
“Si vis pacem, para bellum” en un antiguo y muy conocido aforismo latino del escritor romano Vegecio que aparece en multitud de tratados militares y también figura en edificios castrenses. Quizá el más conocido sea el que corona la conocida escalera del cañón del hace años conocido como edificio Franco, hoy tristemente denominado edificio histórico de la Academia General Militar de Zaragoza.
La Historia de España no se puede entender sin la historia de sus Ejércitos que han combatido desde tiempo inmemorial en los cinco continentes. El mundo entero está regado con la sangre generosa de cuadros de mando y soldados españoles que empuñaron las armas, combatieron con bravura y honor defendiendo la civilización cristiana y la grandeza de nuestra patria.
Todos esos cuadros de mando y soldados que formaron en las filas de los Ejércitos de España en todos los tiempos, no se vieron acompañados, normalmente, por el respaldo social y económico de los Gobiernos de turno. Es obvio que detrás del combatiente tiene que existir un apoyo de sus gobernantes en medios humanos de reserva, en medios materiales acordes a la operación encomendada y por supuesto en los haberes prometidos o reglamentarios de esa misión.
No quiero remontarme a la época en la que el sol no se ponía en el extenso Imperio español, lo haré, analizando solamente la actuación de los presidentes del Gobierno españoles desde el periodo democrático surgido a finales de los años setenta en lo referente a Defensa.
El Ministerio de Defensa (MINISDEF) se crea en julio de 1977 en el gobierno de Adolfo Suárez bajo la tutela y dirección inicial de su mano derecha, Manuel Gutiérrez Mellado.
Adolfo Suárez fue el primer presidente que contó con el recién creado MINISDEF fusión de los tres antiguos ministerios militares (Tierra, Marina y Aire). El abulense de Cebreros, culpable de los muchos problemas electorales actuales, era una persona afable, joven y caía bien por su aspecto a la inmensa mayoría de los españoles. Tuvo la suerte de estar en el momento oportuno y en el lugar adecuado. Era un hombre con una formación profesional justita y quiso ser Jurídico militar, pero fracasó en el intento. Nunca tuvo el apoyo de la cúpula militar y menos aun cuando de manera inesperada legalizó el PCE. Además, no supo atajar de ninguna manera, la sangría que en su mandato provocaban ETA y GRAPO en las filas de las Fuerzas Armadas. Es más, presumía entre sus allegados diciendo: “yo sé poner firme a los militares”. Su apoyo como presidente del Gobierno a los créditos del recién creado MINISDEF, compuestos entonces sus Ejércitos por personal de reemplazo y sin participaciones en el exterior fue irrelevante.
Leopoldo Calvo-Sotelo presidente del Gobierno durante poco más de año y medio, sólo puede atribuírsele desde el punto de vista militar el ingreso de España en la OTAN (30 de mayo de 1982) y que persiguió con saña a los implicados en el intento de golpe de Estado del 23- F pues no contento con la sentencia del Tribunal Militar que los juzgó, ordenó que un Tribunal Civil revisara las sentencias del primero para el incremento de las mismas. El presupuesto del MINISDEF le importó una higa. Él estaba a otras cosas.
Felipe González, es miembro de un partido que nunca se ha caracterizado por el cariño y consideración a las FAS. Así, su partido encabezó multitud de manifestaciones con el lema, “OTAN, de entrada, No” en la legislatura de Calvo Sotelo, pero, lo que son las cosas, él mismo, en marzo de 1986 convocó un referéndum para la permanencia en la Alianza Atlántica. Pasó de encabezar manifestaciones y empuñar pancartas a ser Estado miembro. El resultado fue: OTAN, SI el 56,58%. Como es socialista de pura cepa no tragó nunca a los EEUU e hizo lo posible para que las Bases militares americanas fueran desapareciendo de nuestro territorio. Pero a pesar de que no sintonizaba con los militares, sí intentó, de alguna manera visual, ganarse su confianza y el ocho de diciembre de 1982 (patrona de Infantería) acudió a la Base de la Brigada Acoraza de El Goloso a su celebración con misa incluida. En su larga permanencia como presidente del Gobierno y un más que calculado afán por “atacar – no “triturar” que diría Azaña – a las filas de los Ejércitos – en especial al de Tierra – se promulgó una Ley, parecida a la de Azaña, que dio facilidad a que un gran número de militares se marcharan a la reserva. Fue conocida como la Reserva Transitoria y su única finalidad fue la de disminuir efectivos y de cara a la opinión civil “liberarnos de militares”. No fue, ni muchos menos, un ahorro a las arcas públicas. En sus legislaturas, el soldado seguía siendo de reemplazo y en los inicios de la década de los noventa desplegaron Unidades del Ejercito por primera vez en los Balcanes. Allí, en Bosnia- Herzegovina se comprobó lo que escribí al inicio de este artículo: cuadros de mando y soldados españoles regaron con su sangre esas inhóspitas tierras a pesar de que los medios con que contaban, no eran los más adecuados y que no tenían el nivel que el de los Ejércitos amigos. Sin duda, se pudo comprobar que el presupuesto de Defensa español no estaba a la altura de lo que la misión exigía. En aquellas tierras y en esos años quedo claro por primera vez que el presupuesto dedicado a Defensa por el Gobierno era del todo punto insuficiente.
