07/07/2024 09:02
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La III República será otra cosa

SEGÚN DEJÓ ESCRITO JULIO ANGUITA

Primero habrá que hacer republicanos

Confieso que este fue uno de los temas que más discutimos en nuestras aisladas reuniones de año en año desde que nos conocimos. Yo vivía en Madrid y él en Córdoba y nos veíamos todos los años un día entre el 3 y el 5 de abril. Quizás porque es una fecha señalada para los tres, porque cuando yo lo conocí, ellos, o sea, él y Antonio Pérez Otero, que a la sazón era Director del grupo escolar donde impartía sus clases el amigo Anguita: antes porque ese día de 1940 nací yo, él poco después y porque ese mismo día yo fui al entierro de mi madre y allí me lo encontré a él… y ya no dejamos de ser amigos. También en Madrid nos vimos con frecuencia. Pero, por eso con el paso de los años fijamos ya esa fecha como cita y entrevista obligada. Así que todos los años hasta que me vine a Córdoba, yo también, nos veíamos en la cafetería de “La Corredera”, tomábamos nuestros vinos, nuestros boquerones en vinagre y le dábamos un repaso a la situación política que ya vivíamos. Primero su oposición total a José María Aznar y no por lo que hacía sino por lo que dejaba de hacer.

Luego, e inesperadamente por el grandísimo atentado de Atocha de los 192 muertos y más de 2000 heridos, lo cambió todo. Y España volvió a ser un “guirigay” desde que alcanzó el Poder el loco más loco de todos los locos de los Presidentes que ha tenido España: José Luis Rodríguez Zapatero, y llegó el todavía más loco (¡y eso parecía imposible!), y en esas estamos. Pero, a las fechas que estamos, 2024, y los tres y en recuerdo de mi madre hicieron aquella reunión algo espiritual, tanto que desaparecidos los 3, yo no he faltado a mi cita y cada 5 de abril yo acudo a mi Córdoba para celebrar mi aniversario (¡ya 84!) y recordar a mis mejores amigos:

Sin embargo, hoy no les voy a traer a estas páginas por el recuerdo que les debo, sino porque quiero continuar sus deseos en vida y mostrar cómo se puede llegar a ser buen republicano.

Aproximación a la III República

El último candidato que surgió a la palestra fue el cordobés Julio Anguita, el que fuera Alcalde de Córdoba y Coordinador General de Izquierda Unida. Y la Coalición lo proclamó por unanimidad del Comité Federal reunido exprofeso para su elección, dado el enorme prestigio de Anguita y su rotunda defensa de la República.

Eso sucedía el día 13 de enero y el sábado día 16 ya estaba sentado en la tribuna de oradores que se había instalado en el escenario del Gran Teatro de Córdoba. El Partido había elegido un local cerrado a petición del propio Anguita, que a sus 75 años, aunque gozaba de muy buena salud y mantenía una figura esbelta y como de 30 años más joven, no era partidario de los mítines al aire libre. El Gran Teatro tiene una capacidad para 2.100 personas sentadas, que no sólo fueron todas ocupadas sino que hasta había gente en los pasillos y en las escaleras, e incluso otros simpatizantes en las puertas del teatro, que casi llenaba el paseo del Gran Capitán.

Julio Anguita, tras la emocionante presentación que le había hecho el actual Coordinador General de Izquierda Unida, Cayo Lara, sacó sus papeles y con una voz potente pero adiestrada, leyó estas palabras:

Aproximación a la III República

Es obvio que esta aproximación que se plantea debe partir de una serie de afirmaciones o de precisiones que ayuden a situar en el día de hoy la presentación del discurso y su incardinación en la realidad. Desde mi punto de vista estas afirmaciones previas son las siguientes:

1ª.- La República no es simplemente una forma de Estado que se caracteriza esencialmente en hacer electiva la Presidencia de la jefatura del Estado en vez de que ésta sea hereditaria. Es mucho más que eso; aunque esa condición de elegibilidad sea imprescindible. La República es una concepción de Estado caracterizada por unos determinados principios, valores, contenidos, funcionamiento institucional y vinculación a la realidad social de la cual emana como representación libremente consentida.

2ª.- En consecuencia con lo anterior se impone que toda propuesta republicana aparezca como alternativa democrática a la realidad existente. Una alternativa que debe ser conformada, desarrollada y apoyada por el mayor respaldo ciudadano. Una tarea que debemos comenzar ya.

3ª.- Nuestra defensa y participación en todos los procesos, actos, movilizaciones y desarrollos de la Memoria Histórica no pueden confundirse con nuestra propuesta republicana como si ésta fuese una simple continuidad de la II República. Nuestro proyecto republicano es deudor de la I y II Repúblicas en la medida en que éstas son antecedentes históricos que han aportado elementos, referencias y valores que debemos hacer nuestros, pero sin olvidar que nuestra idea de República es para el siglo XXI con todas las características que en él se dan.

La memoria de la II República sirve para informar, educar, concienciar estimular; es una fase diferenciada de la de elaboración, movilización y capacidad prepositiva. No mezclemos ambas tareas. Una se apoya en la otra; pero desde la diferenciación histórico-temporal y prepositiva.

