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Releyendo las fichas que me hice (hace la friolera de 52 años) cuando escribí para el teatro mi «Napoleón, en Santa Elena» he encontrado una que obtuve de un manuscrito que firmaba el marqués de Montholón (Charles Tristán de Montholón, junto con el conde Las Cases, fue el que más escribió sobre los últimos días de Napoleón, ya que en sus brazos expiró ·» le grand home» y su mujer, Albine de Montholón, fue la última mujer con la que tuvo relaciones el genio de la guerra, incluso tuvo una hija con ella) y refiriéndose al eterno Ministro de la Policía, Monsieur Joseph Fouché, como símbolo del político-político, profesional, decía:

           «El político puede cambiar de chaqueta para conseguir un fin, puede desdecirse hoy de lo que dijo ayer si a cambio obtiene el segui mandando, en el carro del Poder si ya está subido o para subirse si todavía no lo está…Puede ser Ministro en la Revolución y en el Terror, Ministro de la República, Ministro del Consulado, Ministro del Imperio, Ministro del Rey, otra vez Ministro del Imperio y otra vez Ministro del Rey… Porque lo único que le importa es el Poder.¡Estar en el Poder! ¡ Tener el Poder!, ¡ser el Poder!, ¡dormir con el Poder!, ¡disfrutar con el Poder!, ¡repartir el Poder!,¡traicionar al Poder!,¡hundir el Poder!, ¡morir con el Poder!…Hoy con el Poder monárquico, mañana con el revolucionario y la guillotina y al día siguiente con el Altar y Roma.
         ¡Es el político!…un ser sin entrañas ni principios ni ideales ni moral…que ¡POR ENCIMA DE TODO! desprecia y teme la verdad.»
          Señores, y díganme ya, si después de esta descripción que hace del ciudadano Fouché, no están ustedes ya pensando en el Fouché de nuestros días…¿o no puede decirse lo mismo de la pasión que tiene por el Poder el mentiroso que okupa hoy la Moncloa, la sede del Poder? ¿o no es el Sr. Sánchez el que por alcanzar el Poder vendió su alma a los independentistas catalanes y vascos y a los terroristas de ETA y por mantenerse en el Poder está dispuesto a entregar Cataluña, o Ceuta y Melilla, o Baleares y Canarias… y hasta pactar con el españolista Abascal?.
              ¡Es el político en estado puro!… El que hoy dice que no podría dormir con el coletas en el Gobierno y al día siguiente se mete con él en la cama de Moncloa… y el que arrastra ya por el abismo lo que queda de España… o del país que antes se llamó España (sí, en recuerdo de mi amigo Don Fernando Vizcaíno Casas), mientras se ríe en su helicóptero

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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