01/11/2024 03:23
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Su catastrófica gestión durante la pandemia y su distorsionada personalidad no son las más indicadas para gobernar en una comunidad.

¡Se marcha Illa, qué maravilla! Ha sido nuestro ministro durante la peor etapa sanitaria y social que ha sufrido España en las últimas décadas. Con algo más de 70.000 muertos aún se atreve a decir que lo ha hecho lo mejor que ha podido. Además de atrevidísimo es tan mentiroso como su jefe. Ha demostrado una falta de eficacia y criterio a beneficio de inventario. No estaría de más que Sánchez, además de librarse de este estafermo, se librara también de los mediocres ministros de Unidas Podemos que ya son el hazmerreír general.

No hay duda que el ministro de Sanidad ha colaborado en el destrozo de España y, en algunos momentos, su ridículo ha sido mayúsculo o casi tan grande como el que hizo TVE al censurar la bandera de España en el Ayuntamiento de Madrid el día de Nochevieja. Se ha demostrado que se ha dejado llevar por las sandeces calculadas de Iván Redondo, las mentiras y ocurrencias de Pedro ‘Plagio’ Sánchez y los inventos censores y nada profesionales del jefe de prensa de Moncloa. Nadie puede negar que Salvador ha sido el tonto útil de este Gobierno, aunque turnándose con la irresponsabilidad y nulo criterio de Fernando Simón.  

Su marcha, para presentarse como candidato a la Generalidad por parte del PSC, me suena a querer asegurarse una entente con ERC. Tal coalición conlleva una intención confesada: formar gobierno en Cataluña y asegurarse el PSOE los apoyos necesarios en el Gobierno de la nación. La pregunta inmediata es qué apoyos va a tener Salvador Illa en Cataluña; su catastrófica gestión durante la pandemia y su distorsionada personalidad no son las más indicadas para gobernar en una comunidad asalvajada por el desnortado independentismo golpista, salvo que se quiera acabar de destrozar la comunidad catalana del mismo modo que está desbaratando España la conjunción socialcomunista.

Posiblemente me equivoque, pero veo a Salvador como un cadáver político con muy poco margen para reconstruir su imagen. Tristemente, el recuerdo de este Gobierno lo asociará la historia con la pandemia, unida a una nefasta gestión y a decenas de miles de muertos, así como a las permanentes disputas con el sector más analfabeto de los ministros de Unidas Podemos. Una vez que esté en la oposición, difícilmente podrán levantar la voz o pedir dimisiones porque en este año de desgobierno han actuado contra el sentido común, despreciando a la ciudadanía y actuando al revés de como prometieron. Hablamos de políticos de medio mandil. Y Salvador Illa está entre ellos, no lo duden.

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Una vida laboral consumida exclusivamente en cargos del PSC no le da garantías de nada, más bien al contrario. Yo me echaría a temblar en el lugar de los catalanes. Acabarán pensando que toda la porquería política la sacan de la España constitucional para amontonarla en la Cataluña golpista, con el consiguiente desencanto de los catalanes constitucionalistas. Y no se equivocan. Friedrich Wilhelm decía que “Todo idealismo frente a la necesidad es un engaño”. ¿Quién no ve engaño en este paso calculado del mentiroso mayor del reino, Pedro Sánchez?

No sé si Salvador estará lleno de buenos deseos, pero su labor no ha podido ser peor. Tal vez la última ‘gatada’ que acompañe a Salvador Illa sea su incapacidad para frenar el desequilibrio en el reparto de las vacunas; una oscilación que va paralela a los apoyos a los antisociales Presupuestos Generales del Estado y que no concuerda con los criterios establecidos por la Unión Europea. Tras las primeras denuncias de instituciones, organismo y ciudadanos a la presidencia de la UE, el Gobierno español ha vuelto a recibir un nuevo aviso que, sin duda, retrasará los apoyos económicos para la reconstrucción. Unos apoyos que ya perdieron 36.000M de euros de aquellos 140.000M comprometidos inicialmente. No se han puesto en marcha los PGE y ya están trastocados, desequilibrados y desfasados.

Insisto en que las intenciones de Salvador han podido ser buenas, pero los resultados dejan mucho que desear. Un político como Salvador Illa no lo quiero en un Gobierno y si es en el español, menos. ¡Allá Cataluña si incurre en la torpeza de elegirlo y hacerlo presidente! Su preparación política deja mucho que desear, así como nula es su iniciativa y nefasto su criterio para formar equipos: si alguien lo duda no tiene más que preguntar a Díaz Ayuso que lleva aleccionándolo desde marzo. El aún ministro de Sanidad siempre ha acabado flexionando la rodilla ante las medidas de la presidenta madrileña, muy a pesar del talibán, Iván Redondo, y del mentiroso teledirigido, Pedro Sánchez.

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Si el estilo, la actitud, la honradez y los resultados son los criterios para evaluar a un Gobierno, el actual lo suspende todo con “Muy Deficiente”. La ordinariez es la carta de presentación del Gobierno de España; la estupidez es el resultado de sus actuaciones y la represión propagandística es el balance final de un miedo al que no es ajeno el equipo de Pedro Sánchez. Lo comprobará y pagará tan pronto como deje el Palacio de la Moncloa. Al tiempo.

 La UE y Úrsula Von der Leyen juran en arameo cada vez que el PSOE y ‘Unidas Pandemias’ acuden al sectarismo, al fraude, al destrozo del escudo social, al intervencionismo en el Poder Judicial y a la promesa de unos dineros que España no tendrá. Pero, ya se sabe, los medios de comunicación vendidos, lo silencian, pero no lo discuten.

La falta de honradez no sólo existe en el Gobierno y en sus personajes. ¿Otra Prueba? Acabamos de enterarnos que en Madrid se ha paralizado un plan de test de antígenos en la red de farmacias madrileña, a pesar de la información profesional plenamente avalada para su inmediata aplicación. Otra vez sale a la luz la torpe confrontación de Salvador Illa y del Gobierno con la demostrada eficacia de Díaz Ayuso.

El ministro Illa se va y se lava las manos tras su evaluación ciudadana de “Muy deficiente”. Carolina Darias en el ministerio de Sanidad podría ser otro estafermo más y un calculado atentado contra la seguridad ciudadana. No hay vuelta de hoja. Y así será hasta que rompan PSOE y UP unos meses antes de las próximas elecciones, salvo adelanto de acontecimientos

Autor

Jesús Salamanca Alonso