21/04/2025 04:20

Con toda solemnidad y con un despliegue nunca visto antes, sin duda por imperiosa necesidad, los obispos españoles, de la mano de Bergoglio, que no se olvide, andan empeñados y entusiastas en oficiar la gran ceremonia de la confusión, que es una de las bazas más eficaces del Mal, porque mediante ella siembran entre los fieles de manera orquestada, calculada e intencional, premeditada y alevosa, ideas falsas, antagonismos artificiales y divisiones espurias y estériles a fin de sacar provecho del caos resultante; ceremonia de la confusión que como tantas otras veces antes, pues no es la primera, y ahora en relación con la próxima profanación sacrílega y blasfema de la basílica del Valle de los Caídos, saben que les resultará, porque para eso llevan más de medio siglo confundiendo a las ovejas y dispersando el rebaño.

Tal ceremonia ha consistido hasta el momento en autorizar y colaborar en la profanación de los restos de Francisco Franco y de José Antonio, en la de los miles de caídos y mártires enterrados en tan santo como monumental lugar, en la expulsión de Fray Cantera afirmando falsamente que su salida era asunto administrativo, diciendo que el Valle es del Gobierno (Munilla dixit), así como dando el visto bueno al inmediato aquelarre profanador de la basílica, de toda ella incluida la Cruz, que sin su beneplácito por muchas razones de toda clase y condición nunca se produciría, afirmando la CEE por escrito que era asunto del arzobispado de Madrid y éste que de la CEE, y ambos que nada podían o incluso que han salvado lo más importante.

Tras tales acciones de confusión, más las voceadas desde la COPE y 13TV, otros medios de comunicación a su servicio y no pocos paniaguados en parroquias, Cáritas, etcétera, la última, la que remata la ceremonia de la confusión, ha sido la de emitir la CEE una infecta nota oficial quejándose del Gobierno por haber sacado un plano en el que la profanación no va a dejar títere con cabeza, pretendiendo los obispos -todos, que conste, hasta los jubilados, con Bergoglio a la cabeza, no se olvide- que ellos no sabían nada, que sólo habían pactado algo general, que se sienten traicionados y engañados, que nada tienen que ver, que menos aún tienen culpa alguna, que son inocentes, ingenuos, pobres hombres bien intencionados, que… Todo falso.

Y es que esta jerarquía sabe por experiencia que lo van a conseguir, que en esta España de hoy en día entre los que han dejado de ser católicos y apostatado, la mayoría, o nunca lo han sido ya, y ambos se han vendido al Diablo, y los que lo son pero sólo de postureo, de Misa los Domingos (y no siempre), de procesión y poco más, pero que luego su vida nada tiene que ver con su pretendida creencia católica, sino todo lo contrario, pues viven en parejas, votan a favor del aborto, etcétera, pasado algún tiempo escampará, máxime cuando sólo llueve, y fino, de parte de pequeños grupos de “fanáticos”, mientras que el rebaño, que como vemos ni se mueve paciendo indolentemente, seguirá en su poder, nada pasará y todo se olvidará. Ahí radica su gran baza, la misma que han jugado, y con éxito, tantas otras veces desde aquellos lejanos días de finales de la década de los 50 del siglo pasado; ahí es nada.

Y es que han conseguido, y lo saben a ciencia cierta, que este pueblo español de estas décadas honre al Señor con los labios, pero no con el corazón, y ni menos aún con la vida, y a las pruebas de todo tipo me remito, porque es lo que ellos, sí, los obispos y la mayoría de los clérigos, les vienen enseñando desde hace décadas. Por eso, cuando son ya tiempos de evidente persecución, otra vez, a diferencia de tantas otras anteriores, hoy no hay dispuestos ni al martirio ni al heroísmo, pero no entre las ovejas, que tampoco, sino lo peor es que menos aún entre los pastores; y eso que hoy, por el momento, ni a unas ni a otros se les exige la vida, sino a lo sumo algún que otro mal titular en algunos medios y sólo durante dos o tres días.

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La gran ceremonia de la confusión culminará, pero no acabará, con la próxima profanación sacrílega y blasfema de la basílica del Valle de los Caídos. ¿Qué vendrá después? Nosotros no los sabemos, pero puedo asegurarles que los obispos, con Bergoglio a la cabeza, que conste, junto con la mayoría de clérigos, sí lo saben, vaya que lo saben, pues serán ellos, como en tantas otras ocasiones anteriores, los máximos responsables. Tiempo al tiempo.

PD.- Un amigo estuvo cuatro días delante de la sede de la CEE en Madrid protestando, topando con los obispos cuando salían o entraban de ella para asistir a la Plenaria. Su experiencia, según me ha contado, ha sido demoledora. Por citar algún ejemplo, Iceta le confesó que nunca ha estado en el Valle y que no va a estar no sea que “me hagan una foto”; el castrense se comportó como un chulo barriobajero, iracundo y faltón; el de Oviedo -que va como Munilla de distinto- escurrió el bulto haciendo la cobra de forma esperpéntica y Cobo o bien durmió en la CEE o salió en el maletero de algún vehículo porque cuando mi amigo se iba de allí no quedaban ni las ratas, todo estaba apagado y cerrado a cal y canto. Esta es la calaña humana de nuestros obispos, imagínense la espiritual.

Autor

Francisco Bendala Ayuso
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