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Reconozco que esta anécdota que les voy a contar es tan cierta y rigurosa como que me la contó en persona don Federico Carlos Sainz de Robles, durante muchos años director de la hemeroteca municipal de Madrid y uno de mis maestros de madrileñismo.

Me contaba lo que le había pasado a don José (Ortega y Gasset para que no haya dudas), con su famoso artículo que ayudó a cargarse la Monarquía y a don Alfonso XIII. Según el filósofo el artículo salió con su titulo original, o sea, el que él le había puesto “El error Berenguer”, pero después de tener que obligar a parar el arranque de las rotativas de “El Sol”, el periódico más importante de su tiempo (15-11-1930), porque a un listo, o listillo, Redactor-Jefe se le ocurrió añadir la “De”, que en su criterio le faltaba al título y pensando que había sido un olvido o un falló de don José y poner “El error de Berenguer”.

Pero, lo que él no sabía es que aquella “de” no iba casi a costarle el puesto, ya que cuando Ortega vio la prueba y vio que al título suyo sin “de” le habían puesto la “de” montó en cólera y armó la de Dios es Cristo con el Director (él no solo era el alma de aquel “Sol” sino además uno de los accionistas importantes) y hasta tuvo que cambiar unas líneas del artículo original, como puede verse al principio del mismo:

“No, no es una errata. Es probable que en los libros futuros de historia de
España se encuentre un capítulo con el mismo título que este artículo. El buen lector, que es el cauteloso y alerta, habrá advertido que en esa expresión el señor Berenguer no es el sujeto del error, sino el objeto. No se dice que el error sea de Berenguer, sino más bien lo contrario (…). Son otros, pues, quienes lo han cometido y cometen; otros toda una porción de España, aunque, a mi juicio, no muy grande. Por ello trasciende ese error los límites de la equivocación individual y quedará inscrito en la historia de nuestro país.”

 

Bien, pues también yo quiero aclarar (aunque no sea don José ni Ortega) mi título referido a Feijóo de hoy, el nuevo Presidente del PP.

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Lo titulo “El error de Feijóo”, porque en este caso, ciertamente, el error no es don Alberto Núñez Feijóo, a quién tengo por un buen político y un experto gestor y estoy seguro que, al menos, conseguirá que el desastre de Casado y Egea se olvide como de la peste de la viruela se olvidó España.

No, mi “de” no es una errata, ni al Director ni al Dios de este “Correo de España” se les habría ocurrido introducir esta “de” sin mi permiso, porque esta “de” sí tiene su significado político claro, ya que lo que yo considero un error, un verdadero error, un grandísimo error, es su decisión de evitar cualquier mención, relación o muestra de simpatía con VOX (de momento, según mis fuentes, hasta ha llegado a prohibirle a doña Isabel Diaz Ayuso y a todos los altos cargos del Partido que ni mencionen a VOX ni a sus líderes…

Y eso, señor Feijóo, demuestra que usted está equivocado y cometiendo, tal vez, el mayor error de su vida. Porque:

Supongamos que usted obtiene 176 escaños en las próximas elecciones

¿Y no cree usted que eso sería un milagro y que los milagros acabaron con Jesucristo?

Supongamos que usted obtiene solo 130 votos, lo que ya sería casi un milagro, dado que hubiese estos resultados: VOX 52 y PSOE 89.

¿Y dónde buscará usted entonces los 46 restantes con el PSOE y sus 89 o con VOX y sus 52?, porque con la ralea restante los números no cuadran.

Supongamos que usted obtiene 90, VOX 94 y el PSOE 90.

¿Qué ocurre entonces? ¿Entregará el Gobierno a VOX o se lo entregará a Sánchez y su ralea?

Bueno, si su futuro es el que es no creo que, al menos de momento, sea inteligente romper como está rompiendo con VOX y dejar el tema para cuando llegue la hora de la verdad. Porque, viendo y mirando en mi “bola de cristal” yo ya le veo a usted convocando un Congreso Extraordinario para tomar esa decisión: o se pacta con el PSOE o se pacta con VOX… y ya me puedo imaginar, y ya se lo puede imaginar usted, que esos 3.000 compromisarios le dejarían a usted tan solo como en el Congreso de Sevilla han dejado al cobardica Casado. ¿O es que no se ha dado cuenta, y eso no me lo creo, querido don Alberto, que los compromisarios e incluso los militantes, no votan líder ni Partidos, que lo que votan son sueldos o colaboraciones?

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Sin embargo, hay todavía otro error que no me resisto a recordárselo. No incluir a su lado, aunque fuera creándolo el puesto de nuevas, a doña Isabel Díaz Ayuso como vicepresidenta del Partido. Así lo hacen en Estados Unidos. En los Estado Unidos el cartel electoral lo llenan el Presidente y el vicepresidente aunque sean muy dispares y hasta no se lleven bien.

¿Quién puede hoy, darle más votos, ojo, en toda España y no solo en Madrid al PP que la señora Ayuso? ¿Más ceros? ¿Más orgullo? ¿Más la Marca España? Y hasta aquí hemos llegado. Nadie pronunció en su presencia un ¡Viva España!… y eso a muchos de los presentes no les gustó.

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.