10/09/2024 02:55

Franceses, sublimes, escucho. Marin Marais, Sainte Colombe, Lully, Couperin. Contraste, antinomia, contraposición a la inauguración dizque olímpica, Juegos número 33, cómo no: deterioro, decadencia, decrepitud, degeneración, desintegración. Al principio del presente abatimiento, recuerda lector, el mal se embozó de bueno y bello: sabía que solo así podía ser consentido Pero según la caída avanzaba, el mal se despojó de enojosos ornamentos y, al fin, se mostró como lo que es en su nudo devenir: feo y malo. Animalización, nota crucial de lo visto. En parte, para no tener que afrontar el abismo, presente y futuro. Memento Marques de Sade, 1875 “La belleza es para simples, ordinarios, mientras que la fealdad es algo extraordinario. No hay duda de que toda imaginación ardorosa prefiere, lúbricamente, lo extraordinario a lo común”. 239 años después, cita plenamente cumplida. 2024, 26 de julio (San Simeón y San Joaquín y Santa Ana, padres de María), adorando a la estrella Sirio, inicio de nuevo año para los mayas.

Somos lo que somos y lo vamos a mostrar al mundo

Y «si no estás de acuerdo con nuestro mundo Woke-Pedo-Satanista, eres simplemente un idiota». Te jodes, vamos, ante semejante culto al feísmo y al mal gusto, como en la reciente Eurovisión. Mascotas olímpicas que oscilan entre un gorro frigio y un clítoris zascandil, evocando mitraicos arcanos. Totalitario y liberticida femimierdismo (logo y La ciudad de las damas, Christine de Pizan, horror, levistraussiano bricoleur: cimas). Extrema zafiedad, chabacanería, grosería. Deplorable payasada de la Guardia Republicana (Aya Nakamura saliendo del Instituto Francés, antaño templo del saber al que acudían los mayores eruditos de Francia). Inversión de lo natural. Mujeres barbudas, obesas mórbidas devenidas en Jesucristo/Astarté (con el ineludible 6 y 6 y 6, en forma de neones), Dioniso devenido en ridículo papá pitufo (El Festín de los Dioses, Giovanni Bellini, 1514 y, sobre todo, El Festín de los Dioses/Le Festin des Dieux, Jan Hermansz van Bijlert, 1635), regias decapitaciones.

Gratuita blasfemias (hasta los musulmanes defendiendo con más ardor a Isa/Jesús que los propios cristianos). Satanismo en estado puro. Adoración a Baal/Moloch/Becerro de oro, humanidad tal ganado, sufrimientos vampíricos, pansexualidad, «poliamor», plurales perversiones, prostitución, promiscuidad, orgiástica mentalidad, pedofilia y la completa perversión de los niños (en la representación del Cenáculo; infantes atrapados en túneles; críos en el barco que conducía al Hades; otra niña en el dantesco bailongo). Inauguración olímpica: icono de quién manda en este mundo (diablo, mano que mece la cuna. Y, piramidal y jerárquicamente, hacia abajo). Y quién obedece. Paraliturgias paganas y anticrísticas. Sacrílego rito cúltico del satanismo contemporáneo. Gran Misa Negra de cinco horas de duración. Desprecio, inversión, subversión de lo santo, sagrado, trascendente. Normalizar la blasfemia. explicitar la idolatría. Vibratoria y “espiritual invasión, también: egregores, pues. El imperio de la mistificación, de la falsedad, de la ficción erigida en tótem, en el que el ser humano es trastornado/animalizado precisamente por haber sido creado a imagen y semejanza divina (Gen 2,7).

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Esperpéntica pasarela, lóbrega discoteca, cutre y libertina bibliofilia (El diablo en el cuerpo, Las amistades peligrosas, Los amantes magníficos), danza macabra profundamente desagradable y distópica. Preñada de azules Shiva (o Avatar, James Cameron). Y rojos sangres adrenocrómicos, tan infernales. E inefables. Los Minions y La Mona Lisa, machihembrados, joer. Humillando, pisoteando, destruyendo, profanando, mancillando cualquier mínimo adarme de sacralidad, trascendencia, calibre. Sentido, si prefieren, algo más «secular». Propósito, finalidad, telos. Sacralidad, familia, moral, ética, patria, ley natural…: todo como puta por rastrojo.

Y te muestro lo que te espera

Caronte siempre aguarda, atravesando el Aqueronte, la celebérrima y mítica senda fluvial hacia el Hades. Y ahora Caronte, mientras el chucho Cerbero se halla algo emboscado, lleva/arrastra a toda la humanidad. Sena mediante. Todas las naciones de nuestro planeta, de golpe. Perturbadores eventos por venir que diezmarán la población (qué decir del nigérrimo y covidicio video de presentación de los Juegos Paralímpicos: X, pues). La peña cruzando en masa la laguna estigia, arribando al Hades, ofreciendo el óbolo/moneda/medalla. Aúrea, desde luego. Caronte fusionado/fusionada con una suerte de tecno-impía Lady Godiva. Luzbel, la puta luz, presidiéndolo todo, como en la Torre Eiffel, recreando El Sigilo de Lucifer. Y el citado Baal/Moloch/Baphomet/Astaroth, por supuesto. Y Prometeo, claro, no hay boda sin la tía Juana. La eugenésica Tecnocracia de la Bestia ante tus ojos. Y tu horrendo porvenir, subrayado por la música emergida (The Final Countdown, Édith Piaf/Celine Dion, la muy funesta Imagine de Lennon, el antañón videoclip de Megan) en parisina bascosidad (memento París y su conexión con Isis y su omnipresente culto en la ciudad del «amor»). Osiris, X (antigua Twitter) y el inframundo.

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La barca de Caronte. La jinetera (ramera) apocalíptica montando el cuarto caballo. El jinete pálido (obras maestras de Clint Eastwood y el «conspiranoico» William Cooper, ains el autoatentado del 11-S). Apocalipsis 6, 8, entonces: “Veo un caballo verde pálido. Su jinete se llama «Muerte» y el mundo de los muertos camina detrás de él. Se les da poder sobre una cuarta parte de la tierra. Así matarán a sus habitantes con espada, con hambre, con todo lo que trae muerte y con las fieras de la tierra».

Presagiando el fin, de la humanidad, por ejemplo: transhumanismo, “eternidad”, singularidad, 2029/2045, dizque: los hadales lienzos de La isla de los muertos de Arnold Böcklin. Como la balaceada Estatua de la Libertad estadounidense (existe otra en París), luctuoso globo al fondo. O el pebetero remedando hongo nuclear. O la antorcha, portado por Zidane por ejemplo, idéntico al misil soviético R6, ruso tenía que ser, of course. Y la bandera izada al revés: plaza rendida, atroz angustia, extremo riesgo, alarido de SOS. Peligro, muerte, oscuridad (no olviden el apagón del domingo 28 de julio, solo luz en la Iglesia del Sagrado Corazón), exterminio, genocidio.

En fin.

Autor

Luys Coleto
Luys Coleto
Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.
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