05/01/2025 04:09

Si os avergonzáis de mantener y defender la Fe católica en toda su pureza, ¿por qué permanecéis donde no debéis estar? Es la pregunta y reflexión que me hago también en estos tiempo de Santa Navidad cuando veo a ciertas jerarquías eclesiásticas que se avergüenzan y horrorizan cuando te pones a defender la idea de »Cruzada» (pasada y »presente») y la llamada también »guerra justa» en defensa de la religión. De llamar »hereje» a quien lo es. De molestarse por tener que dar la Hostia consagrada directamente en la boca y no en la mano, etc…

Y es que se ve con tristeza desde hace décadas (desde el Concilio Vaticano II) una iglesia católica »desnortada» sin apenas empuje, directamente »domesticada» por los poderes satánicos de la Tierra. ¿Se someten a ellos y no a Dios?. Terrible golpe sería eso. ¿Son, como deben ser, guías y educadores de los hijos de Dios en la Tierra o han abandonado esa senda y nos dejan en la estacada delante del propio Satanás? Porque parecen »crías de gato» y no Tigres o Leones como lo fueron en el pasado luchando contra el mal que cubre ya la Tierra debido al padre de la mentira. Pero ya avisó el propio Dios de lo que haría con los tibios… Más o menos dijo eso de »por ser tibios los vomitaré».

Se echan en falta esos sermones desde los púlpitos que llamen a la resistencia e incluso a la lucha contra el error liberal o contra las herejías de este mundo en general. Por no salir en defensa, (pues para mi no sólo debería ser verbal), de los que asesinan un día sí y otro también a los cristianos en diferentes partes del mundo. Por otra parte, es triste que por hablar más o menos así haya valientes sacerdotes que los han querido »empapelar». Pero no seáis cobardes pues, por si se os ha olvidado, sabed que el martirio entra dentro de la vida cristiana y un simple sacerdote puede, a través de ese mismo martirio, acceder a la santidad, que es el mayor galardón que puede un hombre recibir si así lo desea Dios.

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Si te avergüenzas de lo hecho en el pasado en defensa de la Fe católica es que ya realmente no sigues los pasos de Dios, y si ya no sigues sus pasos es que sigues unos contrarios a los suyos y entonces… ¿Qué pintas ya dentro de su iglesia? Yo aconsejaría a esos que llamo, »falsos clérigos», ¡dejad vuestro atuendo religioso (¿por qué os lo dieron?), no estéis ahí por simple rutina o por treinta monedas e id a casa que ya se encargarán otros de vuestra labor, pero estos como Dios lo manda al ser como son buenos cristianos! ¡Mejor a que malos sacerdotes sigan creando falsos cristianos! Y aunque algunos por ahí digan que en los seminarios no sobra la gente, estén tranquilos que tarde o temprano Dios provee, siempre lo hace y puede que necesariamente salgan de esos mismos seminarios.

En fin, ahora mismo te sientes como desamparado en tus ideas religiosas (y no tan religiosas), cuando, simplemente, defiendo las que defendía la iglesia desde sus orígenes, nada más, pues aunque le parezca a alguno por ahí, yo no me invento nada de lo que digo. ¿Pero qué tiempos oscuros son estos que por defender la Fe verdadera se te censura o se te enjuicia? ¿Estamos volviendo a los tiempos del imperio romano »pagano» donde se perseguía e incluso mataba cristianos por decir la verdad y para la satisfacción de un tirano aclamado por un pueblo envilecido? Es posible que sí. Pero que no se nos olvide: los que fueron perseguidos y asesinados, los últimos de la fila en ese momento, se acabaron convirtiendo en los primeros en este mundo beneficiándose con ello el conjunto de la humanidad. Como dice el viejo dicho… »Lo que fue volverá a ser». Que tome nota Satanás de lo que digo.

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Nota Redacción:

Características de los fariseos del antes y el después…:

  • Les gustaba llamar la atención (Mateo 6:523:5-7)
  • Tenían tradiciones que las consideraban por encima de la misma Palabra de Dios (Marcos 7:9)
  • Aparentaban santidad, pero por dentro estaban llenos de pecado (Mateo 23:28)
  • Dejaron de lado lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe (Mateo 23:23)
  • Eran avaros (Lucas 16:14)
  • Obligaban a las personas a cumplir mandamientos que ni ellos mismos estaban dispuestos a cumplir (Mateo 23:4)

