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Vox, los yunqueros yonquirulos, además de disidencia controlada de manual, piramidal estafa que ha engañado a miles de españoles. Vox, hoy, mucho más tras la espantá de Macarena, la casa de las dagas voladoras. Amigos, enemigos y compañeros de partido. Y cuerpo a tierra que vienen los nuestros. En su cúspide, o los más tontos o los más crueles.
PodeVox, tan caro al narcorrégimen pedófilo del 78
Vox, afortunadamente, despeñándose irreversiblemente. Arribismo, nepotismo, enchufismo, ilusionismo revestido todo ello de falso, falsísimo patriotismo. Hipercapitalista, megaborbónico, ultramilitarista. Engañabobos de la diestra más encorajinada, como la Podemia lo fue de la zurda más destarifada. PodeVox, obvio, apuntalando la cleptocrática bazofia del 78.
Queriendo participar del pastelón del eterno y diabólico bipartidismo, guardianes de los más oscuros secretos. El resto, oportunos apéndice y ortopedia. Vox, del Partido Putrefacto, obvio. Y tales buitres, faustos, al acecho: el pepé propondrá a Macarena Olona la Dirección General de Apoyo a Víctimas del Terrorismo.
Cabrascal, Orteguita, Maca y Esmegma
Vox, acusándose en Málaga de narcotráfico y posesión de armas, vuelta de tuerca. Mixturan camorra napolitana, mafia siciliana, ‘Ndrangheta calabresa: nivelón. Bambú (sede nacional del partido verde), imperdible merienda de negros.
El Nerón de Amurrio, Santiago Fachascal y cierra Bozalistán, de perfil. Orteguita Smith, navajitá plateá. Macarena Nada Molona, perfecta víctima propiciatoria (más allá de sus problemas médicos). Y Esmegma o Estigman, Juan Luis, ahí sigue, aleteando cual mosca cojonera. Seguramente sin estar al corriente de que con él comenzó todo. Shakiro dixit.
Qué lástima, admirada Alicia Rubio, que sigas ahí. En fin.
Autor
- Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.
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