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El Generalísimo Franco clausura en el estadio de Riazor de La Coruña las competiciones atléticas entre los equipos de los Ejércitos de Tierra. Mar y Aire.

En la mañana del sábado 14 de septiembre de 1957, el Jefe del Estado presidió en el estadio de Riazor un gran festival gimnástico deportivo, con el que se clausuraban las competiciones atléticas entre los equipos de los Ejércitos de Tierra. Mar y Aire, que habían venido disputándose en la ciudad de La Coruña desde el día anterior. En esa primera jornada, el Ejercito de Tierra se situaría al frente de la clasificación con 81 puntos, delante del Ejercito del Aire con 59 y la Armada con 50, tras haber ganado las pruebas de longitud, lanzamiento de peso, 200 metros lisos, 3000 obstáculos y relevos 4×100 y 4×400.

El Generalísimo llegó a  Riazor a las once y media de la mañana, acompañado por los ministros del Ejército, del Aire y de la Marina. Le acompañaban también el segundo jefe e intendente de la Casa Civil, señor Fuertes de Villavicencio, y el segundo jefe de su Casa Militar, general La Viña.

Una compañía del Regimiento de  Infantería Isabel La Católica nº 29, con escuadra, bandera, banda y música, rindió honores e interpretó el himno nacional una vez el Generalísimo descendiese de su automóvil. A continuación el Jefe del Estado saludó  a las primeras autoridades civiles y militares coruñesas, así como a los ministros de Industria y secretario general del Movimiento, que le cumplimentaron al entrar en el estadio. El numerosísimo público estacionado ante la entrada  al palco del estadio de Riazor en la calle de Manuel Murguía, ovacionó entusiásticamente al Caudillo, que escuchó nuevos y calurosísimos aplausos al ocupar el palco central de la tribuna, desde donde presidió la demostración  deportivo.

Acompañaban al Caudillo en dicho palco los ministros del Ejército, Aire. Marina, Industria y secretario general del Movimiento; el director general de la Guardia Civil, el comandante General de la Flota, el capitán general de la VIII Región Militar, gobernador civil de La Coruña v el alcalde de la ciudad, así como los segundos jefes de sus Casas militar y civil y otras numerosas personalidades y representaciones.

En la tribuna se hallaban la totalidad de los jefes y oficiales de la guarnición, que hicieron especial testimonio de homenaje al Generalísimo.

La primera competición interregional entre los equipos de los Ejércitos de Tierra, Armada y Aire, fue ganada por el Ejército de Tierra, con 107 puntos, seguido en la clasificación por los de Aire y Marina, con 74 y 69, respectivamente.

Estadio de Riazor. Demostración gimnástica de soldados de la VII Región Militar, en la clausura de las competiciones atléticas entre los equipos de los Ejércitos de Tierra. Mar y Aire.

En la jornada de clausura cerca de mil soldados atletas de la VIII Región Militar, efectuaron  ante el Jefe del Estado una magnífica demostración gimnástica, que el Caudillo siguió con evidente interés, felicitando después efusivamente a los monitores.

El colofón  al festival gimnástico lo pusieron  las pruebas de 400 metros lisos, y 3.000 metros lisos de carácter internacional, y que reunieron a los más destacados especialistas nacionales y portugueses, en tales distancias.

En los 400 metros lisos, resultó vencedor el catalán Rut, con el tiempo de 51”, seguido por el madrileño Cabrera con 51”4, y el gallego Bremón, con 52 2.

La prueba de los 3.000 metros lisos suscitó el máximo interés, pues en la línea de salida se dieron cita  los mejores atletas españoles y portugueses de la especialidad, entre ellos el plusmarquista nacional Tomás Barris, que en mitad de la prueba sufrió un dolor intercostal  que le relegó al último lugar. La victoria se la llevó el madrileño Hurtado, cubriendo el recorrido en 8´ 27”, seguido del catalán  Molins y del vigués  Carlos Pérez.

Al final de la competición deportiva, los atletas primeros clasificados en cada una de las pruebas  y los atletas capitanes de cada uno de los equipos de Tierra. Mar y Aire, subieron al palco presidencial, donde el Generalísimo les hizo entrega personalmente de los trofeos conquistados en las respectivas pruebas, que revistieron gran brillantez. Al finalizar la entrega de trofeos, el Caudillo de España, a los acordes del Himno Nacional, abandono el palco del Estadio de Riazor entre los aplausos y vítores de los aficionados que llenaban

Ya fuera del Estadio el público despidió al Jefe del Estado con grandes aplausos y gritos de ¡Franco! ¡Franco!.  Miles de coruñeses llenaban las aceras de las calles por  donde circuló la comitiva del Generalísimo, desde el estadio de Riazor en dirección al acuartelamiento de Zalaeta, donde tenía su sede el Regimiento de Artillería nº 48, 

El Caudillo llegó al cuartel del Regimiento de Artillería a la una y cuarto de la tarde, acompañado de los ministros del Ejército, temerte general Antonio Barroso; del Aire, teniente general José Rodríguez y Díaz de Lecea; y secretario general del Movimiento José Solís; capitán general de la Octava Región Militar, Teniente General Carlos Rubio; y segundos jefes de las casas militar y civil del Jefe del Estado, general Laviña y señor Fuertes de Villavicencio, respectivamente.

