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Les dejo un excelente artículo de Rivanera Carles, autor argentino, sobre la Economía y la Cosmovisión Nacionalsocialista.

Rivanera Carles ha defendido con enorme valor, al cristianismo verdadero, que nada tiene de judaico, y que ha sido el baluarte de Occidente y el defensor de la Europa eterna durante largos siglos, hasta que el enemigo lo infiltró y le dio un golpe colosal en el horrendo Concilio Vaticueva II.

 

FEDERICO RIVANERA CARLÉS

 

La concepción doctrinaria del Nacionalsocialismo -cuya enorme significación histórica huelga resaltar- ha sido completamente ocultada a los ojos de los pueblos a través de una montaña de mentiras y de burdas patrañas e incluso, paradójicamente, hasta no pocos de sus partidarios actuales poseen sobre él un conocimiento rudimentario. Durante la existencia del Tercer Reich, la imperiosa necesidad de contrarrestar, aunque fuera parcialmente, la descomunal y calumniosa propaganda aliada, impidió la divulgación masiva fuera de Alemania de los textos fundamentales de un pensamiento filosófico-político al que puede calificarse sin exageración, como el más revolucionario de la historia.

La agobiante e ininterrumpida campaña de acción psicológica, de escala mundial, orquestada por el judaísmo internacional y sus agentes liberales y marxistas ha cubierto de ludibrio y de fango todo lo que sea Nacionalsocialismo y esto ha sido realizado de modo tal, que para la mayoría de la gente se trata de un movimiento de feroces y peligrosos monstruos preocupados exclusivamente en someter al universo y satisfacer sus enfermizos y sádicos instintos. En semejante clima, hábilmente prefabricado, no puede pretenderse no ya la menor simpatía por los camisas pardas, sino ni siquiera interés alguno en conocer su ideario.

Se puede sostener cualquier ideología por más absurda y antinatural que ella sea, se puede profesar abiertamente el marxismo -que circula tranquilamente por el mundo libre -, pero los campeones de la libertad de pensamiento (una de las muletillas utilizadas contra la Alemania de Hitler), no permiten que nadie proclame su fe nacionalsocialista, bajo amenaza de ser fulminado por los rayos de los dioses del Olimpo democrático. ¡Hasta se deforma el nombre de la doctrina, llamándola peyorativamente “nazismo”!

Pese a todo, algunos sectores de las nuevas generaciones, hastiados del infierno de la sociedad de consumo, no son ya atrapados por las seducciones del “paraíso” rojo. Observan desdeñosamente las mistificaciones que los rodean y los que aún no han abrazado el estandarte de la cruz gamada, han comenzado a prestarle respetuosa atención, encontrando en él, con razón, una atracción irresistible. ¡Es que empieza a descubrirse que los enemigos del Movimiento Nacionalsocialista son justamente los verdugos y los explotadores de la humanidad!

Nada más indicado para aprehender la esencia de la cosmovisión hitleriana que recurrir a su fuente más autorizada: la Biblioteca Oficial del Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores (N.S.D.A.P.). Precisamente el Cuaderno Nº 1 de la misma lo constituye EL PROGRAMA NACIONALSOCIALISTA, analizado por su Director, el célebre Gottfried Feder -designado expresamente por el Führer responsable de la difusión y definición ideológica -, autor del no menos célebre Manifiesto para el quebrantamiento de la servidumbre del interés, uno de los ejes del Nacionalsocialismo.

Resulta sumamente difícil hallar las palabras adecuadas para poner de manifiesto la trascendencia, el sentido profundamente revolucionario y la tremenda vitalidad histórica que trasunta este Programa que modelará, a no dudarlo, el mundo del mañana.

Si bien el Programa Nacionalsocialista es de una claridad y precisión tales que, prácticamente, nos eximen de todo comentario cabe, sin embargo, hacer una acotación en un punto crucial: el que se refiere al campo económico-social. Un análisis superficial que no tenga en consideración todos los datos del problema, puede hacernos incurrir en el grave error de suponer que el Nacionalsocialismo defendió las estructuras capitalistas, tal como sostiene la propaganda comunista. La lectura del Programa parecería ratificar esta afirmación dado que, efectivamente, la propiedad individualista de los medios de producción (que no otra cosa es el capitalismo) es, aunque con reservas, aceptada. ¿Cómo se entiende esto? ¿Cuál es realmente la postura nacionalsocialista en este aspecto? Veamos.

