05/01/2025 04:08

La vida de cada hombre es un camino hacia sí mismo, el intento de un camino, el esbozo de un sendero. Ningún hombre ha llegado a ser él mismo por completo; sin embargo, cada cual aspira a llegar, los unos a ciegas, los otros con más luz, cada cual como puede.

Hermann Hesse.

La época actual adolece de sinsentido, de superficialidad, de indiferencia y apatía existencial. Es el nuestro un tiempo en donde se han angostado los horizontes de sentido que antaño guiaban el peregrinaje del hombre sobre la tierra, que lo impulsaban a vivir una vida virtuosa, a aspirar a algo más grande que el egocéntrico yo, como puede ser una vida entregada al servicio de los demás, a la construcción de comunidades o la búsqueda de lo divino. Desacralizado el mundo, este se ha convertido en un mero recurso para nuestro uso, y hemos reducido nuestra existencia al consumo, a las ideologías y a la esteril distracción en los océanos digitales.

El nihilismo (la caída de los valores, la falta de fundamento y la ausencia de respuesta a la pregunta sobre el “por qué”) que ya había anunciado Nietzsche hacia finales del siglo XIX se ha adentrado en nosotros y se manifiesta perfectamente en aquellos denominados como “hombres light” por el psiquiatra Enrique Rojas, quien remarca que estas son personas sin valores ni compromisos cuyo perfil psicológico está orientado hacia el hedonismo (la mera búsqueda de placer), el consumismo, la permisividad, y el relativismo, es decir el “todo vale lo mismo”. El problema es que esta vida entregada a lo inmediato, al devenir sin ningún rumbo y a los excesos, decanta casi inevitablemente en la disposición afectiva conocida como la angustia. Es este un fenómeno complejo, del que nos atrevemos a hablar porque lo hemos vivido en carne propia y porque lo hemos visto padecer por amigos, allegados, parejas y familiares.

Martin Heidegger, como gran filósofo que fue, ha logrado desde su finitud arañar el absoluto, ha logrado, pese a la distancia y el tiempo, describir y comprender un fenómeno universal, algo que en toda época nos atraviesa y nos concierne en tanto que humanos, y es por eso que a casi cien años de algunas de sus obras, estas siguen teniendo sentido para nosotros.

El decía que el ser humano es un “ser-en-el-mundo”, que siempre habita en una circunstancia concreta, que somos “arrojados” al mundo, es decir, que no pedimos nacer y nos encontramos siempre ahí entregados al hecho de que somos, estamos abiertos ante nosotros mismos y al mundo por las disposiciones afectivas o estados de ánimo (aburrimiento, asombro, duda, miedo, angustia, alegría etc.), que son previas al pensamiento y la reflexión. Estas son la manera en la que “uno se encuentra”, que condicionan nuestras experiencias, y que permiten que nuestros sentidos puedan ser tocados por lo real.

Vivimos constantemente en un estado de “caída” según el alemán, haciendo referencia a que somos absorbidos por el mundo, nos entregamos a las ocupaciones cotidianas, estamos perdidos en la vida pública del “uno”, es decir, vivimos una vida impropia, donde decimos lo que “se dice” hacemos lo que “se hace” pensamos lo que “se piensa” vamos a los lugares a los que “se va” y consumimos lo que “se consume” por todos; un todos que es en el fondo un nadie, un impersonal que se impone sin que conozcamos su origen ni fundamento. Esta existencia está regida a su vez por tres cualidades fundamentales que caracterizan la vida cotidiana:

  • La habladuría: entendida como una repetición irreflexiva, las cosas son lo que son porque así se las dice en la opinión pública, creemos comprenderlo todo pero sin apropiarnos verdaderamente de lo que ellas son. Es un hablar por hablar, que de tanta repetición se presenta como verdad incuestionable, cuando en realidad esto nos cierra y encubre al mundo. “al no volver al fundamento de las cosas de que se habla, la habladuría es siempre y de suyo una obstrucción.”* Cuando estamos en las habladurías, la opinión pública ha decidido e interpretado el mundo de antemano por nosotros, cortando nuestras relaciones primarias y genuinas con la realidad.