El jefe del Estado también estuvo acompañado por el capitán general del Departamento Marítimo del Cantábrico, Almirante  Pedro Fernández Martín; el comandante general de la Flota, Vicealmirante Nieto Antúnez; gobernador militar de La Coruña, general Pérez Salas;  generales con mando en la Región; el jefe de la primera división de la Flota, Contraalmirante Alejandro  Molins y otros altos mandos de les tres Ejércitos, así como el gobernador civil y jefe provincial del Molimiento Cristóbal Graciá Martínez; alcalde de la ciudad, Alfonso Molina Brandao, y otras primeras autoridades.

Las inmediaciones del cuartel se encontraban llenas  de público, que al aparecer el coche que conducía al Jefe del Estado, acogió su presencia con expresivas demostraciones de entusiasmo y afecto

Ante la fachada del acuartelamiento se hallaba formaba una batería de honores, con escuadra de gastadores y estandarte, banda de cornetas y gaitas, que interpretaron, en honor del Jefe del Estado, el himno Nacional.

Al descender el Generalísimo del coche, fue cumplimentado en primer lugar por el coronel jefe del Regimiento, Carlos Pallarés. Acto seguido el Caudillo, acompañado del ministro del Ejército y del capitán general de la Región, pasó revista a las fuerzas que le rindieron honores. En el instante de su llegada, en el mástil principal del acuartelamiento,  que no era otro que el palo mayor del buque “Castillo de Olite”, hundido en aguas de Cartagena, el siete de marzo de 1939, a bordo del cual iban embarcadas tropas de las Divisiones Gallegas, que se dirigían a liberar la ciudad, quedo izado el guion del Caudillo, el cual sería arriado a su marcha.

Después, el jefe del Estado penetró en el patio del cuartel, correspondiente a los pabellones donde se alojaba la tropa. Se hallaban formados los jefes y oficiales del regimiento a los que  el Generalísimo Franco saludo uno a uno.

El Generalísimo se dirigió a los dormitorios de la tropa, en cuyo interior se encontraban formados los soldados de la batería correspondiente. Desde allí el Generalísimo, visitó  una sala de armamento, por la que realizo un recorrido recibiendo las explicaciones del capitán general de la región militar v del coronel jefe del regimiento.

De seguido visitó un gran patio, que había sido reformado y explanado, para su utilización como campo de deportes e instrucción.

La visita continuó por el Hogar del Soldado, donde el Caudillo se detuvo unos instantes. Seguidamente se dirigió al salón de actos que iba a ser inaugurado es día, Antes de entrar en él, el Jefe del Estado inauguró una placa conmemorativa del acto. El capellán del Regimiento don José González Martínez, bendijo el nuevo salón, En su parte superior se encontraban  numerosas representaciones militares dé todas las armas y cuerpos de la Octava Región y el Estado Mayor. En la parte baja se hallaba la tropa, y la unidad de música del regimiento de Infantería Isabel la Católica, que interpretó el himno nacional. El nuevo salón de actos tenía capacidad para 200 personas y estaba decorado con panoplias de armas y metopas con los escudos de diversos regimientos. 

Una vez acomodado el Caudillo  se proyectó una película  en color, titulada “Este es tu regimiento”, realizada por el soldado coruñés José Docampo, según guion y dirección del comandante de Artillería, Juan Antonio Quiroga de Abarca. La película era una certera evocación de la gloriosa historia del regimiento, cuatro de cuyas baterías obtuvieron laureadas de San Fernando colectivas durante la guerra de liberación española de 1936-39. El final de la proyección, fue acogida con una prolongada salva de aplausos. El Jefe del Estado expresó el agrado que le habla producido el documental. Acto seguido, el coro y la banda del regimiento de Infantería Isabel la Católica, interpretaron la “La canción del soldado”, original del maestro José Serrano, siendo también muy aplaudida.

El Generalísimo Franco pasa revista a una batería del Regimiento de Artillería nº 48, en su visita al acuartelamiento de Zalaeta en La Coruña.

Visitó después el Generalísimo una amplia sala de material. Entre otras cosas le fue mostrada una curiosa maqueta de cañón moderno, con instalaciones complementarias realizadas por el coronel jefe del regimiento señor Pallarés.

