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Sí, pobre Almeida,  si el Señor Almeida, el alcalde de Madrid, se deja manejar por el cobardica de Génova y Don Teo, el fullero compravotos de Murcia  (no, no hemos olvidado la compravotos de aquella noche para no perder el sillón de su Comunidad y el otro) y acepta entrar en guerra contra Doña Isabel.
              Primero porque estaría aceptando hacer de escudo  para evitar la otra batalla, la de verdad, la de la Presidencia del PP Nacional, la que ya se ve venir, porque los dioses así lo han decidido y le han dado, le siguen dando, alas a la Presidenta de Madrid. Casado y el compravotos de Murcia ya lo saben y por eso no duermen, pensando cómo frenar a la imparable y carismática AYUSO, y de ahí la ocurrencia de echarle como «carnaza» al pobre Almeida, para ver  si la «Reina de los taberneros» se harta y se conforma…   y evitar lo que más temen, que la Convención de Valencia se transforme en unas PRIMARIAS CASADO-AYUSO, porque eso sería su muerte política.
                     Dicho en plata, la entrada en liza del alcalde de Madrid por la Presidencia del PP-M sólo es, sólo será,  si se confirma que el  chico Almeida ha aceptado su papel de marioneta, una jugarreta o una maniobrita para frenar el avance imparable de la ya Presidenta (de momento de Madrid). hacia el sillón de mando de Génova.
               Y segundo, Sr. Almeida, no cometa el error de enfrentarse, cara a cara y en las urnas, con una mujer que ahora mismo goza de los favores de la FORTUNA («Mi AMOR», la llamaba Napoleón siempre, hasta que le abandonó en Waterloo), porque puede acabar como aquel Alcoyano que iba perdiendo 11-0  y todavía luchaba por conseguir el empate,
                 Y no se juegue su futuro por un cobardica y un fullero compravotos.

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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