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El fabricante automovilístico japonés Mazda lleva tres décadas empleando plástico reciclado en el exterior e interior de sus vehículos como medida para reducir su impacto productivo en el entorno y el uso de materiales con efectos negativos para el medio ambiente. La marca nipona asegura ser pionera en la industria en el reciclaje de plásticos, en los que lleva trabajando desde finales de los ochenta.

Esta apuesta por la sostenibilidad le permitió, en 1992, ser el primer fabricante del sector en aprovechar los parachoques de los vehículos que se daban de baja. Estos elementos del vehículo, con una antigüedad media de 10 años y con una amplia variabilidad en su composición, solo se podían utilizar para fabricar bolígrafos y piezas de plástico no visibles para automóviles, como las bandejas de protección de los bajos.

El proceso de eliminación de la pintura de los parachoques era poco eficiente y uno de los mayores obstáculos para el reciclaje de estas partes del vehículo, según Mazda. Pero en 2001 modernizó el proceso y consiguió que el plástico recuperado pudiera emplearse como refuerzo en los parachoques nuevos. En 2007 refinó aún más el procedimiento y consiguió eliminar el 99,9% de la pintura empleada en los citados elementos de seguridad del coche, lo que le permitió usar el plástico reciclado obtenido en la fabricación de parachoques nuevos.

Para 2011, el fabricante japonés ya disponía de una tecnología de reciclado pionera capaz de convertir los parachoques viejos en una resina de plástico con una calidad suficiente para incorporarla a los parachoques de vehículos nuevos.

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Mazda ha reciclado en Japón 1.280.000 parachoques usados desde 1992

El primero en el que utilizó esa técnica fue en el monovolumen Mazda Blante, al que han seguido otros muchos, ya que, desde 1992, Mazda ha reciclado, solo en Japón, 1.280.000 parachoques, una cantidad con la que se podría llenar tres un veces un volumen equivalente a la mítica sala de conciertos londinense Albert Hall o, si pusieran en fila india, permitiría unir Londres con Moscú.

Otro hito de la marca nipona en su lucha por reducir el impacto de su fabricación en el medioambiente se produjo en 2015, cuando desarrolló un bioplástico técnico creado a partir de derivados de plantas, que reduce el consumo de hidrocarburos y las emisiones de dióxido de carbono. Los bioplásticos se caracterizan por una calidad de acabado superior a la de los plásticos pintados tradicionales, por lo que tienen aplicaciones tanto en el interior como en el exterior de los vehículos.

La primera vez que los utilizó fue en el Mazda MX-5, en 2015. Posteriormente los ha incorporado a los actuales Mazda CX-5, Mazda3, Mazda2 y el Mazda CX-30. También los usa en el Mazda MX-30, el primer vehículo eléctrico de la compañía, que está previsto que llegue en verano a los concesionarios españoles.

El eléctrico MX-30 como máximo exponente en reciclaje llega en verano a España

La tapicería interior de la sección superior de las puertas del MX-30 es de un material textil fabricado a partir de botellas de PET recicladas. Para crear este material, que tiene un tacto suave y es fácil de procesar, fue preciso desarrollar un nuevo método de moldeo integrado de fibras textiles y plásticas.

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Asimismo, en las puertas delanteras y traseras del Mazda MX-30 se ha empleado bioplástico de alta calidad para darle un toque extra al diseño, según el fabricante que también ha diseñado una semipiel para la tapicería en cuya fabricación se emplea agua en vez de disolventes orgánicos.

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