20/05/2024 13:42

El PP, al menos en sus escalafones más representativos, ni es torpe ni cobarde ni gilipollas. Forma parte del Sistema, del cual es un instrumento importantísimo, como lo ha venido demostrando desde los tiempos de Aznar. Y el que no lo vea así está en su derecho de macerarse diariamente en la necedad o en la hipocresía; pero, a su vez, en nuestro derecho está acusarlo de colaborador en la degradación y derribo de la patria, de la mano de un frentepopulismo con el que siempre se ha mostrado como un bardaje genuflexo.

Este asunto del PP es, entre los numerosos asombros causados por la ejemplar y democrática Transición, uno de los acontecimientos más reveladores que se han ofrecido al público para que el espectador atento y preocupado pueda entender la comedia. Y cuando, una vez entendida, el prudente trata de explicar al votante común todo el enredo, se encuentra con el recelo, el despecho o incluso el odio, tanto del autor de la farsa, como del embobado concurrente. Porque, como apuntó el Feijóo ilustrado -es decir, Benito Jerónimo, no el Alberto Núñez Feijóo pepero de las alcantarillas políticas-, el que desengaña no sólo se malquista con el engañador, también con el engañado.

De un lado, el autor de la trama o engañador, siente que se le descubra la maquinación por el temor de que se le acabe el chollo; de otro lado, el pasmado o engañado se resiente de haber quedado en evidencia, pues cayó en el error y ha sido incapaz de descubrir su imbecilidad sin el socorro ajeno. Aquél se enfurece por haberse hecho pública su falacia; éste por haber exhibido su inopia. Ambos, pues, se confabularán contra el prudente desengañador, tratando de convencer al mundo de que él, el desengañador, es el verdadero engañado, y además procurarán coserle en la chaqueta la rodela de conspiranoico. Exactamente igual, mis amables lectores, que pasó con las vacunas covidianas y con las agendas plutocráticas y sus ramificaciones.

Porque así funciona el Sistema que nos han impuesto o que están a punto de imponernos. Una estructura en la cual los hombres sin escrúpulos, habladores y expansivos pueden triunfar casi siempre sobre los hombres más sabios, pero que no hablan tan bien o no utilizan la demagogia, o dicen las verdades del barquero o no disponen de medios de comunicación parangonables con los de aquellos, o si los tienen, sus altavoces están permanentemente boicoteados o agredidos.

Esta violencia de la palabra desbordante corresponde más a los chalanes y sacamuelas que a quienes utilizan y enseñan una materia noble y grave. Pero, por desgracia, en nuestra época, la forma de hablar o de utilizar la propaganda lo es todo, ítem más porque tal abuso ha sido aceptado por la sumisa muchedumbre. La mayoría de los apesebrados y de sus jefes son actores; peor aún, son abogados cantinfleros y abyectos. Y entre el multiforme y abigarrado público que se embelesa con el espectáculo, los rústicos votantes, sobre todo los del PP, que son los que hoy nos ocupan, pagan para escucharlos y verlos actuar, como a payasos o transformistas callejeros.

Y, así las cosas, no podemos ser condescendientes con quien no lo es con los demás, salvo con sus amos; ni podemos compadecer a los que sufren injurias que antes ellos han enseñado a realizar, o que realizan con los que pueden y cuando pueden. El PP es un partido sistemáticamente ultrajado, manipulado y ninguneado por los sociatas y por sus amigotes, y sin embargo siempre acude a su llamada como despreciable gozque. El PP, para decirlo resumiendo, ha perdido la buena conciencia para no perder la reputación -utilidad- que aún tiene para el Sistema. Es un agradecido por conveniencia, porque teme que en la fiesta de las agendas le den plantón y no pueda recoger las migajas arrojadas por los principales enredadores.

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Por eso es más indigno aún que los frentepopulistas, porque comete los mismos delitos que ellos, pero sirviéndoles como chico de los recados. Mas él se desagravia maltratando a sus votantes, con quienes utiliza la misma medicina. Y así la indignidad se queda en casa. Y a España, que la den.

Autor

Jesús Aguilar Marina
Jesús Aguilar Marina
Madrid (1945) Poeta, crítico, articulista y narrador, ha obtenido con sus libros numerosos premios de poesía de alcance internacional y ha sido incluido en varias antologías. Sus colaboraciones periodísticas, poéticas y críticas se han dispersado por diversas publicaciones de España y América.
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BdT

«La secta del PP y sus votantes» tiene la misma explicación que la del PSOE: un entramado para que miles de personas vivan del cuento y del esfuerzo de los demás.

Y para eso, si hay que dejarse liderar por un personaje indecente, incompetente e impresentable como Feijoó (o Sánchez), pues lo que haga falta, que lo que importa es vivir del momio.

Pero tan culpables son todos estos como aquellos que no rompen con ellos «a tumba abierta» y para siempre.

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