4ª.- Las dos Repúblicas que ha habido en España han significado el intento de conseguir una sociedad basada en los principios de racionalidad, justicia, democracia, educación y modernidad que pueden seguirse como un hilo conductor a través de la Historia de España y que concretados en personas, movimientos, tendencias, reflexiones y acciones de gobierno han intentado cambiar, no sólo las ideas ancladas en presupuestos que ya no tenían en Europa el mismo predicamento sino también el orden económico basado en la gran propiedad agraria, la democracia conculcada o demediada, la alianza entre el Trono y el Altar y el desprecio por la Ciencia tanto en su aspectos teóricos como en sus aplicaciones prácticas y tecnológicas. Solamente en Cataluña y bajo el proteccionismo más intervencionista o en el País Vasco bajo presupuestos ultramontanos parecería que se ha escapado a esa realidad. Sin embargo y cuando se observa de cerca tampoco las diferencias (que las hay) han sido muy determinantes.

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5ª.- En conclusión, hacer una aproximación a la propuesta de III República que nosotros queremos establecer un discurso que se presente ante la sociedad actual como una consecuencia de nuestro pasado remoto y más inmediato junto con la aceptación del reto que la actual situación presenta.

La propuesta republicana

El proyecto que quiero someter a debate ciudadano es consecuencia de la respuesta a tres preguntas claves:

  1. ¿Por qué? Es decir, qué justifica, explica o demanda la necesidad de construir una alternativa republicana.

  1. ¿Qué? Qué tipo de República se quiere, cuáles son sus contenidos, qué líneas maestras vertebran su Constitución (Constitución Formal), qué alianzas suscita el proyecto (Constitución Material).

  1. ¿Cómo? Las características del proceso, la estrategia de largo aliento y las previsiones tácticas posibles. El proceso constituyente

Abordar la primera pregunta es desarrollar tres contenidos que a modo de razones de peso conducen a responder con la alternativa republicana a la actual coyuntura económica, social, política y de valores que se explícita en un estado de anemia de la sociedad española. Estas razones son tres:

1ª.- La herencia republicana.

2ª.- El agotamiento de la Transición.

3ª.- La crisis de civilización y su manifestación en la formación social española.

La herencia republicana

Conviene distinguir entre la historia del republicanismo español y las concreciones históricas que han significado la I República (1873) y la II República (1931-1939). Los avatares del republicanismo histórico comienzan oficialmente con la creación del Partido Demócrata en 1849 y se desarrolla en una serie de acontecimientos que yendo desde 1869 con la creación del Partido Republicano se manifiestan en escisiones, enfren- tamientos entre dirigentes, oscilaciones pendulares entre una expresión del ideario conectada con los sentimientos populares y otra más proclive a la intervención exclusiva desde las instituciones y una permanente decantación entre dos opciones que se manifestarán claramente a principios del siglo XX: la concepción burguesa de República Liberal y la concepción republicana más ligada a los intereses, objetivos y métodos del Movimiento Obre- ro. Las siglas partidos y de tendencias republicanas son numerosas pero destacan entre todas las siguientes: Federales y Unionistas durante la I República. Unión Republicana creada en 1903 y encabezada por Salmerón en la que pronto surgen tendencias: «gubernamentales» de Melquíades Álvarez y el Bloque de Izquierdas de Lerroux. Partido Radical-Socialista de Lerroux. En 1908. En 1910 el Bloque de Izquierdas pasa a ser Conjunción Republicano-Socialista. En ese año se crea en Cataluña la Unión Federal Nacionalista Republicana (UFNR). En 1917 y con fines electorales la Alianza de Izquierdas formada por republicanos y socialistas. Y así se llega a los albores de la II República.

Si tuviéramos que señalar en un apretado resumen las características del republicanismo desde su nacimiento diríamos que éste no fue sólo ni preferentemente una idea inspirada en la predilección por la forma electiva de la Jefatura del Estado (sin obviarlo nunca) sino una concepción del orden político basada en los siguientes principios:

  1. Democratización de la vida pública.

  2. Sufragio universal

  3. Eliminación de los privilegios sociales.

  4. Atenuación de las diferencias sociales.

  5. Racionalización y laicización de la vida intelectual y moral, Separación entre la Iglesia y el Estado.

  6. Apuesta por la cultura y la enseñanza pública

  7. Supresión de la esclavitud (que en las colonias españolas se mantuvo hasta 1898)

  8. Supresión del servicio militar a través de quintas y levas.

  9. Supresión de determinados impuestos y arbitrios municipales como el de consumos.

Aumento del peso específico de los ayuntamientos en la estructura del Estado.

Y ya en la II República:

  1. Sufragio universal para las mujeres.

  2. Reforma Agraria (aunque lenta e insuficiente).

  3. Ley de términos municipales para favorecer a los jornaleros de las localidades.

  1. Impulso extraordinario a la Enseñanza y a la Cultura.

  2. Apuesta por la Paz (Artículo 6 de la Constitución)

  3. Respeto escrupuloso a la legalidad internacional.

Para una mayor percepción de los avances en el terreno de las medidas modernizadoras deben consultarse los textos constitucionales: El de la I República (redactado pero no debatido ni aprobado) y el de la II.

