21/05/2024 07:28
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Pedro José Grande Sánchez (Madrid, 1976) es doctor en Filosofía y actualmente profesor e investigador en la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid. También ha realizado estudios de Teología en la Universidad de Navarra y de Humanidades en la UNIR. Es autor de varios libros, ensayos y traducciones, y además dirige la colección «Autores del Pensamiento Hispánico» en la editorial SND.

En esta ocasión analiza su obra Edith Stein: Servir a la humanidad.

¿Por qué un libro sobre Edith Stein, que luego tomaría el nombre en religión de Santa Benedicta de la Cruz?

Precisamente, lo que he querido mostrar en este libro es el camino que siguió Edith Stein para que pudiese tomar el nombre de Teresa Benedicta de la Cruz y llegar a ser proclamada santa por la Iglesia Católica en el siglo XX. El libro se centra principalmente en su período anterior a la conversión y posterior toma de hábito. Un estudio sobre la génesis de la empatía, tema de investigación de su tesis doctoral.

¿Qué es lo que aporta esta mujer filósofa primero y religiosa después en nuestro mundo secularizado?

Hoy, todo testimonio de fe, como ayer y siempre, constituyen un ejemplo y también un misterio para los hombres y mujeres que caminan en este mundo, sea más o menos secularizado. En este sentido, como afirma el Catecismo de la Iglesia Católica, «los testigos que nos han precedido en el Reino, especialmente los que la Iglesia reconoce como “santos”, participan en la tradición viva de la oración, por el testimonio de sus vidas, por la transmisión de sus escritos y por su oración hoy. Contemplan a Dios, lo alaban y no dejan de cuidar de aquellos que han quedado en la tierra. Al “entrar en la alegría” de su Señor, han sido “constituidos sobre lo mucho”. Su intercesión es su más alto servicio al plan de Dios. Podemos y debemos rogarles que intercedan por nosotros y por el mundo entero» (CIC, n.º 2683)

¿Por qué es interesante su camino de conversión particular?

Porque, bajo mi humilde opinión, su camino nos revela el misterio de la acción de Dios, así como la respuesta libre y voluntaria de una joven del siglo XX. Una mujer sencilla e inteligente, que nació en el seno de una familia judía, y que poco a poco fue alejándose de su fe hasta el punto de llegar a la completa y total indiferencia religiosa; que se comprometió con su tiempo, participando en acciones humanitarias como enfermera durante la primera Guerra Mundial; y que, unido a todo esto, sintió el suave rocío de Dios en sus estudios de Filosofía, y en las personas que el Señor le fue poniendo en su camino. En definitiva, la historia de una conversión del corazón, ¿qué puede ser más interesante? No olvidemos que el deseo de Dios sigue inscrito en nuestros corazones, aunque no lo veamos.

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Es muy significativo que se convirtiese tras leer a Santa Teresa y en ella encontró la verdad que buscaba, que es Cristo…

En efecto, la vida de Santa Teresa de Jesús ha hecho, y sigue haciendo, muchos santos. Y aunque su lectura fue determinante, también es cierto que su conversión no llegó en ese preciso momento. Como ya he comentado hay una evolución interior, una serie de disposiciones en su alma que favorecieron esa apertura. Creo que es importante que subrayemos esto, porque, de lo contrario, se puede ofrecer una imagen errónea de la conversión. Si una persona no creyente leyera la vida de santa Teresa y no sintiera nada, al cerrar el libro podría asegurar que no hay nada más que hacer. Evidentemente, para Dios no hay nada imposible, pero lo que quiero decir es que los cauces para la conversión, la mayoría de las veces, se producen en la vida ordinaria, en el día a día, y para cada uno además hay un tiempo. Dicho de otra manera, la conversión se produce en la vida cotidiana.

¿Cómo fue la evolución de pensamiento y el impacto del realismo tomista en sus esquemas fenomenológicos?

