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Entrevistamos a Sor María Aleluya, superiora del monasterio del Sagrado Corazón de Jesús de las Hermanas Pobres de Santa Clara de Cantalapiedra, que nos habla sobre su vocación, de la historia del monasterio y de cómo viven en plenitud la espiritualidad del Sagrado Corazón de Jesús.

¿Cómo nace en usted la vocación a la vida contemplativa?

Creo que sería más correcto hablar de cómo despierta la conciencia de la vocación a una vida contemplativa pues, por experiencia personal, sé que mi vocación, como cualquier otra, es algo que no ha “nacido” en un momento, sino que se ha tejido conmigo desde las entrañas maternas. Dios es un gran artista: su proyecto de amor es único para cada uno, tiene una forma concreta y la llamada es a dejarle hacer realidad su sueño en nosotros.

Yo tuve que dar muchas vueltas para ir descubriendo el plan que Dios tenía para mí. Fueron necesarios muchos toques de su gracia. Había una inquietud muy grande en mi corazón, una necesidad enorme de encontrar el sentido de mi vida, una conciencia clara de que lo que el mundo me ofrecía no podía satisfacer la sed de mi alma. Al no contar en mi familia con un ambiente de fe que pudiera responder a mis interrogantes, ni recibir educación religiosa en el colegio, emprendí una búsqueda Intensa de la verdad, pero sin orden ni concierto.

Experimenté la mano providente del Señor guiándome, muchas veces sirviéndose de lo que yo en ese momento consideré fracasos o frustraciones. Así llegué a una parroquia, al tiempo que trataba todavía con otras confesiones religiosas. Me involucré en un movimiento mariano y la Virgen se encargó de encauzarme. Con la ayuda de unas religiosas me embarqué en una experiencia de misión en Bolivia y, en medio de la selva, intuí que esa forma de entrega radical que mi corazón buscaba, la iba a encontrar siendo en el corazón de mi madre la Iglesia el amor, utilizando palabras de Santa Teresita.

¿Por qué bajo el carisma de las Clarisas?

Una vez más tengo que afirmar que no fui yo la que elegí las Clarisas. No se trató de una elección personal. Fue el Señor el que con infinita delicadeza fue marcando el camino. Sentí una llamada a vivir el Evangelio radicalmente a través de la pobreza, de la vida fraterna, derramando mi vida a los pies de Jesús Eucaristía.

Cuando la providencia de Dios me hizo llegar hasta un monasterio de hermanas pobres de Santa Clara y me encontré ante el Santísimo Sacramento expuesto para la adoración, todas las piezas encajaron y entendí que solo Dios podía ser el autor de ese plan. Más adelante, con el paso de los años, puedo proclamar que las obras de Dios son perfectas y que todo lo que he encontrado y he ido aprendiendo y descubriendo del carisma de nuestra madre Santa Clara, responde plenamente a esas inquietudes que bullían en mi corazón desde mi más temprana juventud.

Háblenos brevemente de la Madre María Amparo y de la fundación del Monasterio del Sagrado Corazón de Jesús…

Madre María Amparo fue un alma profundamente tocada por el Corazón de Jesús. Ella nació en 1889 y, muy de niña tuvo lo que ella llamaba un “sueño”: Vio una casa, semejante a un convento, fundado sobre un río de gracias que brotaban del Corazón de Jesús. Allí vio llegar a las almas en figura de palomas para beber en ese Corazón que las acogía con amor entrañable.

Siendo tan niña, no le desveló el Señor todo el sentido de esa visión. A lo largo de los años iría clarificando, con ayuda de su santo director, el Padre Juan González Arintero, que ese monasterio al que ella anhelaría ir para servir al Corazón de Jesús en él, no existía en ningún lugar, sino que era su misión ser el instrumento para que esa obra se llevara a cabo. Como a otra Margarita María —santa a la que Madre María Amparo tenía grandísima devoción—, ella también escuchó del Corazón de Jesús la petición de consuelo, amor y reparación por tanto desamor e indiferencia como recibía de muchos, especialmente de las almas consagradas y sacerdotales.