En una dependencia del cuartel, el Generalísimo, que vestía uniforme de capitán general del Ejército con la Cruz Laureada de San Fernando, presidió el almuerzo, que comenzó alrededor de las dos de la tarde, y a! que asistieron representaciones de jefes y oficiales de todas las guarniciones de la VIII Región Militar.

Terminado el almuerzo, el capitán general de la VIII Región, teniente general  Carlos Rubio y López Guijarro, pronunció unas palabras para expresar la adhesión al Caudillo de España.

El Generalísimo contestó con breves palabras de salutación y expresó la satisfacción que le producía hallarse entre sus compañeros de armas, siendo calurosamente aplaudido y vitoreado.

El Generalísimo Franco abandonaría el cuartel de Artillería, alrededor de las cuatro menos cuarto de la tarde, para emprender viaje por diversas zonas de la provincia, a fin de visitar diversas explotaciones agrarias familiares protegidas.

A las once menos cuarto de la noche de ese día 14, se celebraba en el Palacio Municipal la comida de gala, -esa era su denominación oficial-, ofrecida por la Corporación coruñesa al Jefe del Estado y a los ministros del Gobierno de la nación, que se hallaban en la ciudad. La Casa Consistorial coruñesa ofrecía un fantástico aspecto por su iluminación y artístico ornato, particularmente desde el vestíbulo hasta los salones de la Alcaldía y de sesiones, a través de la elegante escalinata de honor. También la plaza de María Pita se hallaba profusa y artísticamente exornada con luces, banderas y gallardetes.

La entrada del Caudillo en La Coruña fue anunciada con el disparo de potentes bombas de palenque, cuyo estampido movilizó el entusiasmo patriótico de los coruñeses, que en las calles del trayecto y, sobre todo, en la plaza de María Pita y en sus inmediaciones, tributó al Jefe del Estado clamorosas ovaciones y vítores.

El Generalísimo y su esposa hicieron el recorrido con el coche interiormente iluminado, para corresponder al homenaje popular, Al detenerse ante la puerta principal del Ayuntamiento el vehículo que conducía al Caudillo y esposa, la Banda Municipal de Música de  La Coruña  interpretó el himno nacional.

Esperaban al Jefe del Estado y a su esposa el alcalde, señor Molina; los ministros, altas personalidades y primeras autoridades de la región, que les cumplimentaron.

El Caudillo de España y su esposa Carmen Polo presiden en el palacio Municipal de La Coruña la cena de gala en su honor.

Precedidos por los maceros, pregoneros, heraldos, timbaleros y guardia municipal en uniforme de gran gala,   de la Corporación municipal, y por un grupo de gaitas vestidos con trajes regionales de Galicia, el Caudillo, su esposa, ministros y personalidades subieron por la escalinata de honor para dirigirse al despacho oficial de la Alcaldía, en donde poco después había de formarse la comitiva para dirigirse al salón en donde se celebró la cena de gala.

El Jefe del Estado daba el brazo a la esposa del ministro de Hacienda, y el alcalde, señor Molina, a la esposa del Caudillo

Durante la cena actuaron la Banda Municipal y la Coral Polifónica “El Eco”, bajo la dirección del maestro  Rodrigo A. De Santiago; la pianista señorita Carmen Rubín y la violinista señorita Carmen Varela; el trío Pro-Música, compuesto por la señorita Pilar Cruz y los señores Rodríguez Nache y Bejar; la cantante señorita Marisol Terol y los grupos folklóricos “Cantigas da Terra”, “F’ollas Novas” y “Aturuxo”.

A las doce y media de la noche, el Caudillo se asomó al balcón principal del Ayuntamiento, y su presencia fue acogida con clamorosos vitares y aplausos de la multitud, que llenaba por completo la plaza de María Pita, y donde se estaba celebrando una fiesta popular con actuación de bandas de música y grupos folklóricos. El Caudillo hubo de corresponder varias veces a las demostraciones de adhesión y afecto de los coruñeses.

Acto seguido dio comienzo una fantástica sesión de fuegos de artificio, terminada la cual, el Caudillo y su esposa emprendieron el regreso al Pazo de Meirás.

En la puerta principal del Ayuntamiento fueron despedidos por los ministros, autoridades y personalidades, a los acordes del himno Nacional, interpretado por  la banda municipal de música. Miles de coruñeses tomaron las calles, en una noche estrellada y veraniega, y saludaron con grandes aplausos y vítores el paso del vehículo donde viajaban el  Caudillo y su esposa, acompañados de su espectacular escolta motorizada, cuando inició el regreso en dirección a su residencia veraniega del Pazo de Meirás. Mientras, en la plaza de María Pita, daba comienzo una verbena, amenizada por dos conocidas orquestas coruñesas.