17/05/2024 10:06
Getting your Trinity Audio player ready...

Pactada la amnistía y encauzada la investidura, Pedro Sánchez ha consumado una traición que revolverá las entrañas de la democracia. Pedro Sánchez se revuelca de este modo acostumbrado a la felonía y el oscurantismo contra España, en la traición histórica con la amnistía y nada lo borrará de su biografía de vergüenza. La Historia escupirá contra la tumba del desenterrador desalmado y sin decencia. El muy traidor aboca a España hacia un futuro de oscuros designios. La concesión de la amnistía daría la razón a los delincuentes del 2017. Le convertiría a él en delincuente a pesar de los malabarismos de Conde Pumpido que como presidente del intervenido Tribunal Constitucional aconseja cómo encajar, aunque sea con calzador, los caprichos que se dictan desde La Moncloa. Pura prevaricación de un viejo conocido del lodazal zapaterista, donde se embarró la dignidad personal y la toga.

Remontémonos a la tempestad del 1-O que no aguacero del año 2017. Declaración unilateral de independencia. Conocido el percal manipulador, los intereses ególatras de aquel envalentonado grupúsculo de colectivos separatistas en busca de la carnada que les facilitaría la proclamación de la independencia, el 1 de octubre y días posteriores no se esperaban resistencias pacíficas, ni defensas democráticas, sino conflictos y tumultos que buscaban la mayor gravedad de confrontación con el fin de justificarse contra el Estado español. Aquellos dictados de nuestra reciente historia indicaban que había llegado el tiempo esperado por el que muchos asesinos sin conciencia habían porfiado con delitos de sangre durante cuarenta años. Primero Cataluña…

 Sólo el riesgo de unos acontecimientos que pretendían una desestabilización generalizada de España, podía poner de acuerdo a la izquierda y a la derecha, a tradicionalistas del separatismo y a españoles a ultranza, sobre la ilegitimidad del referéndum y la estúpida carrera hacia el precipicio de Carles Puigdemont y sus secuaces de intereses tabernarios, quienes arrastraron demagógicamente a todo el pueblo catalán y español. No, no era baladí el peligro de la disensión unilateral de Cataluña que porfiaba por abrir un proceso revolucionario en España de masiva desintegración territorial.

 La detención de los cabecillas políticos era obligada, aunque ello significase que se desatara el fanatismo con ayuda de los profesionales de la guerrilla urbana que se habían alistado, previo pago mercenario, a la batalla callejera que pretendía tumbar España golpeando Cataluña.

 Durante décadas los criminales mataron en busca de situaciones políticas menos eficaces que lo que acontecía con el procés en la recta final del secesionismo catalanista. Era así de prever que se prolongase el victimismo  de la marrullería y se procurara obtener una atención internacional-ya sabemos los que le gusta a la Generalidad el teatro ante el público, cuanto más ignorante mejor-culpabilizando al Gobierno de cuantas consecuencias violentas se derivasen de la obstaculización a la que denominaban torticeramente derecho a decidir.

 El oportunismo y el instinto de supervivencia conjunta de la corrupción catalana intentaban arrastrar a las masas sediciosas, hasta que la gravedad de los acontecimientos invocase una rebelión abierta que podía costar un conflicto civil sin precedentes en nuestra democracia. De la mano firme de Mariano Rajoy, que no fue aplicando un 155 liviano, dependía el futuro de todos los ciudadanos. La mayoría silenciosa todavía aguardaba una reacción antes de salir a las calles en oleadas millonarias. Ya se estaban manifestando en apoyo de la Fuerzas de Seguridad del Estado que reforzaban democráticamente Cataluña. Pero a falta de un líder, aún se sustraía la población de manifestarse frente al peligro contra la Seguridad nacional.

 Si los obstinados necios que sembraron discordia en el intento de retrotraernos a los prolegómenos de la Guerra Civil pensaban que la mayoría callaría ante la consumación de un delito de sedición, estaban muy errados. Pero el tiempo ha demostrado, junto a la miserable falta de escrúpulos de un Pedro Sánchez enemigo de España,  que dando entonces por perdida la oportunidad del independentismo, con barreras constitucionales que impidieron el desarrollo normalizado del referéndum ilegal, se bajó la guardia en vez de reforzar los mecanismos de defensa territorial. Se arredraron ante el despliegue gubernamental para preservar el orden, aunque para los instigadores esa ocasión era única en cuatro décadas para echar el resto con violencia en las calles esperando la aparición de mártires por la causa… De haberlo sabido, habrían esperado a que los cómplices de la traición asaltaran el gobierno de España con añagazas que culminan en una traición histórica. No se esperaban calmas en la misión de nuestras magníficas Fuerzas de Seguridad del Estado, sabedores de la llegada de elementos especializados en violencia callejera pero jamás pensaron que los cómplices de aquellas algaradas golpistas se sentasen en un consejo de ministros en funciones para traicionar al país entero y dejarlos a los pies de los caballos. Porque hora aspiran a que se les condone la deuda acumulada de la prevaricación y la estafa política; luego pedirán las cabezas de los uniformados y los jueces que obstaculizaron el delito inexistente del golpismo que borrará la amnistía. La sevicia será ilimitada y no tendrán freno con la aquiescencia del mayor traidor que es Pedro Sánchez, presidente en funciones, perdedor de las elecciones a pesar de las trampas, y sedicioso mayor del Reino de España. 