Autor

Ivan Guerrero Vasallo
Ivan Guerrero Vasallo
Iván Guerrero Vasallo (Santander,1984) es propietario de la Librería Virtual Iván G. y editor del blog Codex Historicum. Además de estudioso y lector voraz de libros relacionados con la Historia de la Humanidad, es un gran aficionado a la escritura. Escritor y novelista.
https://www.amazon.es/Iv%C3%A1n-Guerrero-Vasallo/e/B00LDBGY1O
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Manolo Conejero

PORQUE ALGUNA JERARQUIA CATÓLICA SON COMO ANÁS Y CAIFÁS

Hakenkreuz

Algunos sitúan la crisis actual de la fe en Cristo, de las defecciones masivas dentro de la Santa Iglesia Católica Apostólica, en el concilio ecuménico Vaticano II (1962-1965). Otros la sitúan en el post concilio, cuando se dio rienda suelta a cualquier «teología». Pero pocos piensan que la crisis tiene su raíz en la caída militar de los estados pontificios hacia 1871, la reunificación italiana bajo yugo liberal conservador, el cautiverio de Pío IX en los edificios vaticanos y, sobre todo, el pontificado que se inicia con León XIII, autor de la errática, mundana y política encíclica Rerum Novarum (1891), que dio origen a la politización de la Iglesia, lo que posteriormente Pablo VI llamó «humo de satanás» que tanto mal ha traído y trae.
El caso es que esa encíclica, tan saludada por los papas que sucedieron, incluso por el santo polaco Juan Pablo II, tuvo como finalidad dar respuesta cristiana al «problema obrero» o a la creciente seducción que el marxismo, en sus distintas formas, ejercía sobre hombres y mujeres asalariados en todo el mundo y, por ello, carentes de libertad que sus predecesores tenían en un mundo básicamente agrario, artesanal, cazador, pesquero y ganadero. Todo ello en el contexto de un mundo arrasado por el enfermo racionalismo (la razón enferma o carente de fe), la ilustración (soberbia intelectual luciferina), el cientificismo (la más perniciosa forma de idolatría fanática y persecutoria hasta el presente), el ateísmo rampante y el rechazo visceral a Jesucristo Nuestro Señor y sus enseñanzas, su Palabra, que es la de Dios.

Rerum Novarum no solo no ha frenado la asechanza que satanás ha tendido a la humanidad con el marxismo (esto es, la izquierda política, el socialismo, la social democracia, el bolchevismo, el comunismo y el progresismo), asalto final a las almas, pues no tiene nada que no sea pecado mortal y camino a la autodestrucción de naciones e individuos, sino que la ha potenciado siquiera inconsciente o involuntariamente. Digo inconsciente e involuntariamente porque el marxismo ha llegado a seducir, como el padre de la mentira a Eva y a Adán, a incontables víctimas desde 1848. Hasta el Cielo se ha hecho eco del error, propagado por Rusia a partir de 1917. Rerum Novarum es una claudicación a la política, que se ha llegado a definir heréticamente (es decir, con gravísimo error doctrinal) como la «forma más noble de caridad», y las consecuencias en este largo período de casi 150 años, han sido horrorosas para incontables personas y, lo que es peor, almas, amén de otros errores como la desobediencia a Nta. Sra. de Fátima o al culto a la Divina Misericordia. Y es que no se puede combatir a la mentira con la mentira, por muy «piadosa» que se crea la otra.

En el pasado, en efecto, eran los mismos sucesores de san Pedro, los papas, los que animaban a defender, incluso con espada y derramamiento de sangre, la fe en Cristo en sus santos lugares, promoviendo incluso Cruzadas al grito de «Dios lo quiere». Así, ocho cruzadas desdichadamente fracasadas al término, se libraron por defender Tierra Santa de la invasión musulmana (y fruto de su fracaso está Oriente Próximo como está). Ocho siglos llevó la gloriosa y triunfante Reconquista del cristiano suelo español sobre los sanguinarios y crueles invasores y opresores infieles musulmanes, sin la más mínima condena de prelado alguno y sí con la participación imprescindible de incontables monjes guerreros templarios para librar a España del dominio del falso profeta de la media luna. Y se libró a golpe de espada, pues es imposible poner en paz al trigo y la cizaña, a los hijos de Dios y a los hijos del Maligno, por mucha paz, política y diplomacia que se invoque a bombo y platillo cual fariseo en medio de una plaza para ganarse la alabanza del mundo y las medallas en la solapa. No habrá paz entre estirpes, pues la enemistad entre la de la Mujer y la de la serpiente es una enemistad querida por Dios, como querido por Dios es el santo matrimonio entre hombre y mujer y no otros concubinatos y amancebamientos satánicos. Se libró la cruzada a golpe de espada, como en Lepanto y tantos santos lugares, como el mismo Señor entró en el templo de Jerusalén expulsando violentamente y a latigazos a los mercaderes del templo, pues el celo que desata el amor a Dios sobre todas las personas y cosas no atiende formalidades políticamente correctas en los verdaderos creyentes, que aman a Dios más que a su padre, a su madre, a su esposa, a sus hijos o a cualquier otra persona o cosa de esta vida, pues comprenden bien que no se puede pretender ser digno del Señor sin negarse uno a sí mismo (hacer prevalecer la Santísima Voluntad de Dios sobre la propia, que ha de ser suprimida, como el amor propio), tomar la cruz (aceptar el dolor, el sufrimiento y la misma muerte propia) y seguirle. Primero Dios, y luego todo lo demás.

