22/11/2024 01:59
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Con la llegada del incipiente otoño el idílico paraje de El Molino del Manto  saca, de nuevo, a pasear su duende y se viste de gala para dar a conocer, en sus ya apreciadas Jornadas de la guitarra española SON Estrella Galicia, lo mejor del flamenco, en estado latente.

Tras las calurosas palabras de acogida y reencuentro por parte de su anfitrión y el apoyo, incondicional, a este puro arte, de la firma cervecera, se dio a conocer el estupendo cartel de esta especial tarde velada y consagrada ya, novena edición.

Rompió el respetable en aplausos cuando el escenario de la espaciosa jaima  del recinto se arranco con la potente y profunda voz de la cantautora María Toledo. Primera estrella del certamen.

Quien a pesar de su avanzado estado de gestación, embarazada de siete meses, no impidió, en absoluto, disfrutar de su cante y su arte al piano.  Y trae del otro lado del flamenco lo que más le gusta,  aparte de comer, cantar y cantar éxitos de grandes artistas como Las Grecas, Antonio Vega o la Niña de los Peines.  Porque María es mucho como se pudo apreciar en este transoceánico viaje de México lindo y querido hasta este viejo Molino en las proximidades de Chinchón, con sus afamadas pero aflamencadas rancheras dentro de su último trabajo “Ranchera flamenca” y cantes populares como ese “Cielito lindo” o su fusión, debido a su gran inquietud  por otras culturas y músicas populares como la persa, con quien deleito a los asistentes con un par de piezas junto a un gran amigo artista nativo, al acorde de instrumento medio oriental.

Infatigable colaboradora con grandes como Lin Cortés, Miguel Poveda o María Jiménez, gracias a su gran versatilidad, la manchega que luce apellido y tripita orgullosa, con canción para su futuro bebé, abre las puertas de nuevas formas y estilos de entender el Flamenco, en todos sus palos, con toques airosos de pop, trap o su más reciente proyecto homenaje al maestro Manuel de Falla, dirigido por Iker Sánchez Silva junto a la Bilbao Sinfonietta.

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Una estela de estrella que dejo paso a otra Jerónimo Maya.  De esas que ya de niño despuntan y rebosan arte por todos sus poros.  Su debut en el Carnegie Hall junto a nombres de la talla de Paco de Lucía o Enrique Morente , firman su impecable hoja de ruta. Sonido puro y limpio como el solo sabe hacer gemir a la guitarra, un maestro.  Inmerso también en lo que aporta el mestizaje al arte de otras culturas, presenta trabajo junto al turco  Erdal Akkaya.  “Cuando uno se encuentran con otra cultura diferente se conoce mejor el interior de cada uno”.

A su expresión le acompaño Tomasito al baile y cante sin igual junto a los punteos de piezas clásicas y novedosas de su reciente álbum  “Coto cerrado”. Toda una reflexión que mezcla atrevimiento y respeto sobre la guitarra flamenca y su particular visión del mundo.

Tiempo de recesión, de refrescar la garganta y recargar fuerzas para seguir disfrutando  de todo el entorno, el misterio, el encanto, la oportunidad de ver a los grandes, con un agradecido guiso, en tan singular marco del manto madrileño donde volvió a sonar los acordes de esta seña de identidad tan nuestra como es la guitarra.

En esta ocasión, con un virtuoso como José Manuel Cañizares  Autor de sus composiciones, arrojo toda su experiencia en un paseo sonoro desde lo clásico a lo más vanguardista.  Introspección, Nota a destacar ha sido el único guitarrista flamenco invitado por la Filarmónica de Berlín, en la que interpretó, nada menos, que el Concierto de Aranjuez, a la batuta magistral de Sir Simon Rattle.

Y es que sus numerosos reconocimientos, como el Nacional de Guitarra (1982) o el Flamenco Hoy en varias ocasiones avalan su trayectoria artística de décadas.

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De él también son las B.S.O. de cintas como “La Lola se va a los Puertos” o “La Jota” de Carlos Saura. Su astucia y gran capacidad de aprendizaje le han dado su sitio, su trono, convertido en ese genio de las cuerdas que muchos puristas en su momento le tildaron de “loco”.

A la caída de la noche, la magia va increscendo, se agudiza, pero el ingenio no decae, en una velada sin duda vibrante, trepidante, con la explosión final del artista invitado, “el traductor automático  del compás” Tomasito. ¿Qué decir?

Ya la gran Lola Flores decía… “Que venga Tomasito (Tomás Moreno) y nos de gloria”. Dicho y hecho. El broche final brillo con su cardiaco arte jerezano, casi abstracto, a ritmo frenético de baile, cante de palabras diluidas en percusión y cuerda, taconeo, rap…  Chufla y bulerias. Un chute de vida. El jazz le rinde pleitesía, que llegó, piso el escenario y subió a todos los demás de esta novena edición para la gran foto final de familia, la traca, e hizo levantar a un público entregado, efervescente, que ama lo bueno, el sonido puro y limpio de esta bandera nuestra, mundial, que es el Flamenco, y se quedo con ganas de más, a juzgar por los bis, muy a su pesar. Habrá que esperar a la próxima.

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