  • La curiosidad: representa una visión superficial del mundo, dirigida por la “avidez de novedades” la constante búsqueda de lo nuevo, de lo último y reciente, manifestada en extremo con las redes sociales, donde el contenido rara vez dura más de un minuto y en todo momento se actualiza la plataforma en búsqueda de nuevas historias, nuevos likes, nuevos seguidores o publicaciones. La curiosidad no se interesa por comprender lo visto, es un mirar por mirar, que busca lo nuevo para saltar de una cosa a la otra. La persona ha devenido incapaz de demorarse en las cosas, de permanecer en ellas, no es capaz de la contemplación admirativa sino que se vive distraído, se halla en todas partes y en ninguna, no tiene morada, es un eterno desarraigado.

  • La ambigüedad: que podríamos describir como la incapacidad para distinguir, para discernir entre lo auténticamente comprendido y expresado de lo que no lo está, es un desinterés o una vida sin ningún compromiso.

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Esta vida inauténtica es en la que todos nos encontramos en tanto que arrojados al mundo que nos antecede y que decide por nosotros gran parte de las cosas, una vida anestesiada, en donde huimos de nosotros mismos y que puede con el tiempo conducirnos a cansarnos de la existencia. Tras su experiencia de vida en el campo de concentración, el psiquiatra Victor Frankl (fundador de la corriente psicológica denominada como psicoterapia) llegó a la conclusión de que en las condiciones extremas como el hambre, la tortura, el frio y la total desposesión, la diferencia entre quienes seguían preocupándose por los demás, cuidando a sus compañeros, actuando de manera altruista y quienes se rendían al egoísmo o incluso se arrojaban a los alambres electrificados para acabar con la propia existencia, era la falta de sentido. El hombre enferma cuando ya no logra encontrar un porqué para su vida, cuando no tiene ningún propósito que lo impulse más allá de sí.

Esta ausencia de sentido o dirección es similar a lo que sucede en la angustia. Heidegger explica cómo esta es distinta del miedo, ya que el miedo es siempre de algo concreto, (le temo al perro que me persigue cuando recorro la calle en bicicleta, a que me roben si camino de noche por un lugar peligroso y un largo etcétera) mientras que la angustia no tiene objeto concreto uno no sabe porque se encuentra angustiado, simplemente nos encontramos así y no sabemos porqué.

Para nuestro filósofo la angustia tiene una relación con el término alemán unheimlich que literalmente traduciríamos como terrible, algo que causa terror debido a su extrañeza, a que no nos es familiar. Otra posible traducción de la palabra es la de “inhóspito” ya que su sentido etimológico remite a aquello que no tiene hogar. La angustia suspende entonces nuestra cotidianeidad con el mundo, donde todo no es familiar, con ella estamos desazonados, nos sentimos extraños, todo se iguala en el gris del sinsentido.

Solemos decir que en la angustia “uno está desazonado”. (…) Todas las cosas como nosotros mismos se sumergen en una indiferenciación. Pero no como si fuera un mero desaparecer, sino como un alejarse que es un volverse hacia nosotros. Este alejarse el ente en total, que nos acosa en la angustia, nos oprime. No queda asidero alguno. (…) La angustia hace patente la nada.”**

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En la angustia nos sentimos inhóspitamente, hay una suspensión de la calidez que usualmente nos ofrecen las cosas y el mundo. Todo se nos aleja, pero no métrica o espacialmente sino que pierden su sentido para nosotros, ya no tenemos las cosas a la mano (zuhandenheit) para utilizarlas técnicamente o realizar con ellos alguno de nuestros proyectos, sino que nos sentimos incapaces de obrar y hacer lo que usualmente hacíamos sin ninguna dificultad. En la angustia siente uno que todo se desmorona y que no hay lugar del que aferrarse. Estamos entonces sin asidero, frente al abismo de la nada, estamos desarraigados ante una realidad que se nos presenta como vacía y terrible.

