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Conforme a los datos que nos da el Gobierno, hoy 30 de abril, el número de fallecidos, como consecuencia de la pandemia producida por el COVID -19, asciende a 24543. Un número seguramente muy superior pues en este asunto reina una total confusión. Según más de una fuente estaríamos en este momento rondando una cifra próxima a 40000 muertos.
Simplemente una tragedia nacional.
Obvia añadir aquí la posición comparativa de España con otros países del mundo no sólo por el número récord de fallecidos sino también por la ratio por millón de habitantes; no obstante solo un ejemplo : Alemania con 80 millones de habitantes tiene 6000 muertos mientras que España con menos de 50 millones casi 40000 muertos.
Simplemente una vergüenza nacional.
No, lo sucedido, y que sigue sucediendo, no es fruto del azar ni de la desgracia que nos ha traído la pandemia. Esta es global por lo que no son de recibo los números que estamos anotando.
Lo acaecido en España no es más que el resultado de la inutilidad, ineficacia y mala gestión que este Gobierno social comunista nos ha demostrado a lo largo de estos dos últimos meses. Una gestión que por otra parte nos aboca a una crisis económica y social de proporciones descomunales según apuntan todos los expertos nacionales e internacionales.
Larga es la historia de España y no son pocas las crisis por las que ha pasado nuestra nación. Por no remontarnos demasiado en el tiempo sí podemos extraer de la historia por su trascendencia, la tragedia de la guerra de la independencia contra el francés, la pérdida del imperio español a lo largo de todo el siglo XIX que culminó en 1898 y el fracaso de la II República que devino en una trágica guerra civil. Son quizás los hitos más importantes de estos dos últimos siglos.
Simplemente fracasos históricos.
Son muchos los historiadores que asocian a la idea de España conceptos como decadencia, desastre o vergüenza que la generación del 98 acentuó como un sentimiento de fracaso y lo llevó al paroxismo; que una parte importante de nuestras élites intelectuales y políticas más prestigiosas considera que España tiene una historia desastrosa de la que hay que avergonzarse ( Maria Elvira Roca Barea dixit intentando exponer en su magnífico libro “Fracasología” las razones de esos ¿tópicos?) .
Ya sabemos que la historia se escribe siempre según supuestos subjetivos; de acuerdo, no siempre, pero convendrán conmigo que no es lo mismo leer lo que sucedió, cuando, por ejemplo, perdimos las Islas Filipinas, las Marianas o las Carolinas según la versión española o la norteamericana. De la versión española nos quedamos con la “heroica” derrota naval del Almirante Montojo o con la gesta de Baler, más si uno lee la norteamericana se asombra de como relatan el como hacerse con los restos del Imperio español en Asia sin pegar un sólo tiro. Y en Cuba tres cuartas partes de lo mismo pues recordemos que tras la salida y derrota de la Escuadra en Santiago de Cuba aún quedaban en tierra firme 200000 hombres en armas.
Todo eso es historia y seguramente es lo que llevó a la ya citada generación del 98 al pesimismo más brutal cuando veían deshacerse en momentos la gran gesta de la España conquistadora y evangelizadora mientras los españoles se entretenían en fiestas y en corridas de toros.
Sí, escribo desde la rabia contenida que me produce ver como en apenas mes y medio han muerto casi 40000 españoles y hasta el momento este Gobierno no ha sido capaz hasta ahora de decretar siquiera una muestra externa de luto. ¿Acaso no le importa el sufrimiento de tantos españoles? Sin duda esto es algo evidente pues de no ser así alguna manifestación oficial habría habido. Para este Gobierno estos muertos no son más que números. Cada vez está más claro que existe la consigna de minimizar este hecho por todos los medios posibles. Lo contrario supondría reconocer que todos estos fallecidos no son sólo números y a lo mejor alguien les podría relacionar.
Simplemente actitud de maldad que no tiene ni siquiera descripción en nuestro diccionario.
Mas una nación no se compone sólo de dirigentes sino también de un pueblo que los elige y sostiene. Un pueblo de donde salen los casi 40000 muertos y a los que supuestamente llora. Un pueblo en estos momentos encerrado y confinado con una sumisión ciertamente preocupante. Un pueblo que mañana – ya hoy – consiente que los que le representan se sienten a dialogar con quienes son responsables directos por omisión y negligencia de la catástrofe presente. “Aquí paz y después gloria”, “pelillos a la mar” que diría un castizo.
¡ Que solos se quedan los muertos ! dijo Bécquer aserto que a mi me lleva a exponer por desgracia:
SIMPLEMENTE LA INDIGNIDAD DE UNA NACIÓN
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