Hoy se condenan, por parte de no pocos prelados y fieles, las cruzadas, el santo oficio (la santa inquisición, fruto del celo del pueblo por la pureza de la fe en Cristo), la persecución de los judíos y el apoyo a las «dictaduras» como la de Franco, sin ser conscientes de que sin cruzadas habría hoy, como mucho, la misma Iglesia Católica en Europa entera que la que hay en la tierra de san Agustín, que sin santa Inquisición, no existiría vida humana sobre la tierra desde hace siglos, pues Dios no hubiese soportado tanto ultraje hereje que ha situado a Dios a la altura de una mercancía en el mercado al gusto del herético consumidor, con unas herejías que han situado al hombre por encima de Dios mismo al gusto subjetivo pecador de cada cual (tal fue el efecto de Lutero, Calvino, Zwinglio, Enrique VIII y otros), todo ello aparte de ignorar deliberadamente que el santo oficio o santa inquisición solamente llevó a la hoguera a dos o tres docenas de «brujas pirujas» en tres siglos, que las torturas tienen más de fábula propagandística anticatólica que de realidad y de que los tribunales del santo oficio eran preferibles a los de la justicia ordinaria para los propios reos, entre los que no faltaron santos como la doctora de la Iglesia abulense santa Teresa de Jesús.
Esos fieles y prelados obvian que la persecución a los judíos, pueblo del que el mismo Señor enseñó lo que enseñó en los Evangelios (y Dios quiera que no se llegue a censurar su contenido por la política y por «quedar a bien» con el mundo), no ha sido una persecución arbitraria y sin sentido, como la que los propios judíos, pueblo deicida, durante los primeros siglos llevaron a cabo contra en propio Señor y contra los primeros cristianos, aunque hoy se trate de borrar memoria histórica de ella. También se obvia, quizá por ignorancia, quizá por miedo, quizá por error, que Franco, como otros homólogos a él en otras naciones, no hicieron otra cosa que defender valores propiamente cristianos actualmente tan odiados, aunque hoy exista tanta «valentía» como la de los apóstatas para recordarlo públicamente.

Que el poder del enemigo, satanás, nos empuje como prueba de fuego otra vez a las catatumbas a celebrar la santa Misa y la Eucaristía, como cuando la reciente pandemia de peste roja china de Covid 19, cuando los políticos actuaron como tiranos dictadores anticristos ordenando el cierre de las parroquias con la ayuda de la policía armada y el ejército (que para eso sí fueron muy valientes, no contra ETA y los antiespañoles catalanes y vascos), cuando más necesitábamos la ayuda del Señor, que san Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador pobre y perseguido del Opus Dei, tuviese que celebrar en casas particulares la santa Misa en el Madrid y la Barcelona dominada por las huestes del demonio, como hicieron muchos otros sacerdotes de Dios contemporáneos a él y que todavía no habían sido descubiertos y exterminados en chekas o paseos, en fin, que la Santa Iglesia Católica Apostólica no pueda hoy celebrar con normalidad los misterios que el mismo Cristo nos reveló, no quiere decir que haya que ensuciar el Magisterio con errores a conveniencia de los políticos, mercaderes, medios de manipulación, jueces, burócratas o gentes mundanas de toda índole que rechazan a Dios. Es imprescindible hacer penitencia rectificando y anunciando al mundo a Cristo cueste lo que nos cueste, incluso la vida misma, pues nosotros no estamos para agrado del mundo, sino para gloria de Dios y hay que avisar a las almas ante el peligro eterno que les acecha.

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