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La Mesta era bastante más que el paso de cañadas, corrales para el ganado o un chozo para refugiar a los pastores. Fue una organización ganadera de la Corona de Castilla para la defensa de los ganaderos frente a los privilegios de los agricultores, cuya legislación fue exportada en 1529 a las Américas, para el fomento del desarrollo ganadero y crear rutas pecuarias. Para que luego digan ciertos gobernantes indocumentados de allende los mares, que deberíamos pedir perdón por fusionar nuestra civilización hispana con la de los pueblos del entonces decadente continente americano.

El Concejo de la Mesta lo creó en 1273 Alfonso X el Sabio. Agrupaba a todos los pastores de Castilla y León en una asociación ibérica, otorgándoles prerrogativas y privilegios, eximirles del servicio militar, testificar en los juicios y derechos de paso y pastoreo.

Con anterioridad, los ganaderos se reunían en concejos, denominados «mestas», cuya palabra proviene de mixta, con el significado de “mezcla”, con el fin de tratar de los asuntos de sus ganados, gobierno económico o para distinguir y separar los animales sin dueño conocido.

Durante la Edad Media añaden nuevos privilegios reales a la Mesta, como más tarde pasaría a denominarse, junto con una fiscalización especial para protegerla de los agricultores, lo que provocó largos e incontables pleitos hasta el año 1836, en que quedó abolida.

La Mesta ha sido considerada una de las agrupaciones corporativas o gremiales más sobresalientes de Europa, durante la Edad Media su primer gremio ganadero, si bien hubo corporaciones locales de ganaderos anteriores en Aragón.

Una organización democrática de pequeños ganaderos.

La Mesta nace como una organización democrática de pequeños ganaderos, reunidos por Alfonso X por vez primera en 1273. Una organización de ganaderos, hasta que Carlos V, necesitado de dinero para sus proyectos imperiales, acomodada para que fuera controlada por grandes propietarios nobles y eclesiásticos.

El 2 de agosto de 1273, el rey Alfonso X concedió un privilegio a la asociación de ganaderos que cada año se reunían bajo el «haya pomposa», cerca de Barbadillo de Herreros, concediéndoles el título de «Honrado». Fue la primera institución de derecho público en favor de las ovejas.​

Plantearon líneas de investigación vinculadas a la «realidad social» de la Mesta, basada en la trashumancia castellana, en la que eclesiásticos y propietarios de grandes rebaños, formarían el germen de una nueva organización de intereses y privilegios de la trashumancia. Así se justificaría el conflicto entre ganaderos y agricultores.

Otros, apoyándose en el hecho de la trashumancia, añaden valor e importancia a la aparición de la oveja merina, cuya lana sería el principal producto exportador de Castilla durante la Baja Edad Media y la Edad Moderna. Llegaron a decir que sin oveja merina no habría Mesta; oveja que llegó a la Península desde el Magreb. Esta tesis tiene detractores al comprobar la baja presencia de este ganado en Andalucía, más cerca geográfica y culturalmente con el Norte de África; o a Aragón, cuyas rutas comerciales ya conocían la lana de oveja merina, vendida, al menos, en Túnez.

Pastores y labradores enfrentados.

En la España medieval, durante la Reconquista, los reinos cristianos y musulmanes estaban separados por una amplia franja de territorio de hasta 100 km de anchura, casi despoblado; era tierra de nadie sometida a incursiones bélicas de los bandos cristianos y musulmanes. En ella no labraban porque los enfrentamientos tenían lugar durante el buen tiempo, en época de cosechas, quedando sometidas éstas al fuego o al saqueo.

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Este territorio era aprovechado por los pastores, cuyo ganado podía moverse en trashumancia; lo recorrían durante el otoño y el invierno, y en primavera y verano subían a las montañas del norte, más húmedas y con pastos durante el tiempo cálido. La base de la economía era la oveja merina, cuya lana, de gran calidad, era apreciada en toda Europa, y también la oveja churra, para carne y leche. Los mayores mercados de la lana estaban en Medina del Campo y Burgos. Conforme avanza la Reconquista, estas tierras se repueblan y labran, mientras se establecía otra franja de tierra de nadie más hacia el sur.

Alfonso X el Sabio fue el legislador de la Mesta.

Fernando III dio un gran impulso a la Reconquista en el siglo XIII, al incorporar a sus reinos gran cantidad de territorios recuperados y hacer tributarios a los reinos moros que aún quedaban: la tierra de nadie es ahora segura y los labradores roturan los pastos y prohíben el paso de los ganados que se comían las plantas verdes. Como otra gran riqueza de Castilla era el trigo, Alfonso X el Sabio legisla para defender los intereses de unos y otros, reinicia las cosechas y establece caminos para el ganado entre las tierras cultivadas (cañadas, cuerdas, cordeles, etc.) que facilitan la trashumancia y el paso entre zonas de pastos y otras, generalmente situadas en zonas de difícil roturación.

