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Pues sí, aquí también en el Belén de la Capilla del cementerio de Mingorrubio en el Pardo de Madrid también se representa ese Misterio. Ahí donde descanso nuestro venerado, apreciado y querido Caudillo Francisco Franco, para quienes realmente conocen la verdad de su historia y sus obras, cuya memoria intentan borrar tanto la masonería, el sionismo, el comunismo y otros enemigos de Dios y de su Iglesia que son los de él también, por el empeño que puso en protegerla y defenderla.

También Franco celebraba la Pascua Militar. Así le vemos cómo la conmemoraba.

Sí, se conmemora dentro de la sencillez del conjunto, gracias a la aportación de “Javier Cortés”, que no ha querido pasar ese detalle de que los visitantes contemplen ese Misterio, la de la adoración de los Reyes de Oriente Melchor, Gaspar y Baltasar. Y es que a nuestro amigo “Javier Cortés” no se le escapa una. Está en todo.

Mas, ¿qué se sabe de estos Santos Reyes, que luego con el tiempo abdicaron en sus legítimos herederos para retirarse al Monte del Sinaí, donde Moisés recibió las Tablas de la Ley del Señor, para vivir entregados a la vida de oración, de la penitencia y de la divina contemplación, siendo incluso visitados por Jesús en vida?.

Conozcamos un poco ese Monte Sagrado antes de continuar nuestra narración, ubicado en el desierto de Arabia y en donde «la emperatriz Santa Elena encontró los restos de los tres Reyes y los llevó a Bizancio, hoy Estambul, otrora Constantinopla, sede de su hijo el emperador San Constantino I Magno, siendo posteriormente trasladados a Milán, y de allí a Colonia, donde reposan desde el siglo XII.

Como bien es conocido, fue allí, en ese lugar, en donde Moisés llevó al pueblo israelita, librándoles de la esclavitud de Egipto, para recibir la Ley de Dios. Y, ¿quién no recuerda esos pasajes de la película de «Los Diez Mandamientos»?

Aquí veamos que nos cuentan los investigadores, estudiosos de los astros y científicos sobre ese tema que tanto les ha intrigado.

También, lo que nos cuentan varios místicos de este Misterio.

Y cómo fue rebelado este Misterio a Sor María Jesús de Ágreda.

Una vez puestos en situación y conociendo un poco tanto lo que nos cuentan las Sagradas Escrituras, los científicos e investigadores, como las revelaciones místicos-proféticas, veamos cómo estudiosos de temas bíblicos han recogido toda esa información seleccionando las que parecieron más verificadas e ilustrándonos aun más en el Misterio. Texto que al contener muchos detalles, no contado por San Mateo en su Evangelio, sirva para meditar mejor en dicha historia sagrada. Método por otra parte ya enseñada en los apartados anteriores I y II de esta trilogía de artículos navideños, cuyo móvil que suscitó a hacer el escrito fue por la exposición del Belén en el Panteón donde descansan los restos de Franco y su esposa Carmen Polo. Parece que no en vano se ha puesto, pues si tal exposición nada se hubiese escrito y publicado. Alabado sea Dios que sabe escribir derecho con renglones torcidos. Y como nos dice «Javier Cortés», Franco obra desde el Cielo a su manera. Pero obra. El nos proteja y nos guarde.

Recuerda que en el método de meditación expuesto se ha de considerar varias cosas a tener en cuenta para que sea fructífera y provechosa:

1. Deseos de conocer al Señor y sus obras para mejor servirle, imitarle y amarle. A tal fin se pedirá gracia.

2. Lectura total del capítulo.

3. Volver a cada párrafo. Y trabajar sobre él. Mirando lo que trata, respondiendo a esa pregunta. Es decir, profundizar más en ella. Ahí, sí Dios quisiere, le vendrá mayor entendimiento del misterio, ideas nuevas, inspiraciones, hábitos o virtudes que aprender aplicándolos en nuestras vidas, etc.

4. Así por cada párrafo.

5. Terminado ese trabajo, volver a cada párrafo, mirando, no ahora lo que trata, sino las gracias, emociones, inspiraciones, etc., recibidas, si el Señor le hizo tal merced.

6. Recrearse en el recuerdo del misterio en momentos de ocio o silencio: comidas, al anunciar el misterio del Rosario, Viacrucis, etc.

Así que, a crecer en el Señor para que nos dé su Gracia y Misericordia, el Cual «Vino a salvar lo que había perecido», a sacar al pecador de sus tinieblas, a revestirlo con el ropaje de la virtud y de su Gracia, y a acompañarlo y a asistirlo para que alcance la vida eterna.