Al tratar de reflexionar sobre las dos experiencias republicanas habidas tenemos una serie de comparaciones entra ambas que pueden servirnos de experiencia a la hora de abordar la III República.

En cuanto a su biografía moral sólo puedo decir unas cuantas cosas. Que en un mundo de pícaros, de falsos, de corruptos, de chaqueteros, de ladrones, de traidores, de canallas, de apóstatas, granujas, chorizos, trajinantes, comisionistas, mitineros y de más ralea haya un hombre íntegro y honesto es casi un milagro. Y eso es y ha sido siempre Julio Anguita, un hombre honesto y honrado. Un hombre que jamás traspasó los límites de la ética, un estoico a lo Séneca (aunque Anguita supera a Séneca, puesto que el filósofo decía unas cosas y hacía en su vida otras. Anguita, por el contrario, nunca dijo nada ni hizo nada que contradijera sus pensamientos y sus obras). O sea, un hombre consecuente, y de esos apenas si quedan en esta España decadente que estamos sufriendo. No hay más que repasar sus años de gestión pura como alcalde de Córdoba para comprobar que allí donde esté Julio Anguita imperará siempre la decencia y el control riguroso en la administración (“DONDE YO ESTÉ NO HABRÁ CORRUPCIÓN”). Esa ética, esa moral, es la que le hizo pasar como “un bicho raro” en su recorrido político activo. Aquí eso de la ética no se conoce. Y esa moral es la que le llevó a la pérdida de la fe, cuando comprobó que la Iglesia era la primera que había pisoteado la ética cristiana y la que le llevó a enfrentarse con el obispo de Córdoba siendo alcalde. Por su interés reproduzco parte de la carta abierta que le envió al obispo Infante Florido en 1981. Le decía entre otras cosas: “No es habitual en esta Alcaldía contestar públicamente a las opiniones, críticas o alabanzas que sobre la gestión municipal hacen los ciudadanos; a las críticas se contesta corrigiendo los errores que denuncian y a las opiniones con el respetuoso silencio. Sin embargo las declaraciones de don José Antonio Infante Florido merecen una especial atención porque además de ser ciudadano cordobés es la máxima autoridad sobre los cristianos católicos de nuestra ciudad y presumiblemente portavoz oficial en cuestiones religiosas de un amplio sector de la población cordobesa….Señor obispo: usted valora y juzga (creo que más bien por tendencias inerciales o reflejos condicionados de otras épocas) desde supuestos anteriores a la Constitución de 1978. No si sabe que la pequeña mezquita entregada en los jardines del Campo de la Merced (llamada vulgarmente “el morabito”) fue mandada a construir para el culto religioso de las tropas musulmanas del ejército de Franco y que, entonces, ninguna jerarquía religiosa protestó por aquello. Su ilustrísima califica de error histórico la cesión de ambas mezquitas a la comunidad musulmana; yo, desde su puesto, desde su responsabilidad, desde la memoria histórica de las institución que representa me tentaría antes la ropa a la hora de hablar de errores históricos, sobre eso, por delicadeza es mejor no hablar….Señor obispo, usted dice:”…estas decisiones municipales… van más allá del área de competencias que una gestión pública pueda realizar para el bien de una colectividad…”. Yo quisiera tranquilizar al ciudadano Infantes Florido; no se preocupe usted, la decisión es perfectamente legal y totalmente dentro de las competencias municipales, tranquilícese, se lo dice quien está perfectamente legitimado por el voto de los suyos (cosa ésta de la elección, interesante y conveniente de trasplantar a otras instituciones). Pero lo mismo que ha intentado tranquilizar o argumentar a don José Antonio Infante Florido tengo que decirle al señor obispo de los católicos cordobeses, con respeto, con muchísimo respeto, que recuerde aquello de los zapatos del zapatero y las once varas de la camisa. Atentamente. Su alcalde.”

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O sea, un hombre que no se casa ni con su padre, un hombre que le dice las verdades del barquero a quien corresponda, aunque sea el obispo de Córdoba. Un hombre que por encima de las conveniencias defiende siempre lo justo, aunque ello le cree problemas, enemistades o pérdidas de votos. Por eso, yo y muchos más le votamos siempre mientras estuvo en activo, porque sabíamos que donde Anguita esté y pueda hablar Anguita defenderá contra viento y marea la verdad, al menos “su verdad”. Muchos estamos convencidos de que Anguita nunca aceptará sin protestar la corrupción y las corruptelas. No es de extrañar pues que los socialistas, con Felipe González al frente, le declararan la guerra cuando denunció una y otra vez la corrupción del caso Filesa o el más grave de los GAL. Entonces se le acusó de cerrar la pinza con Aznar para atacar al PSOE, pero no hubo tal pinza, lo que hubo fue una rebelión contra los casos de corrupción. Eso se llama ética y ético es por encima de todo Julio Anguita.

Julio Merino

Periodista y Miembro de la Real Academia de Córdoba

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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