22/11/2024 01:17
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          Señor, y quien opina así y da estos Consejos a S.M. el Rey, no puede ser acusado de «fascista», «facha» o «extrema derecha»… pues fue nada más y nada menos que Don Antonio Cánovas del Castillo (Jefe del Partido Conservador) en el trancurso de la conversación que mantiene con Don Práxedes Mateo Sagasta (Jafe del Partido Liberal) cuando con el  Rey Don Alfonso XII, su antepasado real, moribundo (moriría al día siguiente, el 25-11-1885) debatían sobre la difícil situación de la Monarquía (en plena Guerra Civil, la tercera Carlista, otra en Cuba, los republicanos con el hacha de la venganza en las manos, la agricultura muerta, los jornaleros sublevados y el hambre y la miseria en las calles…y en el Palacio de Oriente una Reina viuda embarazada)…  y de la que salió el famoso «Pacto del Pardo» que hizo posible la Restauración, con el turno de los Partidos.

Señor, creo que  —y este sí es mi consejo—  debe leer esta conversación entre  Cánovas y Sagasta, porque, aunque las circunstancias no sean las mismas, de sus palabras y de su acuerdo puede sacar alguna idea para el presente, ya que si entonces aquella Monarquía estaba en peligro ¿qué le voy a decir de la de hoy y de «la progresiva corrosión de la Monarquía Parlamentaria», en el fondo un Golpe de Estado a la moderna que se está produciendo hoy?.. SÍ, pase, pues, y lea:

 

Don Antonio.  Y usted, don Práxedes, ¿cómo ve el futuro de la Monarquía?

 

Don Práxedes.  Muy mal, don Antonio, muy mal. Hay demasiado autoritarismo… y eso a los españoles les molesta. El español, y eso lo sabe usted muy bien, ama la libertad tanto como desprecia el «garrote y tente tieso». Y todavía hay algo que le molesta más: que se le dé gato por liebre. Que se le diga que hay libertad y luego no pueda moverse sin llevar un policía detrás… Por ese camino, la Monarquía tiene sus días contados, don Antonio.

 

Don Antonio.  Deme una Monarquía tan robusta como la inglesa, no discutida por nadie, y la Monarquía podrá dar tantas libertades como la más democrática República. Pero, ése no es el caso de España, don Práxedes. Y yo le aseguro a usted que una Monarquía débil, tímida y cobarde es una Monarquía suicida. Yo le aseguro a usted que en España sólo es posible una Monarquía: la que sepa conjugar libertad y autoridad… pues si bien es cierto que el español ama la libertad no lo es menos que ama el orden y la tranquilidad, y eso, eso, amigo mío, es imposible sin autoridad. Como le aseguro otra cosa: las gentes de bien darían «jaque mate» al Rey, si el Rey no se preocupa de mantener a toda costa el imperio de la Ley y la Unidad de España. Recuerde usted lo que le pasó a la República y lo que vino con ella. El desorden, el libertinaje, los cantonalismos separatistas y los asesinatos… y usted vivió aquello en primera línea… fueron en realidad, los que hundieron la República y la democracia.

 

Don Práxedes.  Lleva usted razón, don Antonio. Pero ¿y la libertad? ¿Dónde deja usted la libertad?

Don Antonio.   En su sitio, don Práxedes, en su sitio. Que la libertad no está reñida con la autoridad. Deme usted  orden y tranquilidad y yo le devolveré bienestar… sí, una España próspera y rica. ¡Ay, amigo mío, que usted sabe lo difícil que es evitar el «jaque mate» cuando el Rey se queda al descubierto y sin protección! Ayúdeme usted a proteger la Monarquía y yo podré salvar el «Jaque al Rey» de hoy…¡ E incluso a evitar el «Jaque mate» de mañana!.

Don Práexedes.  Pero ¡ eso es imposible, Don Antonio!. Aquí, defender la Monarquía es exponerse a quedarse sin un partidario…

Don Antonio.   Entonces, ayudemos al Rey. Don Alfonso es una buena persona y un buen Rey. Un Rey que se está dejando la vida en unir a las dos Españas y para que se olviden los odios de ayer. Su único afán es ser Rey de TODOS los españoles y poder atar lo que la Revolución de Septiembre desató.

