27/11/2024 23:52
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Para aquellos que no interpretan que es «comprar conciencia» les aclaro que en España y en todo Iberoamérica significa comprar a cambio de dinero o favores la voluntad de una persona.

Comprar la conciencia del pueblo es una práctica de muchos años, desde que los pueblos han cedido frente a cualquier reclamo ante los gobiernos y autoridades.

Cuando más se emplea esa frase es en los tiempos de campañas políticas, donde la mayoría de los candidatos buscan cualquier medio para ganar en las elecciones. En medio de la campaña electoral se pueden ver a algunos aspirantes repartiendo dinero, alimentos, promesas, inversiones en barrios, con el fin de ganar la confianza de los votantes, que en la mayoría de veces logran sus objetivos.

Pero el objetivo en esta exposición no es señalar a aquellos que compran conciencia, sino   aquellos que la venden. Siempre que un ciudadano cede sus ideas, su voz, esta alejando el desarrollo de la democracia. Nuestra conciencia es más importante, por eso nos pagan por ella, al momento que ya no vendamos nuestras conciencias, los compradores se verán obligados a luchar legítimamente. «Donar», cuando en justicia les corresponde, unos euros como ha hecho Marlaska a la Guardia Civil y gastarlos en unos minutos no quitará el hambre, pero nos hará responsables de cómo funcionen los sistemas, si bien o mal.

 No acusemos a los que compran conciencia. Acusemos a los que venden su conciencia si ha lugar.

Dudo mucho que en tan honrado Cuerpo les sirva esta indigna estrategia con quienes han demostrado durante casi dos siglos que no es el dinero lo que les mueve sino la justicia y el bien de la ciudadanía como ha quedado demostrado con el Coronel Martínez de los Cobos.

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No todo el mundo es como el que le rodea, Marlaska, que, como diría la fiscal general del Estado, su comportamiento es el de un maricón de campanario, o de playa; ajústese el epíteto que le parezca y métase el dinero y las presiones políticas que no correspondan en justicia y en el momento que era adecuado por donde ya no le caben más artilugios.

Autor

REDACCIÓN