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Este fue el primer personaje mitológico de la factoría Renaixença. Cuenta la leyenda que, en el siglo VIII, este personaje ya reclamaba la catalanidad, la tierra y la patria. En algunos supuestos documentos se le conoce como Otger Golante. El personaje apareció por primera vez en 1438 en el libro Las Historias y Conquistas del reyalme Darago y principado de Cathalunya, escrito por mosén Pere Tomic, cuya edición impresa data del 1495.
Este libro es el típico de la época que va desde la Creación del mundo hasta el reinado de Alfonso V de Aragón. En él se explican leyendas y se da mucha importancia a los nobles catalanes, aragoneses y valencianos que formaban parte de la Corona de Aragón. Además, se explican una serie de leyendas. El libro se fue retocando a lo largo de los años y se hace una última versión en 1886.
Según la leyenda Otger Cataló se enfrentó a los sarracenos junto con Guerau d’Alemany; Bernat d’Anglesola; Galceran de Cervelló; Galceran de Cervera; Bernat Roger d’Erill; Hug de Mataplana; Dapifer de Montcada; Galceran de Pinós; Gispert de Ribelles. A estos se les conoce como los nueve caballeros de la tierra o Nueve Barones de la Fama. Todos ellos juraron ante el altar de Nuestra Señora de Montgrony reconquistar los territorios ocupados por los sarracenos. Lo cierto es que estos personajes tampoco existieron. Las baronías que defendían se crearon muchos años después de sus supuestas andanzas y ninguno de ellos se llamaba así. Casi todas esas baronías están datadas tres siglos después. Por su parte la baronía de Alemany nunca existió y los portadores de este apellido fueron barones de Cervelló.
No es raro que los Barones de la Fama fueran nueve. El 9 se considera como el máximo representante del ideal de la caballería. Fueron 9 los caballeros que fundaron la Orden del Temple. Fueron 9 los compromisarios que se reunieron en el Compromiso de Caspe. Y 9 tenían que ser las baronía que formaban la vieja Cataluña, aunque una no existió jamás. Y si contamos, los nueves barones y le sumamos a Otger Cataló el resultado nos da 10. Con lo cual se rompe lo que acabamos de decir. Nada de todo esto. Cuenta la leyenda que Cataluña debe su nombre a Otger Cataló. Con lo cual cerraban el círculo. ¿Y cómo es eso?
El nombre Otger significa, en lengua germánica, patria. Así pues, Otger Cataló se traduce como patria catalana. Con lo cual ya tenemos el origen del nombre Cataluña. Un caballero cedió su nombre o inspiró el origen etimológico de estas tierras. Y es que, cuando no hay un bagaje identitario uno se tiene que inventar. Y eso es lo que pasa con este personaje. Parece ser que Otger Cataló coincide en el nombre y en la fecha de defunción con Otger (671-735), Arcomte de Catalanum (710-735), duque de Aquitania, quien murió en la batalla por la reconquista de Roses y fue enterrado en el Monasterio de la isla de Ré (Francia). A pesar de lo dicho, es significativo que la última edición del libro de mosén Pere Tomic fuera en el 1886. En esa época la factoría Renaixença estaban haciendo de las suyas para construir algo que demostrara lo imposible. Y Pedro Tomic no fue el único autor que fue tergiversado.
Cuando uno no tiene nada en lo que apoyar una estructura mitológica, mediática e histórica tiene que beber de las fuentes conocidas para crear seres que nunca han estado presente en la cultura tradicional de un pueblo. El centro de Europa ha sido clave en todas estas historias. Es más, personajes como Otger Cataló son comunes en otros países. Recordemos que el Rey Arturo es un personaje mitológico y lo mismo pretendían con Otger Cataló, pero les salió mal. ¿Por qué? No llegó a mito y pocos catalanes conocen su existencia.