Esta es la historia:

LA ADORACIÓN DE LOS TRES SANTOS REYES

Había a la sazón tres virtuosos Reyes llamados Melchor, Gaspar y Baltasar, que eran descendientes de Abraham y que profesaban la Fe judía. A estos tres reyes el Altísimo les favorecía con visiones y otras señales reveladoras del cumplimiento de las profecías mesiánicas. Cada uno de ellos sabía, por divina revelación, que cuando vieran una Estrella milagrosa sería la señal inconfundible de la Natividad del Redentor del mundo.

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Al nacer Jesús en Belén de Judá, en tiempos de Herodes el Grande, he aquí que los tres Reyes Magos, que ya se habían reunido en un lugar, vinieron para adorar al Divino Niño Jesús, guiados por la misteriosa Estrella, que ellos habían visto, la cual era el Espíritu Santo.

Mas, una vez entraron en el Reino de Judá, la Estrella que les guiaba desapareció, dejando a los Reyes desorientados; pues, aunque conocían que Jesús nacería en Belén, sin embargo ignoraban dónde se hallaba el Divino Niño. Por eso, el 5 de enero del año 1, los tres Reyes tuvieron que adentrarse en la ciudad de Jerusalén para informarse allí del lugar en que se hallaba el Mesías recién nacido. Y si bien la noticia de la Natividad del Salvador había corrido de boca en boca por Belén y Jerusalén, una gran parte de la ciudad, incluido el rey Herodes, no dieron crédito a tan magno acontecimiento.

Una vez que los tres Santos Reyes entraron en la ciudad, preguntaron: «Dónde está el Rey de los Judíos, que ha nacido? Vimos su Estrella en Oriente y venimos a adorarle». Y el rey Herodes, cuando tuvo noticia de ello, se turbó ante el temor de que un nuevo rey le quitara el trono. Y con él también se turbó toda Jerusalén. Por eso, el malvado rey, convocando a todos los príncipes sacerdotes y a los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Y ellos le dijeron: «En Belén de Judá; por que así está escrito por el Profeta Miqueas: ‘Y tú, Belén, también llamada Éfrata, pequeña ciudad eres en relación a otras muchas de Judá. Mas, en ti nacerá el Mesías Dominador, el Caudillo que gobernará a mi Pueblo de Israel’».

Entonces Herodes, invitando a su palacio a los tres Santos Reyes, a solas se informó de ellos del tiempo en que se les apareció la Estrella; pues, en su interior, buscaba la ocasión propicia para matar al Recién Nacido. Y luego, con malvado fingimiento, Herodes, encaminándoles a Belén, les dijo: «Id, e informaros bien del Niño; y cuando le hubiereis hallado, hacédmelo saber, para que también yo vaya a adorarle».

Los tres Santos Reyes, luego que esto oyeron de Herodes, se fueron. Y, a la salida de Jerusalén, se les apareció de nuevo la Estrella que les había guiado desde Oriente. Y cuando ellos la vieron, se regocijaron en gran manera. La Estrella iba delante de la regia caravana; y una vez llegada a la Gruta en que estaba el Niño, penetró en ella, y a la vista de los tres Reyes, se posó sobre la cabeza del Recién Nacido.

Era ya el 6 de Enero del año 1 cuando los tres Reyes Melchor, Gaspar y Baltasar, entrando en la Gruta de Belén, hallaron al Niño con María su Madre, acompañada de José su Esposo; y postrándose, le adoraron, recibiendo ellos gracias especiales. Seguidamente, abriendo sus tesoros, le ofrecieron al Niño los dones de oro, incienso y mirra. Después, los tres grandes Monarcas, y la comitiva real que les acompañaba, acamparon en las cercanías de Belén, desde donde iban y venían con frecuencia a la Gruta para adorar al Divino Niño.

La permanencia de los Santos Monarcas en las cercanías de la ciudad natal de Salvador, se prolongó hasta que el Arcángel San Gabriel les avisó para que partieran; pues providencialmente, con su presencia, salvaguardaban al Niño Jesús de la tiranía de Herodes hasta que la Sagrada Familia cumpliese con el rito legal de la Purificación de María y Presentación del Niño Jesús en el Templo.

Ahí tienes un texto maravilloso, en donde trabajar para conocer más y mejor la Vida del Señor y aprender de Él. Espero que, en tu trabajo de reflexión, te visite el Señor con sus inspiraciones y gracias para mejor sentir y vivir esta hermosa historia. Y yo, por mi parte, también trabajaré para no quedarme atrás y compartir con otros las cosas buenas recibidas que hacen sentir y vivir más la historia. Y así, «se coloque la luz encima del candelabro y no debajo del celemín», alumbrando a todos los de la casa, y le ayude a mejor conocer las grandezas del Señor, a alabarle, a amarle. Ya que, como dijo el Señor: «He venido a traer fuego sobre la Tierra (de su Amor Divino) y cuanto deseo que arda. El está ansioso por darnos esas gracias a aquellas almas de buena voluntad, que son esa buena tierra que sabrá que su semilla crecerá y dará fruto.