Esta pregunta es muy interesante para los que nos interesa la filosofía teórica, de modo que intentaré ser muy breve para que todos nuestros lectores puedan conocer un poco el estado de la cuestión. Edith Stein entra en la Filosofía a través de la Fenomenología, una de las corrientes filosóficas más importantes del siglo XX, pero en el proceso de conversión del que venimos hablando, el interés por la filosofía perenne, esto es, el pensamiento aristotélico-tomista, comienza a estar presente en sus análisis.

Su ensayo de confrontación entre la Fenomenología de Husserl y la filosofía de Santo Tomás de Aquino con motivo del 70 aniversario de su maestro Husserl en 1929, constituye un primer paso en su intento por establecer puntos de unión entre ambos métodos. Análisis que la terminarán conduciendo a su obra cumbre Ser finito y ser Eterno. Ensayo de una ascensión al sentido del ser (1936). Para Edith Stein el principal vínculo entre la fenomenología y el tomismo se encuentra en el análisis objetivo de las esencias.

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¿Qué supone su testimonio martirial para culminar su obra de intelectual y de conversa?

El martirio constituye el supremo testimonio de la verdad de la fe para los hijos de Dios. ¿Qué más se puede decir? «Ninguna obra espiritual –escribió santa Teresa Benedicta de la Cruz– viene al mundo sin grandes tribulaciones. Desafía siempre a todo el hombre», estas fueron las palabras que San Juan Pablo II recordó en su homilía de la Sta. Misa de canonización.

¿Por qué fue proclamada copatrona de Europa y mártir de la fe?

Porque su testimonio constituye fundamentalmente un ejemplo de que la vida es mucho más fuerte que la muerte. Por muy convulso que sea nuestro mundo, la santidad de testigos como Santa Teresa Benedicta de la Cruz, víctima inocente, representan un signo y modelo de esperanza para nuestro tiempo.

¿Quiere decir algunas palabras para terminar?

Simplemente, agradecerle este tiempo de entrevista y desear a todos los lectores de Edith Stein: Servir a la humanidad que encuentren lo que están buscando…

Datos del libro: Edith Stein: servir a la humanidad, Voz de Papel Premium, Madrid, 2022, págs. 137. Pedro José Grande Sánchez.

Javier Navascués

Autor

Javier Navascués
Javier Navascués
Subdirector de Ñ TV España. Presentador de radio y TV, speaker y guionista.

Ha sido redactor deportivo de El Periódico de Aragón y Canal 44. Ha colaborado en medios como EWTN, Radio María, NSE, y Canal Sant Josep y Agnus Dei Prod. Actor en el documental del Cura de Ars y en otro trabajo contra el marxismo cultural, John Navasco. Tiene vídeos virales como El Master Plan o El Valle no se toca.

Tiene un blog en InfoCatólica y participa en medios como Somatemps, Tradición Viva, Ahora Información, Gloria TV, Español Digital y Radio Reconquista en Dallas, Texas. Colaboró con Javier Cárdenas en su podcast de OKDIARIO.
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Perpetuo socorro

«Santa» Edith Stein, falsa conversa y uno de los faros más nocivos del postcatolicismo montiniano, quien por algo fue declarada «Patrona de Europa», sí, por las mismas fuerzas masónicas que pretenden corromper y demoler la Cristiandad. ¿De verdad es acertado hacer pasar a esta seudocatólica como ejemplo de nada? Ella personifica como casi nadie mejor el envenenado «Vía Crucis del Pueblo Judío», un calvario que «anula» el de Nuestro Señor Jesucristo y lo sustituye por el del Pueblo Elegido…

José Ignacio Herrera Badía

«Firmo» lo escrito…

Carlos Andres

No me cabe duda de que el libro está escrito con buena intención, pero a veces la buena intención no basta.