La leyenda. El etnólogo y folklorista Joan Amades i Gelats recogió en El Pirineu. Tradicions i llegendes la leyenda titulada Los nueve barones de la fama. En ella se recoge lo que hemos hablado de Otger Cataló y los 9 barones que lo siguieron. En el último párrafo se pone de manifiesto una contradicción con respecto a los escudos de armas. En aquella época no existían. Es más, ninguno de los apellidos o familias que nombra tienen en su escudo de armas un galgo con un collar de oro. El galgo aparece, por ejemplo, en el apellido Cabanillas, pero no en los otros. Sin embargo, vale la pena conocer aquella especial reconquista catalana contra los musulmanes. La leyenda dice así:
“La primera vez que los moros invadieron nuestra tierra llevaban tanto empuje que con poco se habrían hecho dueños de toda Europa si por todas partes no hubieran llegado los guerreros más valientes para detenerlos. En los Pirineos quedaron parados por una barrera. Hubo un choque tan fuerte que se puede decir que casi no quedó nadie, pero al menos cortaron la gran furia de los moros, que no pudieron avanzar ni un paso más allá de la gran cordillera.
Todos los guerreros que vinieron de fuera cayeron en la brega, excepto uno de los más bravos y valientes, que, gravemente herido y más muerto que vivo, quedó perdido en uno de los desfiladeros más ásperos y altivos del Ripollès, en la cima de la montaña de Montgrony. Se llamaba Otger Cataló. Vivió mucho tiempo en una tienda sin más compañía que un perro que lo curaba lamiendo las llagas. Se alimentaba de frutas del bosque y de la leche que le llevaban las ciervas, las cabras y las ovejas que pastaban solas por aquella montaña. Cada día afilaba las armas con la esperanza de volver a teñir con sangre sarracena. Después de hacer vida solitaria sin ver a ninguna persona, y cuando se sintió bastante repuesto de cuerpo y de alma después de la gran derrota, decidió llamar a la gente de la tierra que había sobrevivido a la gran derrota para emprender la reconquista de la tierra del poder musulmán. Y una hermosa mañana de mayo sonó el cuerno con tanta fuerza que se sintió recuperado del todo, y hasta los rincones más alejados y escondidos latieron corazones deseosos de luchar hasta conseguir sacar los moros. El perro, que era más ligero que el viento, enardecido por el sonido del cuerno de su dueño, se lanzó tierras allá y llegó hasta las tierras de las gentes más notables y prestigiosas, y empujado por la fe y el entusiasmo que le había comunicado su dueño les hizo entender que había que armarse, reunir su gente y disponerse para el combate.
Todo el mundo respondió a la llamada. De nuevo de lugares diferentes vinieron otros caballeros seguidos de una tropa de guerreros valientes, sedientos de venganza; eran los señores de Cervelló, de Erill, de Pinós, de Ribelles, de Moncada, de Alemany, de Mataplana, de Anglesola, y de Cervera, que, reunidos bajo el mando de Otger, se conjuraron a luchar hasta la muerte para sacar los árabes de la tierra. Ante la imagen de la Virgen de Montgrony extendieron sus espadas y juraron fidelidad a su voluntad y su palabra. Cada uno de ellos seguidos por los niños de su gente emprendió un camino diferente y puso a contribución todo su esfuerzo para lograr su propósito; todos lo consiguieron. Otger se encaminó hacia la marina y murió luchando contra los moros de Roses. Fue el único que murió en la lucha. Cataluña se vio limpia de moros, pero tuvo que llorar la pérdida del gran jefe de la Reconquista.
En agradecimiento al perro, que con su esfuerzo tanto contribuyó a la victoria, el caudillo Otger, mientras duraba la lucha, adoptó como escudo la figura del gánguil (galgo) con un collar dorado como galardón de su mérito. Después de muerto el gran capitán, los nueve caballeros que lo siguieron se titularon barones, y cada uno se adueñó de las tierras que había limpiado de moros, y para honrar el caudillo adoptaron para sus armas el distintivo del perro, que había tomado el héroe distinguiéndose entre ellos por el color del fondo y del símbolo. Y también lo adoptaron como escudo de la tierra, de manera que la primera enseña de Cataluña fue un gánguil con un collar dorado y en actitud de correr hasta que el conde Wilfredo el Belloso le dio las cuatro barras de su propia sangre”.
Como dicen los italianos, si non è vero, è ben trovato. El problema radica cuando estas leyendas algunos las convierten en realidad y las incluyen en los libros de historia.
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