Aquello que nos acontecía estupefactos y sin reacción,  gracias al irresponsable catalanismo que pensamos que pagaría cara la afrenta contra la convivencia, no era un aguacero sino una tempestad que convertía la brisa de la paz en huracanados vórtices de intransigencia pretextada por la libertad y la democracia. La misma intransigencia del sátrapa en funciones de La Moncloa que arremete contra el Estado de Derecho para mantener los privilegios de ladrón y estafador que le concede ser el despreciable presidente de una España que lo aborrece y a la que remonta tras sucesivos fraudes electorales.

LEER MÁS:  40 años de un crimen muy democrático aún sin resolver. Por Álvaro Romero

 Con la amnistía se sienta un precedente en democracia que nos retrotrae a oscuras páginas de la Historia. Si la única solución estriba en el ordenamiento jurídico y la defensa del Estado de Derecho por el instrumento del imperio de la Ley, Pedro Sánchez es de facto un delincuente. Democráticamente ante España un delincuente, cuando representa todo lo contrario que puede esperarse de la norma de la ley que pretende violar con artimañas políticas; cuando él es susceptible de responder por sus viles actos junto a sus cómplices, por mucha toga que embarren o justificaciones se inventen para colar una intención criminal. 

Las contradicciones morales se suceden en el PSOE pero al final todos pasan por el aro. Aquel octubre de 2017, sucediera lo que sucediera, España se alineaba con sus Fuerzas de Seguridad del Estado, con su Ejército  y por cuantos velaban por el orden constitucional que, pese a unos pocos, unificaba a la mayoría. El discurso del Rey no se olvida, así como su determinación para llamar golpistas a los delincuentes catalanistas. Entonces todas las fuerzas políticas, incluida el PSOE, negaban la legitimidad de los que, gracias a las mentiras y maniobras torticeras del PSOE sanchista, son socios del gobierno nacional. Ahora con la complicidad de Pedro Sánchez en la perpetración del delito, ¿ cómo denominar a un presidente de gobierno en funciones que ha traspasado múltiples líneas rojas del imperio de la Ley, y que facilita el intento de la literal destrucción del Estado Español? ¿Cómo tratarlo?

Autor

Ignacio Fernández Candela
Ignacio Fernández Candela
Editor de ÑTV ESPAÑA. Ensayista, novelista y poeta con quince libros publicados y cuatro más en ciernes. Crítico literario y pintor artístico de carácter profesional entre otras actividades. Ecléctico pero centrado. Prolífico columnista con miles de aportaciones en el campo sociopolítico que desarrolló en El Imparcial, Tribuna de España, Rambla Libre, DiarioAlicante, Levante, Informaciones, etc.
Dotado de una gran intuición analítica, es un damnificado directo de la tragedia del coronavirus al perder a su padre por eutanasia protocolaria sin poder velarlo y enterrado en soledad durante un confinamiento ilegal. En menos de un mes fue su mujer quien pasó por el mismo trance. Lleva pues consigo una inspiración crítica que abrasa las entrañas.
https://www.linkedin.com/in/ignacio-fern%C3%A1ndez-candela-59110419/
Suscríbete
Avisáme de
guest
2 comentarios
Anterior
Reciente Más votado
Feedback entre líneas
Leer todos los comentarios
Geppetto

Sanchez es uno mas de los cientos de puercos politicos que llevan destrozando España desde CarlosIV y Godoy.
Esta en la tradicion, solo que esta vez el mal va a vencer y España dejara de ser una nacion reconocible y eso esta sucediendo por la complicidad de los españoles con sus enemigos, que una vez mas son los poiticos

Hakenkreuz

D. Ignacio Fernández Candela.

Haga usted el favor de volver a traer a don Eduardo García Serrano a su medio. ¿No ve que se le muere este medio digital por falta de sangre en sus corresponsales? Traiga a alguien como él, que llama al pan, pan y al vino, vino, que pone en su sitio a esta jauría de malnacidos que tanto hace daño a España. Leñe, siempre tienen que imponerse los mediocres, los tibios, los finolis, los lameculos y los correctitos. A los buenos se les crucifica. Le echan primero de la televisión del torito cabestro del blandito Ariza y el del parche pirata. Le echan del programa del pato al agua, y ahora hasta de este medio. Qué asco de «libertad» de expresión de los que mienten y de mordaza para los que dicen la verdad, aunque duela y escueza como alquitrán hirviendo a los pervertidos y malvados.

2
0
Deja tu comentariox