En primer término, reparemos que el Nacionalsocialismo, como los restantes Movimientos nacionales del siglo, a diferencia del demoliberalismo y del marxismo que son engendros de laboratorio, irrumpe en la escena histórica como una reacción natural, biológica, de la Comunidad avasallada, por tanto, es comprensible que encerrara inicialmente ciertas falencias en sus formulaciones teóricas que con posterioridad serían superadas sobre la marcha. Por otro lado, lo que cuenta en un movimiento revolucionario no es la letra sino el espíritu que lo anima. Y precisamente en el espíritu nacionalsocialista campea una radical y violenta oposición al capitalismo. ¿No se habla en el Programa, acaso, de la lucha entre el Trabajo -encarnado por el NSDAP – y el Capital – personificado en el judaísmo y los sistemas burgueses, democráticos y marxistas, que le sirven dócilmente?-. ¿No dice Feder que el Nacionalsocialismo es del todo distinto que el Capitalismo? Ha sido el propio Hitler quien calificó a la tesis del “quebrantamiento de la servidumbre del interés” -según podrá constatar el lector – como la esencia del Nacionalsocialismo (que, por lo demás, no se denominó así por simple capricho u oportunismo). Y la servidumbre del interés” es, a su vez, la esencia de la sociedad capitalista.

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La coyuntura especialísima en que se desenvolvió la Revolución Nacionalsocialista, incidió negativamente sobre el desarrollo orgánico de su posición anticapitalista. Al acceder al poder, Hitler se encontró con una Alemania sumida en la ruina más indescriptible y cercada por poderosísimos enemigos. Había, por ende, forzosamente que efectuar el proceso revolucionario en dos etapas, la primera de las cuales tenía como fin la liberación política y la construcción del Estado Nuevo, única manera de enfrentar con alguna posibilidad de éxito a los enemigos externos que querían impedir a toda costa la resurrección alemana (en la que estaba implícita la resurrección de la Civilización blanca), lo que desgraciadamente a la larga sucedió.

La segunda fase revolucionaria, la liberación total de la Comunidad de las formas burguesas, debía quedar para más adelante, puesto que las alteraciones en el ritmo de la producción que automáticamente trae aparejada toda modificación de las relaciones en el seno de la empresa, acarrearían inevitablemente consecuencias fatales para Alemania, que no se hallaba en condiciones de derrochar energías de ninguna índole y que debía, con rapidez fulmínea, volear la totalidad de sus fuerzas en el plano de la política exterior.

Ante ello, el régimen nacionalsocialista evidenciando una vez más su autenticidad revolucionaria, decidió llevar a cabo una serie de experiencias pilotos en el ámbito económico-social, destinadas inteligentemente a preparar el camino que la Nación transitaría en el porvenir, superadas las graves contingencias del presente. En tal sentido se fomentó la creación de empresas basadas en la propiedad comunitaria de las herramientas de trabajo como la famosa Volkswagen, ejemplo de capacidad productiva y de eficiencia técnica. Paralelamente, se instauró el Frente del Trabajo Alemán, cuyas características eran las siguientes: 1. Integración de todas las empresas industriales y agropecuarias de Alemania, a la que se definía -en este aspecto – como una gigantesca comunidad de producción; 2. Modificación sustancial de la sociedad anónima, lo cual significó: a. transformar las acciones en simples obligaciones; b. traspasar casi íntegramente la plusvalía a manos del Estado, quien la distribuía en función de las necesidades nacionales; el capitalista recibía un ínfimo porcentaje que a partir de 1939 quedó reducido sólo al 3 % anual; responsabilizar ante la Comunidad al jefe de la empresa del desempleo eficaz de la misma. (Esta fiscalización se realizó por intermedio de diversos organismos, el principal de los cuales era el originalísimo Tribunal de Honor Social).

Asimismo se prohibió bajo pena de muerte el interés del dinero, hecho inédito en las sociedades contemporáneas. El préstamo recuperó su antiguo sentido comunitario, dejando de ser usura legalizada. El dinero volvió a ser concebido como mero instrumento de intercambio de bienes y servicios en lugar de medio de lucro y de opresión de la Nación, como sucede en la democracia. La economía se apartó del patrón oro para basarse, como corresponde a su naturaleza, en la capacidad de producción nacional.