Sabiéndose absolutamente incapaz, entre otras cosas por su más que precario estado de salud, pero absolutamente abandonada al poder de Aquel que le aseguraba que la Fundación no era obra de criaturas sino solo suya, se lanzó al mar de la confianza afrontando lo que, para la mayoría, era una absoluta locura. Tan solo un año después de que España fuera consagrada al Corazón de Jesús, en mayo de 1920, se fundaba en la pequeña villa de Cantalapiedra este monasterio dedicado al Sagrado Corazón con el deseo de ser como una Betania en la que el Señor pudiera hallar su descanso.

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Los inicios estuvieron marcados por la más absoluta pobreza, pero como suele acontecer, fue una pobreza muy fecunda pues, si bien la Fundación comenzó en una pequeña casita de la plaza, con capacidad para unas 10 hermanas, a los pocos años tuvieron que comenzar las obras de construcción del actual monasterio, ya que no había lugar para todas esas “palomas” que venían a beber del Río de Gracias, tal y como madre María Amparo había visto en su profético sueño.

Dentro de las clarisas, ustedes tienen una vinculación especial con el Sagrado Corazón de Jesús… ¿Cómo viven esta gracia?

Nuestra vida ES la espiritualidad del Corazón de Jesús porque consiste simplemente en reconocer y admirar el amor extremo de Cristo por nosotros y tratar de corresponder a él con nuestra vida de entrega, adoración y alabanza. Todas las dimensiones de nuestra vida están inmersas en esta realidad. Algo especialmente hermoso en todo esto es que descubrimos que el carisma recibido de nuestros santos padres, Francisco y Clara de Asís, brota directamente de este deseo de corresponder al amor del Corazón humano y divino de Cristo.

San Francisco es el que se encuentra con un Cristo de San Damián, resucitado, pero con el costado abierto y sangrando, que le pide: “¡repara!”. Santa Clara es la que habiendo contemplado ese amor extremo del Hijo de Dios por nosotros nos pide a sus hijas que correspondamos amando totalmente al que totalmente se entregó por nuestro amor.

De aquí que todas las facetas propias de nuestro carisma franciscano-clariano: la pobreza, la penitencia, la vida fraterna, la adoración eucarística, la alabanza… Todo, absolutamente todo, lo vivimos desde el deseo de responder a la llamada que el Corazón de Jesús sigue haciéndonos a nosotras, tal y como la entendió nuestra Madre María Amparo: Mira mi Corazón y ámame.

¿Cuáles eran las principales virtudes de la Madre fundadora?

Quizá podría destacarse en ella, entre otras, la virtud de la humildad. Una humildad vivida en la más auténtica sencillez y naturalidad en medio de una vida extraordinaria. Ella misma hablaba de su “vocación a no ser”: No ser ella misma o por sí misma, sino tratar de desaparecer, de modo que el Corazón de Jesús fuera en su lugar, amar a todos en su lugar y desde ella. Y esta era, de hecho, su oración frecuente: “Haz, Jesús mío, mi corazón semejante al tuyo, y que lo tenga, siempre y para todos, como tú lo tienes para mí: lleno de misericordia y compasión”.

¿En qué fase se encuentra su proceso de beatificación?

El 2 de julio de 1994, San Juan Pablo II firmó el decreto de sus virtudes heroicas, es decir, ya es venerable y estamos a la espera de que, cuando llegue la hora de Dios, y si esa es su voluntad, pueda realizarse y ser reconocido un milagro que abriría el paso hacia la beatificación.

¿Cómo intentan ser fieles al carisma fundacional de la Madre María Amparo?

Como ella, procuramos vivir a la escucha, sentadas a los pies del Maestro, pendientes de cada latido de su Corazón para descubrir su voluntad y tratar de cumplirla permaneciendo en su amor. Fruto de este “permanecer en su amor” es una intensa y profunda vida fraterna, tesoro que nos suplicó encarecidamente que cuidáramos y defendiéramos siempre. “En materia de caridad —nos decía—, los extremos son necesarios”. Ella deseaba que nuestra comunidad hiciera exclamar: “mirad cómo se aman”. Esto procuramos cultivarlo cada día, y el que 55 hermanas, con edades comprendidas entre los 19 y los 100 años, vivamos en comunión y felices, sin ninguna dificultad por nuestras diferencias generacionales, con todo lo que estas conllevan, es ya un pequeño milagro cotidiano del que Dios nos hace testigos.