Recordemos los hitos históricos de la Mesta

Las agrupaciones de pastores y ganaderos se unen en la «Real sociedad de ganaderos de la Mesta», según el privilegio del Rey Sabio de 1273, en Gualda, aunque su denominación y reglamentación sería de 1347, reinando Alfonso XI. Intentaron evitar conflictos entre unos y otros, autorizando que los ganaderos cruzaran con sus rebaños dos veces al año. Consiguieron evitarlos con la creación de itinerarios específicos: a los de mayor anchura llamaron cañadas y a las más destacadas llamaron cañadas reales.

En las cortes de Toledo de 1480, acordaron dejar libre el paso de rebaños entre Aragón y Castilla, gracias al apoyo dado por los Reyes Católicos a la Mesta. Ese mismo año, otro decreto real otorgaba libertad absoluta para el tránsito de ganados entre ambos reinos. Con todo lo cual se protegía la actividad ganadera a la vez que incrementaba los ingresos de la corona mediante el arrendamiento y venta de derechos de pastos. A partir de entonces, el presidente de la Mesta sería el miembro más antiguo del Consejo Real.

Alcanzó su máximo esplendor en 1492, año en que los campesinos consideraron excesivos los privilegios concedidos a la Mesta. De ahí viene el dicho popular: “Tres Santas y un Honrado tienen al pueblo agobiado”; las santas eran: la Santa Inquisición, la Santa Cruzada y la Santa Hermandad; el trío se completaba con el Honrado Concejo de la Mesta.​

Desde el año 1500, la Mesta se organiza celebrando dos asambleas al año, una en el sur de la Península entre enero y febrero, y la otra en el norte, entre los meses de septiembre y octubre, para asuntos internos, la organización de las trashumancias, el orden de paso y la elección cargos de la Mesta.

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Los cargos principales: el presidente, cuatro alcaldes de cuadrilla y los alcaldes mayores. También tenían jueces de comisión, encargados de juzgar y multar a los que no cumplieran la normativa.

El desconocimiento de esta poderosa institución llegó a provocar todo tipo de especulaciones y hasta una “leyenda negra”; aseguraban que, desde los Reyes Católicos, la Mesta era una máquina perfecta por su organización, atribuciones y actuaciones.

Sin duda, ésta fue una organización muy poderosa debido a los privilegios otorgados por los reyes, ya que la lana era un producto que Castilla exportaba a Europa. El criterio consistía en fomentar la producción de lana, a veces en detrimento de la agricultura. Fue el caso de Extremadura, que estuvo a punto de perder su agricultura, cuando antes era dominante. Por eso acusaron a la Mesta de ser la causante de la deforestación sufrida en la Península a lo largo de la historia, ya que el ganado necesitaba mucho pasto para alimentarse.

La decadencia y desaparición de esta organización en el año 1836 tuvo varios motivos: la pérdida del monopolio mundial de producción de lana merina (lana de alta calidad), a causa del robo de ganado durante la invasión de Napoleón, produciendo la caída de precios y la pérdida de mercados. Consideraron que la salud en el norte de Europa y Estados Unidos dependía de la cantidad de lana disponible por su moradores.

Otras razones fueron: los elevados precios locales y la consecuente pérdida de competitividad; los conflictos entre ganaderos y la industria, que les limitaban privilegios; las guerras con Portugal, que impidieron el uso de muchas cañadas; la creciente necesidad de dinero de la Corona.

Principales cañadas reales

Estas fueron las mayores cañadas reales por las que circulaba el ganado de la Mesta:

– Cañada Real de La Plata: partía de León, atravesaba Zamora, Salamanca, Béjar y desde allí iba a Plasencia, Cáceres, Mérida y Badajoz, con ramificaciones hasta Portugal y Andalucía.

– Cañadas reales leonesas; cañadas reales sorianas; en ambos casos una oriental y otra occidental.

– Cañada Real Segoviana: partía de La Rioja con dos ramales, el primero se dirigía al suroeste por Burgos, Palencia, Segovia y Ávila, para unirse en Béjar con la leonesa, y el segundo partía de Cameros y pasaba por Soria, Sigüenza, El Escorial hasta Talavera de la Reina, continuando por un ramal hacia Guadalupe, Almadén y llegaba al valle del Guadalquivir.

– Cañada Real Manchega: nacía en Cuenca con las llanuras murcianas, atravesando La Mancha y parte alta de la cuenca del Guadalquivir.

– Cañada Real Conquense; Cañada Real de Fuengirola.

Cuando las cañadas se aproximaban a sus destinos, había una serie de caminos menores, con nombres adecuados a su importancia: cuerdas, cordeles, etc., que servían para repartir el ganado por las zonas de pastos.

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