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Creen que vivimos en una democracia, que una Constitución nos regala las libertades que nos corresponden por derecho natural.
Creen que los partidos políticos se preocupan por nuestro bienestar y por el bien común, por hacer una España grande y libre.
Creen que los impuestos se invierten en obras públicas, que las fuerzas de seguridad están para defender nuestros derechos y libertades.
Creen que la democracia es el mejor de los sistemas, que las elecciones son la fiesta de la libertad.
Creen que los inmigrantes vienen a pagarnos las pensiones, a enriquecernos culturalmente y a hacer los trabajos que los españoles no quieren.
Creen a pie juntillas que España tuvo un imperio basado en el genocidio de maravillosos indígenas.
Se tragaron el Himalaya de mentiras de la plandemia; se pusieron los bozales con alegría, en un acto solidario; acudieron en masa a los vakunódromos, en otro acto solidario y altruista.
Están convencidos de que la depredación humana va a cargarse el Planeta; asienten ante la gran mentira del kambio klimátiko; se sumarán entusiastas a la “huella de carbono”.
Están de acuerdo en que aviones asesinos nos tapen el Sol para evitar el calentamiento global; cuando por un segundo dejan de mirar el móvil y miran el cielo, ven las estelas, pero se encogen de hombros, y van a la terraza cervecera de siempre.
No se oponen a la aberración que afirma que el sexo es una elección, que somos taitantos géneros; pasan del horroroso adoctrinamiento que pervierte a sus hijos.
Obedecen todas las normas, se tragan todos los sapos, comulgan con todas las ruedas de molino, musitan sus “síbuanas” ante los que mandan, haciendo genuflexiones hasta el corvejón; corren balando felices hacia sus apriscos.
Aceptarán el dinero digital, la moneda digital, el fin de las divisas, la eliminación del efectivo, porque así se acabará con el fraude fiscal y la economía sumergida.
Renunciarán sin quejas ni protestas a su vehículo de combustión, porque hay que salvar el mundo de la depredación humana.
Se pondrán todos los chips que se les ordenen, porque es el progreso, porque es más cómodo, y hay que estar a la última.
Creen ciegamente en Bergoglio, ¡aleluya!, el Papa del pueblo, de los inmigrantes, de los transcristianos.
Creen que los medios de comunicación les informan con objetividad, que los informativos y tertulias lobotomizadoras están bajo la inspiración del Espíritu Santo.
Rendirán pleitesía al Anticristo, adorarán su estatua, apostatarán, irán sin rechistar a las misas satánicas; denunciarán a los disidentes, a los resilientes, a los resistentes; se pondrán la Marca de la Bestia; les quitarán sus posesiones, pero serán felices; les robarán el alma…
porque han nasío-pa-obedesé-y-callá…
Que Dios, en su infinita misericordia, tenga piedad de ellos.
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