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¿Por qué las órdenes que tratan de vivir con el fervor original de sus fundadores son las que más vocaciones tienen?

Nuestros fundadores recibieron del Espíritu Santo un carisma en la Iglesia y para la Iglesia. Creemos que es en la fidelidad al Espíritu Santo, origen tanto del carisma como de la vocación de cada llamado, donde se responde a esta pregunta. Él, que es el origen, es el que da también el incremento, pero para eso hay que permanecer donde Él se da: con la Iglesia esposa, junto al costado abierto del Salvador, viviendo en la Verdad. El corazón humano está sediento de esa verdad, bondad y belleza que una auténtica fidelidad creativa pone de manifiesto, por eso cuando la encuentra, la abraza. Así, el mismo que hizo atractiva nuestra vocación hace 800 años, la hace hoy.

¿Cómo están viviendo este año el 350 aniversario de las apariciones del Sagrado Corazón de Jesús a Santa Margarita?

Lo estamos viviendo de una manera muy intensa. En primer lugar, estamos preparándonos para renovar nuestra consagración personal y comunitaria, pero además, el Corazón de Jesús ha sembrado en la comunidad un grandísimo deseo de que Él sea conocido y amado por muchos más. Llega hasta nuestro monasterio el grito de tantos que se encuentran rotos, que necesitan saberse amados por este Corazón, que buscan un refugio, que necesitan la esperanza de conocer su misericordia infinita… No podemos menos que pedirle al Señor que nos permita ser como ese indicador que está para señalar a todos dónde brota la fuente de la que necesitan beber.

¿Qué actividades quieren hacer para propagar esta devoción?

Como contemplativas, nuestra principal actividad es la oración, y en este trato íntimo con el Señor, Él nos habla, nos contagia sus deseos de amor, consuelo y reparación, por eso surge en nosotras el querer que muchos se consagren a su Corazón y así lo estamos pidiendo. Ojalá, Dios quiera que todo el mundo vuelva a ser consagrado a Él.

Como contribución concreta, en el contexto de este aniversario, estamos preparando una “corazonada”. Así hemos llamado a la iniciativa con la que queremos facilitar a todos los que lo deseen que puedan escuchar la promesa que Jesus asoció a la comunión reparadora de los nueve primeros viernes de mes, tal y como se lo reveló a Santa Margarita María. Para esto tendremos una Misa vespertina los primeros viernes, desde octubre hasta junio de 2025, a continuación, habrá posibilidad de quedar en adoración eucarística durante turnos en la noche, y a la mañana siguiente nos hablarán del Corazón de Jesús para que podamos aprender de Él y conocerle cada vez mejor.

Para facilitar la asistencia, un familiar de una de las hermanas ha creado un blog con el fin de informar de los detalles de estas jornadas (corazonada.clarisascantalapiedra.org). Dios quiera que sean muchos los que escuchen el grito: ¡el Amor no es amado!, y se empeñen en devolver amor por Amor.

Autor

Javier Navascués
Javier Navascués
Subdirector de Ñ TV España. Presentador de radio y TV, speaker y guionista.

Ha sido redactor deportivo de El Periódico de Aragón y Canal 44. Ha colaborado en medios como EWTN, Radio María, NSE, y Canal Sant Josep y Agnus Dei Prod. Actor en el documental del Cura de Ars y en otro trabajo contra el marxismo cultural, John Navasco. Tiene vídeos virales como El Master Plan o El Valle no se toca.

Tiene un blog en InfoCatólica y participa en medios como Somatemps, Tradición Viva, Ahora Información, Gloria TV, Español Digital y Radio Reconquista en Dallas, Texas. Colaboró con Javier Cárdenas en su podcast de OKDIARIO.