Propio de una persona inauténtica con mentalidad calculadora sería la trillada respuesta de que es necesario, para evadir la angustia, sumergirse en el mundo de la acción, es decir hacer cada vez más cosas, trabajar más, buscar nuevas actividades o entretenerse de cualquier forma para evitar pensar y sentir. Estos no son más que paliativos inútiles, anestésicos que no logran solucionar el problema sino que simplemente lo posponen. La solución radical es contemplar este estado de ánimo, sentirlo en todo lo que él es, atravesarlo y dejar que agote sus fuerzas, porque como escribió Holderling, “Donde abunda el peligro, también crece lo que salva.”

Como la angustia nos aísla y nos cierra el acceso al mundo, hace que nos enfrentemos con nosotros mismos, y en este enfrentamiento nos abre al hecho de que somos posibilidad, nos muestra que somos libres para escogernos y vivir una existencia auténtica. Nos revela que la vida que llevábamos hasta ahora era impropia e inauténtica, y que existir tiene que ser algo más que durar, que entretenerse hasta morir.

La angustia entonces hace que nos maravillemos con nuestro propio ser y el de las demás cosas, que bien podrían no haber sido; hace que cobre sentido la pregunta de Leibniz “¿Por qué hay algo y no más bien nada? ya que la nada es más simple que el complejo cosmos en el que habitamos. En este estado de ánimo tomamos conciencia a su vez de que en algún momento deberemos dejar de ser. Es esta conciencia de nuestra propia finitud la que debería impulsarnos a hacer que queramos sacarle provecho a nuestra vida, a buscar un sentido que nos eleve y que al estar cara a cara con la muerte podamos decir “viví bien”.

¿Quien soy?, el asombro de ser, la inquietud y el misterio de vivir, es la pregunta inicial, la que nos inicia en el pensar, la pregunta que nos hacemos a nosotros mismos, la de la pregunta que somos, la que nos abre, en nosotros, a nosotros mismos.

Soy, y podría no haber sido.

El enigma de no haber estado y de estar, de estar y tener que dejar de hacerlo, el breve o eterno gozo o la pena de estar vivos.

Somos el lugar donde la vida se pregunta por ella misma, donde ella se abre, donde callada o en palabras se dice, se cuenta.”***

*Heidegger, M, Ser y tiempo, Ediciones Moais, pg. 174.

**Heidegger, M, ¿Qué es metafísica?, Siglo veinte, pg. 47.

***Mujica, H, Señas hacia lo abierto, El hilo de Ariadna, pg. 42.

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Agripina

«la angustia no tiene objeto concreto uno no sabe porque se encuentra angustiado, simplemente nos encontramos así y no sabemos porqué.»

La única vez que he experimentado angustia en mi vida fue del año 2001 al 2003,
y fue provocado por un medicamento llamado Haloperidol, que por cierto me lo daban junto a otro llamado Akineton y me provocó una descalcificación en los huesos (osteoporosis), hasta tal punto que me dijeron que no iba a llegar a los treinta.
Luego se cambió el medicamento a Risperdall y realmente sentía que tenia 90 años como poco.
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La angustia desapareció, investigando …tenemos tres cerebros. El corazón tiene una red neuronal más poderosa, y el intestino también.

Cuidado con lo que comemos y bebemos, los tres pilares de la buena salud son:
«El descanso, la alimentación y el deporte».
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En el estudio de agua que tengo sobre Madrid se ha encontrado Bismuto, y más cosas.

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La solución que me he dado a mí misma, y digo que no tiene porque funcionarles a ustedes, investiguen y no se crean nada.

La solución, es un alga llamada cholrella, pero no sirven todas, tiene que tener la pared celular rota, y en mi caso el plastiquito no lo puedo ingerir porque se me queda pegado a los intestinos.