Esta es una neosanta muy sospechosa. Nunca entenderé que se la ponga entre las mártires, porque mártir es quien muere asesinado por razón de su fe. Esta señora murió por no abandonar a una hermana. Estar con los suyos hasta la muerte es una cosa que dice muy bien de ella, pero en ningún caso puede ser prueba de martirio. Por cierto, ni siquiera hay constancia de que fuera asesinada. Que la hayan hecho patrona de Europa es lo que faltaba para el duro.

Dicho esto, ella no tiene ninguna culpa de que otros hayan utilizado su caso.

Terminus

Edith Stein, Maximiliano Kolbe, José Kentenich y pocos más, fueron, en efecto, lamentabilísimas víctimas de una guerra con rasgos apocalípticos (teniendo en cuenta el mensaje de la Santísima Virgen María en Fátima (Portugal) y del Señor a Sta. Faustina Kowalska sobre Rusia y Polonia, en ésta última) que, contra el infernal comunismo, se libró en Europa el siglo pasado, del mismo modo que aquí, en España, no es menos cierto que 16 sacerdotes antiespañoles de Vascongadas, fueron fusilados por los católicos verdaderos, los nacionales, en el transcurso de la Cruzada en las provincias de Guipúzcoa y Vizcaya, por su apostasía de odio a España y los españoles y servicio al odio a España y los españoles por encima de su supuesto «amor» a Dios, que profesaba el partido político del acomplejado racial y subnormal Sabino Arana y su hermano Luís, el PNV, entonces dominado por el lendakari veleta Aguirre y el odiador Ajuriaguerra, que nos juró a los españoles cuarenta generaciones de odio y dinamitar la Santa Cruz del Valle de los Caídos, pues ese era su verdadero «catolicismo», el de Judas Iscariote aderezado no con arrepentimiento desesperado, sino con odio satánico visceral y metastásico hacia la nación más cristiana de la historia, España, y sus católicos hijos, los españoles.

Bien y justo está este tributo a la carmelita conversa alemana, víctima de una decisión drástica y desesperada en la que los obispos holandeses, con una insensatez grande, tuvieron mucha culpa: en medio de la encarnizada lucha contra el comunismo, con Holanda ocupada por efectivos mínimos, los obispos bien pudieron crearle a Alemania un problema de resistencia armada, desviación de fuerzas y desgaste que Hitler cortó de raíz drásticamente, como por desgracia se hizo habitual desde el verano de ese mismo año de 1942, en el que la guerra se complicaba a los anticomunistas, enviando a judíos a los campos de concentración para obligarles a trabajar como esclavos a modo de represalia y ejemplarizante para otros territorios ocupados (esta fue la razón esgrimida por Pío XII según la cual era reticente a protestar directamente al caudillo alemán por el trato dado a los judíos y otros grupos), sin respetar, como inicialmente se había establecido, incluso a los católicos conversos, verdaderos o de corazón, o falsos a conveniencia, que eso a los católicos, especialmente en tiempos de tribulación, nos debe ser totalmente indiferente, pues Dios quiere la salvación incluso de los malvados y blasfemos, aunque nosotros no alcancemos jamás a comprender lo que es la Infinita Misericordia de Dios, sino a limitarnos a anteponer su Santísima Voluntad a la nuestra (deber de obediencia a Dios, siempre y sin el más mínimo reparo).

No obstante todo ello, que es muy cristiano reconocerlo y sacarlo a la luz, faltaría más, tanto en el caso de la Cruzada en España, como en el de la guerra antikomintern del Eje contra la Alianza del Mal en Europa, es preciso sacar a la luz de la verdad que el asesinato en masa y el genocidio de católicos verdaderos, tanto en España, como por toda Europa antes, durante y después de la guerra mundial, se perpetró siempre por fuerzas comunistas, socialistas y anarquistas, cuyos líderes por entonces, eran, si no en su totalidad, casi todos, judíos y masones. Es un hecho contrastado incluso por los propios marxistas y liberal conservadores, pese a quien pese.

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