Don Práxedes.  Pues que lleve cuidado, Don Antonio, que lleve cuidado. Porque por atarlo todo tan bien se está quedando sin cuerda. Las Españas de Alcolea todavía tienen abiertas las heridas… y mire lo que le pasó a Don Amadeo.

Don Antonio. Don Amadeo no era español.

 Don Práxedes.  Eso es verdad. Pero también lo es que se atuvo en todo momento a la Constitución.

Don Antonio.  Por encima de la Constitución está España. La Constitución no puede ser una jaula. Y el Rey, aunque sea constitucional, tiene que ser siempre el Rey. Don Amadeo se olvidó de esto y España se le fue de las manos… entre la anarquía y el desorden, aunque sea con libertad, y el bienestar de los españoles, aunque sea con menos libertad, un Rey de España no puede dudar.

Don Práxedes. ¡Ay, Don Antonio…Don Antonio… qué difícil nos va a resultar a los dos evitar que este «Jaque al Rey! sea  el «Jaque mate» definitivo!. Sin libertad no hay nada que hacer…

Don Antonio.  Y  sin autoridad, tampoco.

Don Práxedes.  Entonces… ¡que Dios nos coja confesados!. A usted, a mí…y al Rey.

Don Antonio.  Déjese de «confesiones», Don Práxedes, lo que hay que hacer es actuar…¡Y pronto!. Mire, yo le voy a ser muy claro. Mi oferta es la siguiente. Usted ayuda al Rey y, por tanto, a la Monarquía, y yo… le cedo a usted la Presidencia del Gobierno.

 

Don Práxedes... Hombre, eso es otra cosa. París bien vale una misa. Yo, con tal de ser Presidente, apoyo hasta el Rey. Hecho, Don Antonio.

Don Antonio.   Pues manos a la obra. El Rey se lo merece y España también. La Monarquía es más importante que la Presidencia del Gobierno. Se acabó el «Jaque al Rey»… Al menos, de momento. Mientras haya peones, alfiles, caballos y torres…hay esperanza.

Don Práxedes   Pues, hágaselo saber así al Rey… para que no descuide tanto a sus servidores. Sobre todo a los caballos, porque sin caballos la partida se pierde siempre.

 

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En la foto con el Rey don Alfonso don Antonio Maura, como Presidente del Gobierno y, Dato, García Prieto, Cambó, Alba, y el Conde de Romanones, los Jefes de los Partidos, como Ministros del Gobierno.

 

Pero, tampoco estaría mal que repasara lo que hizo su bisabuelo Don Alfonso XIII en otra situación dramática parecida a la de hoy para España…¡y para la Monarquía!. Acababan de celebrarse una elecciones frontales de las dos Españas (la de Derechas y la de Izquierdas, todavían no eran comunistas) y el resultado había vuelto a repetirse con las anteriores: empate y más división en ambas partes (18 Partidos en el Congreso) y la imposibilidad de formar Gobierno… O Gobiernos de dos meses.

Ante esta grave situación el Rey, Don Alfonso convocó a Palacio (21-3-1918) a los Jefes de los Partidos más imporantes ( Maura, Dato,el Conde de Romanones, García Prieto, Cambó y Alba) y muy serio y con cara de pocos amigos les dijo:

— Señores, esto no puede seguir así… Mientras ustedes siguen discutiendo y sin ponerse de acuerdo para formar un Gobierno estable España se hunde…Así que de aquí no van ustedes a salir sin formar ese Gobierno, porque si no lo consiguen yo me marcho y dejo el Poder a los otros (los otros, aunque no lo dijera en aquel momento, según el Conde de Romanones, eran, naturalmente, los militares)…

—  Y sin rechistar y con las orejas caídas –añadía el veteranísimo Romanones- aceptamos todos formar parte de aquel Gobierno de Concentración Nacional, que presidió Maura…

Señor, pues ya sabe… ESPAÑA por encima de todo y de todos. Un país con siglos de Historia no puede hundirse o desaparecer porque tres individuos se hayan vuelto locos.

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.