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Para más ilustración de este episodio también es interesante lo que nos ilustran otros relatos que confirman lo narrado por Sor María Jesús de Ágreda sobre la procedencia de los Santos Reyes y de la Estrella luminosa y milagrosa.

LOS TRES MAGOS DE ORIENTE

El día 6 de enero del año 1, fue la adoración del Niño Jesús por los tres Santos Reyes Melchor, Gaspar y Baltasar. Éstos eran descendientes del Santo Job, tatarabuelo del Patriarca Abrahán. Abrahán tuvo, de su mujer Cetura, entre otros, a Jecsán y Madián; Jecsán engendro a Sabá, y Madián a Edad. Los tres Santos Monarcas, procedían de esos descendientes de Abrahán y Cetura.

El nombre de Magos, indica que poseían gran Sabiduría y dotes místicos; especialmente se distinguían por sus profundos conocimientos de las Sagradas Escrituras., y también eran estudiosos de los astros, que nada tiene que ver esto último con las artes ocultas de magia, a las que jamás ellos se dedicaron. Además, sobresalían por su eminente religiosidad, profesaban la fe en el único y verdadero Dios, o sea, la fe judía, y esperaban con vehemencia el advenimiento del Mesías, observando en todo lo que les era posible la Ley de Moisés. Eran modelos de Reyes sabios y prudentes, por lo que gobernaban con rectitud y justicia sus estados.

El rey Melchor era de un territorio, hoy llamado Kuwait, colindante entre la antigua Caldea y Arabia, junto al golfo pérsico, al sur de Irak; el rey Gaspar reinaba en la antigua Elán, situada en al región en donde hoy se encuentra el puerto de Bushire, al oriente del golfo pérsico; y que hoy pertenece a Irán, la antigua Persia; y el rey Baltasar ostentaba el trono de Sabá, hoy Yemen, al sur de Arabia. Dichos virtuosos Monarcas eran independientes y de gran prestigio ante los demás reinos.

Melchor, era de color blanco moreno, con ojos, pelo y barbas negros; Gaspar, era de color blanco rosado, con pelo y barba rubios, ojos azules; y Baltasar era de color negro, con ojos, pelo y barba negros. La edad de los tres Reyes oscilaban entre los treinta y cinco y cuarenta años, siendo Melchor el mayor y Baltasar el menor.

También otros datos interesantes.

EN DÓNDE ACAMPARON LOS REYES DE ORIENTE

Así nos relata ciertos textos el lugar:

Después que los Tres Santos Reyes adoraron al Niño Jesús en el Portal, la numerosa comitiva real acampó en las cercanías de Belén, en donde hoy se halla la Iglesia de San Teodosio, fijando allí su residencia.

https://es.wikipedia.org/wiki/Monasterio_de_San_Teodosio

CUANDO RETORNARON A SUS PAISES

Así nos dicen también, ciertos textos que por su valor informativo es de mucha estima y de tener en cuenta:

Los Santos Reyes Magos, cuando retornaron a sus países, proclamaron el Nacimiento del Mesías, convirtiendo a muchos de sus súbditos. Años después, Melchor, Gaspar y Baltasar, abdicaron de sus coronas en sus legítimos herederos, retirándose al Monte Sinaí, para vivir entregados a la divina contemplación. Allí, Nuestro Señor Jesucristo los visitó durante el tercer año de su vida pública, instruyéndoles en la nueva Ley y administrándoles el Bautismo. Llegado su momento, conocieron, a través de una visión, la Muerte, Resurrección y Ascensión del Divino Maestro, falleciendo ellos un tiempo después. La emperatriz Santa Elena descubrió sus restos en el desierto de Arabia y los llevó a Bizancio, hoy Estambul, otrora Constantinopla, sede del Emperador San Constantino I Magno, siendo posteriormente trasladados a Milán, y de allí a Colonia, en donde reposan sus restos.

Recreémonos finalmente, con ciertas películas, donde se nos muestra cómo pudo ser esa visita de aquellos Reyes que pusieron sus reinados al servicio del Gran Rey de Reyes, Nuestro Señor Jesucristo. Cuyo ejemplo sublime también fue el Generalísimo y Caudillo de los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire D. Francisco Franco Bahamonde, que reconociendo a Cristo como su Gran Rey y Señor, puso a sus Pies su persona, su familia, sus bienes y su Patria. Cuan gran ejemplo es para muchos gobernantes su reinado, que antepuso los derechos de Dios y de su Iglesia ante aquellos que luchaban, como lo hacen muchos actualmente, por destruirlos y poner leyes contrarias a la Voluntad del Señor.

Feliz día de Reyes 2024

Onésimo García

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