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Eugenio Pacelli a partir de 1917 fue obispo en Alemania durante 13 años. Curiosamente, se encontraba en Munich frente al edificio que más tarde se convertiría en la Casa Marrón, la cuna del nazismo.
El 1 de julio de 1933, Pacelli y Von Papen firmaron un concordato con Hitler que pudo, gracias a las gestiones secretas de la Santa Sede, reunir los apoyos parlamentarios que necesitaba para llegar al poder. La Iglesia alemana se vio entonces obligada a reconsiderar su anterior actitud hacia los nazis. Hitler estableció un impuesto que supuso un enorme caudal de recursos para la Iglesia ya que se deducía directamente de la nómina de los trabajadores católicos un 9 por 100 del total del salario bruto. A cambio de esto, pidió un favor añadido: la disolución del Zentrum, partido político católico alemán, lo que le concedió Pacelli. Además, Hitler se reservó como garantía el artículo 16 del Concordato según el cual todos los obispos alemanes estaban obligados a realizar el juramento de ser leal ante la bandera del Tercer Reich. Pacelli afirmaba que Hitler era un exaltado capaz de eliminar todo lo que suponía un obstáculo para él y que su obra “Mein Kampf” era espeluznante. Sin embargo, luego lo piropeaba diciendo que estaba encantado con el trato e incluso, en la catedral de Berlín se cantó el himno nazi. Durante una larga temporada, el Vaticano se mostró silencioso sobre las actividades de los nazis. Ni siquiera La Noche de los Cuchillos Largos (el 30 de junio de 1934) fue suficiente para romper este mutismo.
A partir de allí, empezó un sistemático acoso a los católicos alemanes, hasta tal punto que el Papa Pío XI con salud precaria, tuvo que escribir una encíclica en marzo de 1937. El culto a Dios se había sustituido por el culto a la raza. A pesar de ello, la condena fue demasiado tibia ya que no hablaba de manera explícita de antesemitismo ni se mencionaba por su nombre a Hitler. Por esta razón en 1938, Pío XI preparó otra encíclica donde plantaba cara abiertamente al racismo nazi. Sin embargo, esta última nunca salió a la luz. Existe una copia que fue encontrada en 1997 entre los documentos personales del Cardenal Eugene Tisserant, íntimo colaborador de Pio XI que ordenó tras su muerte la custodia de la encíclica en una caja de seguridad de un banco suizo. De haberse publicado este documento hubiera servido de advertencia a Hitler, frenando drásticamente su política racial. La fecha prevista para la publicación del documento era el 12 de febrero de 1939.
El gobierno alemán había pasado a convertirse en uno de los principales financiadores del Vaticano y, por este motivo, una parte de la Santa Sede miraba con aprensión su publicación. El papa Pío XI murió el 10 de febrero. El doctor Francesco Petacci, padre de Clara Petacci, la amante del Duce, fue curiosamente nombrado médico de Su Santidad y fue el último en haberle visto con vida. La insistencia de este nombramiento parece haber venido de una filtración a través de la cual Mussolini se enteró del proyecto de la encíclica. Nada más producirse la muerte del papa, el doctor Petacci y el Cardenal Pacelli ordenaron inmediatamente el embalsamamiento del cadáver. Tisserant relata la sospecha de que Pío XI había sido envenenado por medio de una inyección letal. De ser así, Su Santidad Pío XI murió asesinado por haber querido poner freno públicamente al nazismo, por orden de Hitler, con la colaboración directa de Mussolini y seguramente indirecta del futuro Pío XII. Grave acusación.
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Los que se enfrentaban a Alemania eran llenos de los masones y comunistas por otro lado. El autor parece echar trapos sucios sobre los papas anteriores del CVII.
Pio XII, no fue Obispo de Alemania, fue NUNCIO, en 1934,el cardenal Pacelli ( futuro Pio XII) estaba en Roma, por lo que no pudo autorizar en la catedral ningun acto nazi, echar mas porqueria en un uno de los mejores papa del siglo XX, es algo que dice muy poco de este medio
Suposiciones y suposiciones, con gravísimas acusaciones, y ningún fundamento serio detrás.
No me creo nada de todo lo que cuenta.
Así de claro.
Francha, totalmente de acuerdo contigo.
Y celebro mucho que visites este diario, que es el tuyo.
De cualquier forma, y sin ánimo de molestar, pñocos Papas ha habido tan ortodoxos como BENEDICTO XIII, el PAPA LUNA, único PAPA ARAGONÉS, por ahora…
Totalmente de acuerdo con usted.
En el fondo y en la forma.