¿Porqué es importante consumir chlorella de pared celular rota?Las algas son un alimento muy completo y nutritivo que deberíamos incluir en nuestra dieta. Entre las diferentes especies de algas, destaca la chlorella, un superalimento que nos aporta numerosos beneficios para la salud. Uno de los factores más importante a lo hora de comprar chorella es que su pared celular esté rota. Esto favorece a la absorción en nuestro organismo de todas las proteínas y nutrientes que presenta este alga.
Beneficios de consumir alga Chlorella:La Chlorella es un alga unicelular muy rica en nutrientes. Entre los beneficios que nos aporta destacan:

  1. Aporte de nutrientes: La Chlorella es una fuente de proteínas, vitaminas y minerales. Por ejemplo, contiene más proteínas que la carne y más hierro que las espinacas.
  2. Desintoxicación: La Chlorella es muy efectiva para eliminar toxinas del cuerpo gracias a su alto contenido en clorofila. Además, puede ayudar a reducir los niveles de metales pesados en el organismo.
  3. Refuerzo del sistema inmunitario: La Chlorella contiene sustancias que estimulan el sistema inmunitario, protegiéndonos así de enfermedades.
  4. Mejora de la digestión: La pared celular de la Chlorella está rota, lo que facilita su digestión y absorción por nuestro organismo. Además, puede ayudar a equilibrar la flora intestinal y mejorar el tránsito intestinal.

*La que a mí me funciona es de golden green y cuesta de media unos treinta euros.
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«La angustia entonces hace que nos maravillemos con nuestro propio ser y el de las demás cosas, que bien podrían no haber sido».

.-No es mí caso. Tomar el sol un poco también son vitaminas, a veces también bebo wisky.

Agripina

Una cosa no quita la otra. ESTOY MUY MUY CABREADA Y NO VOY A TENER MISERICORDIA!!!!!!!

Efectos del Bismuto sobre la saludEl bismuto y sus sales pueden causar daños en el hígado, aunque el grado de dicho daño es normalmente moderado. Grandes dosis pueden ser mortales. Industrialmente es considerado como uno de los metales pesados menos tóxicos. Envenenamiento grave y a veces mortal puede ocurrir por la inyección de grandes dosis en cavidades cerradas y de aplicación extensiva a quemaduras (en forma de compuestos solubles del bismuto). Se ha declarado que la administración de bismuto debe ser detenida cuando aparezca gingivitis, ya que de no hacerlo es probable que resulte en stomatitis ulcerosa. Se pueden desarrollar otros resultados tóxicos, tales como sensación indefinida de malestar corporal, presencia de albúmina u otra sustancia proteica en la orina, diarrea, reacciones cutáneas y a veces exodermatitis grave.
Vías de entrada: Inhalación, piel e ingestión.
Efectos agudos: Inhalación: ENVENENAMIENTO. Puede ser un gas desagradable provocando irritación respiratoria. Puede causar mal aliento, sabor metálico y gingivitis. Ingestión: ENVENENAMIENTO. Puede causar náuseas, pérdida de apetito y de peso, malestar, albuminuria, diarrea, reacciones cutáneas, estomatitis, dolor de cabeza, fiebre, falta de sueño, depresión, dolores reumáticos y una línea negra se puede formar en las encías debido al depósito de sulfuro de bismuto. Piel: Puede provocar irritación. Ojos: Puede provocar irritación.
Afecciones generalmente agravadas por la exposición al bismuto: Desórdenes cutáneos y respiratorios pre-existentes.
El bismuto no se considera un carcinógeno para los humanos
Efectos ambientales del BismutoEl bismuto metálico no se considera tóxico y presenta una amenaza mínima para el medio ambiente. Los compuestos del bismuto son generalmente muy poco solubles pero deben ser manejados con cuidado, ya que solo se dispone de información limitada de sus efectos y destino en el medio ambiente.
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