Como puede comprobarse de hecho el Capitalismo había desaparecido. Aunque no se podía en ese momento, como hemos visto, efectivizar el cambio integral de la infraestructura económico-social, el sistema nacionalsocialista no se limitó -como en otros países – a paliar o suprimir sólo los efectos de aquél sino que lo hirió de muerte. La clase burguesa casi no existía y había sido despojada de todo su poder.

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En el terreno de las realidades concretas, ¿quién ha aventajado al Nacionalsocialismo? El tan declamado socialismo de los países marxistas es sólo una máscara que no logra ya disimular un brutal capitalismo de Estado, más tiránico aún que el de tipo demoliberal por su grado de concentración, en el cual una nueva clase de oligarcas lleva al paroxismo la expoliación de los productores. El Nacionalsocialismo, en cambio, ha sido y es el único movimiento genuinamente revolucionario y liberador. Es el verdadero socialismo, esto es, la síntesis totalitaria y armoniosa que resulta de la complementación orgánica de los conceptos de propiedad y de sociedad.

La circunstancia de que el régimen hitleriano haya tenido sólo doce años de vida, la mayor parte de los cuales fueron absorbidos por la guerra y sus prolegómenos, hacen aún más sorprendente y encomiable la inmensa obra realizada. ¡Qué metas se habrían alcanzado con un margen sólo un poco más dilatado de tiempo! Sus adversarios lo sabían y actuaron en consecuencia para impedirlo.

Valiéndose de las más descaradas y cínicas provocaciones, obligaron al enemigo mortal de su intereses a una guerra prematura en la cual una colosal desproporción de efectivos, frustró la empresa casi increíble de la Alemania Nacionalsocialista.

Queremos señalar, por último, que la creencia bastante extendida que circunscribe el Nacionalsocialismo a Alemania, es absolutamente equivoca y entraña un prejuicio acientífico forjado deliberadamente por los sofistas burgueses. Por el contrario, en tanto es la expresión orgánica del orden social natural, posee validez universal e implica la única respuesta histórica válida para nuestra hoy sojuzgada raza aria, creadora de las más elevadas manifestaciones de la cultura y del espíritu humanos.

Adolf Hitler sucumbió voluntariamente con su pueblo -en la catástrofe histórica de mayor dimensión que haya sufrido Occidente – en cumplimiento del Programa que el lector tiene entre sus manos. A través del mismo, sin embargo, el Führer sigue viviendo en sus fieles combatientes que día a día se acrecientan. El Nacionalsocialismo constituye la garantía de su eternidad.

De ahí la importancia excepcional que revista EL PROGRAMA NACIONALSOCIALISTA, basamento inesquivable de un Nuevo Orden que inexorablemente se impondrá y cuyos signos germinales comienzan a vislumbrarse.

 

FEDERICO RIVANERA CARLES.

Buenos Aires, octubre de 1975.

 

Notas:

1- A consecuencia del humillante “Tratado” de Versalles y de la oprobiosa República de Weimar, impuestos por las Plutocracias vencedoras en la Gran Guerra de 1914-18

2- Esta ha sido, básicamente, la fórmula que hizo posible implementar una economía de guerra que convirtió a Alemania, en un par de años, en la primera potencia militar del planeta, y conjuntamente en la Nación de más alto nivel de justicia social, fenómeno incomprensible para los seudoeconomistas burgueses y marxistas.

3- Dicho cargo, por lo general, no era ejercido por los dueños del capital -cuyos derechos eran ya nominales – puesto que se trata de una función – técnica.

4- En la propia URSS, además de sustraerse a los obreros el producto de su trabajo, ha comenzado a implantarse paulatinamente el lucro en las empresas.

5- Ello motivó la aparentemente inconcebible proposición de Churchill de que serían reconocidas las exigencias germanas con la sola condición de la vuelta al patrón oro que, como es sabido, es la clave del poder judío mundial del que era testaferro el primer ministro británico.

6- Esta verdad irrefutable y trascendente tal fue lúcidamente comprendida por las juventudes de toda Europa que la avalaron con su sangre y su martirio en las legendarias divisiones de la Waffen-SS.

7- Las tensiones sociales que se traslucen en los reiterados intentos de muchos de sus habitantes de abandonar el territorio y las sublevaciones obreras y campesinas -aunque violentamente reprimidas siempre latentes – acaecidas en casi todos los países torturados por el bolcheviquismo, son las pruebas dramáticas de lo expuesto. 

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