochips exigen lo de siempre, ahora con el veneno (“vacuna») transgénico vuelta de tuerca: envenenar y devastar nuestro agonizante planeta. Nosotros, la humanidad, víctima propiciatoria dentro de la masacre.
Las letales ondas electromagnéticas, la colosal contaminación del medio, la continua exposición a atroces tóxicos son los VERDADEROS causantes de plurales y «raras» enfermedades, o del debilitamiento de nuestro sistema inmune, o de la inquietante alteración de nuestro sacrosanto genoma…
La “vacuna”, inicio del transhumanismo
…El ARN mensajero del tecno-veneno transgénico grafenado tiene como objetivo que los chutados dejen de ser completamente humanos y devengan, por lo tanto, tan patentables como la simpática y clonada borrega Dolly. Como se han emponzoñado voluntariamente son, paradójicamente sin saberlo, transhumanos por elección. Han dejado definitivamente de ser seres humanos.
Los inoculados no pueden ni podrán ocultarlo: la vacuna se manifiesta y manifestará como si de un RFID, (Identificación por radiofrecuencia, del inglés Radio Frequency Identification) se tratara, semoviente antena 5G, y presenta una refulgente señal visible a ciertas frecuencias. Tal señal procede de la enzima Luciferasa presente en TODOS los viales del tecno-matarratas transgénico.
Los nuevos transhumanos, camino hacia la posthumanidad estarán controlados por neuromoduladores a frecuencias de masónicos 33 gigahercios, lo que hará imposible motines de ningún tipo: son esclavos. Zombis, si prefieren.
Zombi, me defenderé si me atacas
Ha dado comienzo la apocalíptica distopía: conviviendo, al alimón, humanos y transhumanos. Transgénicos, transexualidad,… transhumanismo y más allá, ¿les va sonando? Y mientras no me ataquen – que lo harán en cuanto reciban la orden de los hombres “superiores” que poseen la masónica gnosis de la verdad, de los genocidas que se consideran a sí mismos iluminados – podré convivir con tales entes. Lejos de las ciudades, desde luego, mejor…
…Y allí, lejísimos de mundanales ruidos, espero encontrarme con mi querida, queridísima valquiria, Laura Garay Cruz. En fin.
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