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En España aún hay muchos españoles que no son socialistas, ni comunistas y tampoco son del PP.
Para todas esas personas que no son votantes de la izquierda ni son votantes de la derecha, el PP, que se avergüenza de serlo, como si ser de derechas fuera un delito, únicamente les queda arrimarse a quienes les creen que alcanzarían mejores resultados si alcanzasen la dirección política de España.
Esas persona que conforman un núcleo humano de varios millones, son a los que la incapacitada pero muy trinquista (de trincar) rojería y la derechita cobarde, e igual de trinquista (igualmente de trincar), tratan de fascistas, sin que les asista un mínimo de razón.
Para esos millones de españoles ha de ser muy frustrante escuchar y leer en los pocos medios de comunicación decentes que aún quedan y en los de reciente aparición, la insistencia en recordar -¡casi a diario y varias veces!- la figura del Generalísimo Franco, como si la creencia en su imposible vuelta al palacio del Pardo, junto con su Guardia Mora, fuera para quienes insisten en utilizar tan extraordinaria figura la única solución para liberarnos, otra vez, de estos políticos, tan corruptos y fulleros como tahúres del Mississippi que los de la II Republica, desde lo más alto de esta sucia política se están enriqueciendo mientras que al resto nos van empobreciendo económicamente hasta límites inimaginables -hay que tener en cuenta la evolución del número de suicidios de los últimos años- sin la menor posibilidad de un mejor futuro, pues hasta las herramientas se nos están arrebatando.
No es solución para quienes no tienen que poner sobre la mesa para comer él y dar de comer a su familia recordándoles el triunfo del Caudillo en la Batalla del Ebro.
No es solución para el que ha caído en el paro, que está a punto de ser expropiado de su casa por no poder los plazos de la hipoteca, que se le cuente como El Caudillo venció en la Batalla de Irún.
No es solución para quienes arruinados se han visto obligados a cerrar su negocio, ofrecerles como remedio -que eso parece- explicarles cómo El Generalísimo libró la Batalla del Jarama.
No es solución para quienes les ha sido «okupada» su casa, prácticamente sin posibilidad de recuperarla en años, ofrecerles como herramienta para recuperar su propiedad la estrategia que puso en marcha El Caudillo en la Batalla que se libró en Brunete, permitiendo a los rojos aflojar la presión que el ejército nacional estaba haciendo sobre Madrid.
No es solución para quienes han sido desposeídos del derecho a encender la luz, de poder abastecerse de gas para hacerse la comida y para hacer frente al frío invernal, explicarles científicamente como el Ejército a las órdenes del Caudillo liberó Madrid; Barcelona o Bilbao.
Lo que necesitamos todos esos (yo naturalmente me incluyo) españoles, y los que en la misma horrible situación votan tan malamente a rojos y derechita, es que las cosas vuelvan a funcionar con la normalidad que es necesaria, y piensan que muchos de quienes están en esa equivocada idea de sacar constantemente a pasear a Franco -a lo que con seguridad el se opondría- tienen más que suficiente inteligencia, conocimiento científico y capacidad para poner en marcha la maquinaria institucional que sirva para virar esta marcha que, capitaneada por un incompetente maligno, nos lleva directamente a precipicio del «nunca jamás».
Los campesinos están deseando que a sus productos se les defiende desde el Gobierno como es de justicia, respecto a los mismos productos de otros países. Los ganaderos piden que desde el correspondiente ministerio se defienda al sector, en vez de como hizo el «tonto melé», criminalizándolo.
Todos queremos, porque son muy pocos los cabrones que andan satisfechos, que el turismo vuelva a triunfar batiendo récord de visitas y de ingresos.
Todos queremos, porque son pocos los cabrones que andan satisfechos, que acuda la inversión extranjera para que la industria crezca y vaya ayudando a rebajar las cifras del paro.
Todos queremos, porque son pocos los cabrones que andan satisfechos, que el comercio vuelva a iluminar y dar color a las calles de nuestras ciudades.
Todos queremos, porque son pocos los cabrones que andan satisfechos, que desaparezca la única posibilidad de encontrar trabajo (y mira si es cabrona) sea hacerse falso autónomo.
Todos queremos, porque son pocos los cabrones que andan satisfechos, que los impuestos vuelvan a ser justos y que sirvan para que los españoles y extranjeros que legalmente viven en España, disfruten de los servicios por los que se cotiza.
Eloy R. Mirayo, español y franquista confeso.
Autor
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Mi currículum es corto e intranscendente. El académico empezó a mis 7 años y terminó a mis 11 años y 4 meses.
El político empezó en Fuerza Nueva: subjefe de los distritos de C. Lineal-San Blas; siguió en Falange Española y terminó en las extintas Juntas Españolas, donde llegué a ser presidente de Madrid.