15/05/2024 01:10

En nuestra Constitución la palabra derecho aparece escrita 70 veces, derechos 49: libertades 17, libertad 15; deberes 8, deber 5; obligaciones 9, obligación 2; orden 11, justicia 10, respeto 9, unidad 6, igualdad 6, convivencia 2, progreso 2, fraternidad 0 y amor 0 veces.

Estos datos numéricos pueden dar lugar a un interesante análisis, ya que ampliamente ganan los derechos y libertades (151 veces) frente a los, deberes y obligaciones (24 veces) pero, en aras de la brevedad del artículo vamos a centrarnos en la palabra Amor, que no aparece en la Constitución y que tampoco lo hace, salvo muy raras excepciones, en el lenguaje político.

La realidad es que el Amor suena, por un lado, a compromiso, pero, por otro, suele usarse en sentido egoísta. ¿Cómo, podrá alguno argüir, tildar al Amor de Egoísta? Parece contradictorio pero la realidad es que, si se hiciera una votación para optar entre las palabras Orden y Progreso, muy probablemente la inmensa mayoría escogería la palabra Progreso, sin detenerse a pensar que sin Orden no puede haber Progreso. ¿O acaso podría existir la Libertad sin la existencia de un marco normativo que garantice la seguridad jurídica? ¿Cabe la actividad económica, la circulación de vehículos o un urbanismo estético, sin normas?

No obstante, hay una tendencia a rechazar la palabra Orden, primero porque no queremos ser “los malos de la película” y segundo, porque se le suele considerar como limitante de la Libertad, cuando en realidad es el garante de su existencia. Por ello la tendencia es preferir la palabra Progreso o su derivada, progresista. Sin embargo, todo el mundo que nos rodea se fundamenta en el Orden. La Física actual explica que todo lo que vemos se basa y persiste por la acción de cuatro grandes fuerzas: la gravitatoria, la electromagnética, la nuclear fuerte y la nuclear débil. Sin ellas todo sería efímero e inestable y nada de lo que vemos existiría. Esas fuerzas garantizan el Orden del Universo y es dentro de ese Orden donde se manifiesta su Armonía, su Belleza.

Sin embargo, en la sociedad humana, son muy frecuentes graves conflictos que van mucho más allá de meras discrepancias de opinión o interpretación y que perjudican la Armonía, la Convivencia pacífica y el Progreso.

Está muy generalizada la creencia de que la sociedad humana es, y será, altamente conflictiva, sin tener en cuenta que la historia nos dice lo contrario. Se ha avanzado mucho, en Europa y en gran parte del mundo, desde siempre y, en particular, en la era cristiana. Ha sido un camino difícil pero los Derechos y Libertades se han consolidado y reflejado en las distintas Constituciones y Declaraciones de Derechos. En conjunto, el mundo es mucho mejor ahora que en tiempos pasados, lo que no quiere decir que no haya aún muchos países y muchos contextos sociales que están aún en una situación muy mala.

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Pero, ¿ cuál es la clave del progreso futuro? La misma que la del pasado: El Amor. Hacer al próximo lo que deseas que te hagan a ti. En el mundo democrático, los líderes políticos emanan del mandato directo o indirecto de los ciudadanos, pero, ¿ qué opinión ofrecen las encuestas sociales sobre las motivaciones de los políticos? Una gran mayoría de ciudadanos considera que lo que buscan ante todo es permanecer en el poder y seguir obteniendo las prebendas y honores que su cargo les genera. Saben que “quien se mueve no sale en la foto” por lo que están dispuestos, salvo honrosas excepciones, a tragar con lo que sea con tal de seguir en las listas o en los cargos políticos colaterales.