José María Aznar en lo que respecta a asuntos de Defensa tuvo sus luces y sus sombras, probablemente más de las últimas. Él fue quien, obligado por Jordi Pujol, decidió suprimir el servicio militar obligatorio por una disposición de la Ley 17/1999 y así, los soldados de reemplazo dejaron de incorporarse a filas antes del 31 de diciembre de 2002. Los soldados de quinta serían sustituidos por soldados profesionales. Pero esta intención fue un quiero y no puedo: soldados profesionales con un sueldo ridículo. Una vez más el presupuesto de Defensa no daba para mantener un auténtico Ejército profesional de verdad. Con Aznar, se incrementaron las misiones internacionales, pero en los mismos términos que con Felipe González: medios escasos, no apropiados a la misión encomendada y lo más doloroso y trágico, transporte de las tropas en unos medios inaceptables y desastrosos. Alguna luz en Defensa tuvo: mejoró las relaciones con los EEUU y se desplazó a zona de operaciones a visitar a las tropas y convivió con ellas en Mostar y en Medjugorje donde vio en las condiciones en las que operaban y habitaban. No puede olvidarse una gran actuación en materia militar que solo él entre los presidentes del Gobierno hubiera sido capaz de ejecutarla de manera contundente y sin ningún tipo de “dialogo”. Me refiero a la actuación militar en el islote de Perejil ante la ocupación de una partida de la Gendarmería Real de Marruecos en julio de 2002. Sin duda fue una actuación brillante ante un claro ataque a la soberanía nacional. Sólo se necesitó una firme decisión y resolución inmediata.
José Luis Rodríguez Zapatero, llegó a la presidencia del Gobierno en 2004 y actuó de inmediato y decididamente en asuntos de Defensa, mal por supuesto como en él fue habitual. Decidió unilateralmente la retirada de las Fuerzas españolas en una coalición internacional desplegada en Irak. Un auténtico bochorno que sirvió para que el Ejército español, el suyo, saliera por la puerta de atrás. Aquella actuación fue una retirada en toda regla y no un repliegue. No contento con esa vergonzosa actuación, meses después, en Túnez, animó al resto de países a que hicieran lo mismo. Con este sujeto que aún pulula por ciertos ambientes políticos no muy recomendables, llegó al MINISDEF un ambiente de total desmilitarización de las Fuerzas Armadas promovido no sólo por él sino también por sus ministros. El pacifismo se instaló en Castellana nº 109. La inversión en Defensa fue irrelevante y los gastos del MINISDEF no sólo se congelaron, sino que disminuyeron. Era mejor invertir en mantequilla que en tanques. No contento con la creación del pacifismo en el MINISDEF, su ignominia llegó a lo más alto cuando en octubre de 2010 condecoró con la Real Orden de Carlos III a Driss Jettou ministro del Interior marroquí máximo responsable de las Fuerzas auxiliares que invadieron el islote de Perejil. Este hombre, Zapatero, encarna en su persona toda la vileza humana sólo superado por Pedro Sánchez.
Mariano Rajoy llegó a la presidencia del Gobierno después de dos legislaturas socialistas para olvidar, no sólo en inversiones de Defensa sino en todo en general que hundieron a España en lo económico y en lo social. El presidente gallego, nunca tuvo un cariño especial a las FAS, nunca; quizá porque su paso como soldado en la Capitanía General de la III Región Militar no fuera de su agrado o porque los desfiles militares en el día de la Fiesta Nacional o en el día de las FAS los considerara un coñazo. Estos dos detalles que relato y que su única obsesión fuera enjugar la deuda de su predecesor hicieron que el presupuesto de Defensa siguiera siendo de los más bajos del entorno europeo. No le importó lo más mínimo y eso que contó con dos excelentes ministros; uno de ellos un gran gestor y quien le sustituyo, una ministra que quería y creía en las FAS e intentó, en vano, poner el presupuesto de Defensa donde se merecía.
Pedro Sánchez, lo peor estaba por llegar, sin duda. Felón y embustero, persona despreciable y de malos procederes que ya en octubre de 2014 dijo en la contraportada del diario El Mundo: “sobra el Ministerio de Defensa”. Este sujeto es quien desde el verano de 2018 ostenta el cargo de presidente del Gobierno de España y obviamente así les va a los Ejércitos con un presupuesto que se sitúa con tan solo el 1,28% de PIB, el más reducido de toda la OTAN. Según él, sobraba el MINISDEF – ningún presidente del gobierno del mundo o aspirante al mismo cargo es capaz de decir semejante barbaridad – pero en la actualidad nos presenta a veintidós ministerios, muchos de ellos totalmente prescindibles pues no tiene cometidos de entidad ministerial. Este pacifista de pacotilla, amigo de tiranos y esclavo de terroristas, independentistas y enemigos de España, dilapida el dinero de los españoles tanto dentro como fuera de España concediendo ayudas que no tienen razón de ser. Tiene abandonados y desprotegidos territorios insulares españoles y permite que sus fronteras sean vulneradas a diario y ahora, recientemente, bajo la presión de su amiga Von der Leyen decide no colocar un clavel en el fusil de sus soldados y convertirse en un furibundo belicista, pero, que la Seguridad que dice él – la palabra Defensa suele omitirla – se la paguen o financien los europeos. Las intervenciones de este individuo son cada día más esperpénticas y delirantes en lo que a Defensa se refiere. Quiere ayudar a Ucrania y les envía fusiles de asalto desechados por nuestro Ejército y que vienen a ser como la escopeta de Ambrosio y carros de combate que se encontraban desde hace tiempo inoperativos, pero eso sí se abraza efusivamente con Zelenski. Yo de diría a Volodímir Zelenski: no te fíes de los abrazos y menos de las palabras de Pedro Sánchez que este sujeto en vez de defenderte te monta un ministerio de igualdad, de política territorial, de agenda 2030, de transición ecológica o de memoria democrática.
Este es el presidente que tenemos y sufrimos; antaño pacifista de salón, hoy más belicista que Marte, el dios de la guerra, que no defiende su casa y quiere defender la del vecino, pero con dinero ajeno.
Todo un impostor y por supuesto un traidor a su patria.
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