En la excelente película “Excalibur” de 1982, hay una escena en la que, en torno a la Tabla Redonda, están los caballeros discutiendo cuales deben ser sus virtudes. En ese momento entra el mago Merlín y el rey Arturo dice “Preguntémosle a Merlín, ¿ cuál es la principal virtud de un Caballero? Y Merlín responde: “La Verdad. Cuando un hombre miente mata una parte del mundo”- Bellísima y contundente respuesta, pero ¿en qué medida se da en la política? La realidad española muestra que hasta ahora los votantes no hemos sido capaces de repudiar con firmeza la mentira de nuestros políticos que son nuestros representantes.

Y no se trata tan solo de las mentiras de nuestro presidente Sánchez, quien hoy promete una cosa y mañana, después de ser elegido, hace lo contrario. También existen las mentiras del silencio y del no proponer. A título de ejemplo, el recurrente tema de la corrupción. En febrero de 2018, publiqué el artículo “Me comprometo a acabar con la corrupción”. ¿Acaso no podrían decir lo mismo los políticos? ¿No podrían acordar unas normas claras y detalladas para el futuro que obliguen a todos los partidos, incluso aunque ello exigiera un borrón y cuenta nueva? No se atreven, porque ello exigiría que reconocieran comportamientos pasados y pidieran perdón. Por ello en sus discursos eluden utilizar la palabra Amor porque parece que podría entrar en contradicción con sus actitudes.

Ahora bien, no cabe ignorar que muchas veces la palabra Amor viene cargada de un enfoque negativo. Muy frecuentemente la palabra Amor, está más cargada de la idea de RECIBIR más que la de DAR. Ya señalaba Eric Fromm, en su famoso libro “El Arte de Amar” de 1956, que “Para la mayoría de la gente, el problema del amor consiste fundamentalmente en ser amado, y no en amar, no en la propia capacidad de amar. De ahí que para ellos el problema sea cómo lograr que se los ame, cómo ser dignos de amor».

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Sin embargo, el Amor Verdadero conlleva más un DAR que un RECIBIR, lo cual lo hace más difícil. El Amor Verdadero exige hacer esfuerzos para crear una relación de amor con el ser amado, sea éste una persona, un hijo, la pareja, sea una institución, la Patria, sea un concepto, la Verdad. El Amor Verdadero exige tomar posición y explicar en qué se va a manifestar nuestro Amor y eso compromete. Por eso los programas políticos suelen ser ambiguos. Evitan mojarse diciendo exactamente lo que irían a hacer. Por ejemplo, el artículo 50 de la Constitución de 1931, garantizaba que el español sería lengua vehicular en toda España. Sin embargo, ¿ cuántos partidos hoy son claros respecto a cómo garantizar la enseñanza en español en todas las regiones de España, para dar cumplimiento al artículo 3 de nuestra Constitución de 1978?

El Amor Verdadero requiere la Verdad y luchar por ella. Y desde luego es incompatible con utilizar una doble vara de medir, una para los demás y otra para nosotros.

Hay que tener confianza en el futuro papel creciente del Amor como concepto político, porque el ser humano tiende y anhela la armonía y eso requiere, entre adultos, que apliquemos el Amor en todas nuestras dimensiones vitales, con el medio ambiente, la familia, los amigos, los empleados, los jefes, las instituciones y con toda la Gran Familia Humana.

Suena utópico, pero se hará realidad porque es el instrumento humano clave para lograr la armonía. Llegará. Mientras tanto os dejo con una definición de Amor Verdadero que lo puede hacer más comprensible: Fuerza emocional que une al sujeto amante con el objeto amado, con el propósito de hacer crecer a éste, respetando su propia naturaleza. Y para que el amor no sea unidireccional sino bidireccional, las posiciones sujeto y objeto deben alternarse. El que habla y el que escucha, el que compra y el que vende, el líder y el pueblo que le vota, etc. Me permito hacer una profecía: el Amor llegará, en un plazo no superior a veinte años, a ser una palabra comprometida y de frecuente uso en el plano político.

Enrique Miguel Sanchez Motos es autor del libro ¿Qué es el Amor Verdadero? (septiembre 2023)

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