22/02/2025 17:31

Que Pedro Sánchez es un mentiroso compulsivo y un consumado trilero es cuestión ya sabida por toda persona decente y honrada que siga la actividad política con un mínimo de objetividad y conciencia equilibrada. Como contrapartida, es numerosa la gente que piensa que el psicópata monclovita es sobre todo un político con una especial habilidad para alcanzar sus objetivos. A este respecto cabría señalar que, dado que su único objetivo es mantenerse en el poder, efectivamente P. Sánchez tiene una particular capacidad para conseguir aquello que pretende. Sin embargo, el coste que debe pagar por permanecer en La Moncloa es demasiado alto para cualquier individuo mínimamente decente, ya que de ello se desprende el desprestigio personal y la inhabilitación moral.

Por si todo ello no fuera suficiente lacra para un presidente de Gobierno, resulta que, por sus patológicas ansias de poder, P. Sánchez ha unido su destino político al de los comunistas e independentistas de toda laya y condición, de tal forma que, como consecuencia de esta infame conjunción de intereses, P. Sánchez se ha convertido en un pervertido fantoche al servicio de los de unos y los otros, dejando de lado no solo su propio programa político, sino también las necesidades del conjunto de los españoles.

Un claro ejemplo que muestra las principales señas de identidad que caracterizan a P. Sánchez se ha producido estos últimos días con el intento de aprobación en el Congreso del llamado “decreto ómnibus”. Así, en una más de sus frecuentes exhibiciones de trilerismo político, el Gobierno socialcomunista aprobó un decreto ley que incluía numerosas y variopintas medidas, mezclándose de esta forma, en una suerte de totum revolutum, algunas iniciativas absolutamente razonables (como la revalorización de las pensiones, la ayuda a los afectados por la DANA, la bonificación del transporte o el bono social para rebajar el 50% del recibo de la luz de las familias vulnerables) con otras totalmente inaceptables (como la revocación de la ley recientemente aprobada que facilita el desalojo exprés de los okupas o la donación al PNV sin justificación alguna del palacete parisino donde tiene su sede el Instituto Cervantes). Con todo ello lo que P. Sánchez pretendía era chantajear a los partidos de la oposición al obligarles a elegir entre aprobar íntegramente el paquete legislativo o padecer una nueva e indecente campaña de acoso mediático.

Afortunadamente, tanto el PP como Vox mantuvieron la compostura y se negaron a ceder ante tan manifiesto trágala, procediendo a votar en contra del decreto ómnibus. Con lo que no contaba el autócrata de La Moncloa era con que a dicha negativa se uniera Junts, de tal forma que el decretazo fue rechazado por mayoría absoluta, naufragando de esta forma la maquiavélica estrategia del Gobierno socialcomunista. Como estaba anunciado, a partir de ese momento todos los altos cargos socialistas, como si de un rebaño de sumisas ovejas se tratase, salieron al unísono para llevar a cabo una de sus habituales campañas de desinformación y difamación, acusando al PP y Vox de dar la espalda a los intereses de los pensionistas los afectados por la DANA y las familias vulnerables, evitando en todo momento criticar la postura de Junts, para no molestar a un Carles Puigdemont cada vez más empoderado.

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Para contrarrestar tan torticero planteamiento, el PP registró ante la cámara del Congreso una proposición de ley que recogía exactamente la misma revalorización de las pensiones, además de preparar otras dos proposiciones relativas a la DANA y el transporte, mostrando de esta forma su disposición a apoyar las medidas sociales contempladas en el decreto ómnibus. Además, Núñez Feijóo instó al Gobierno a que presentara de manera inmediata un decreto ley que tan solo recogiera las medidas de carácter social, a lo cual los socialistas se negaron en redondo, demostrándose así que el decreto ómnibus obedecía a los espurios intereses políticos de P. Sánchez y a su obsesivo afán de desacreditar a la oposición mediante un relato manipulado de los hechos.

Poco a poco el castillo de naipes montado por el sanchismo se fue desmoronando, como demuestra la desafección de la población al plan urdido por el Gobierno socialcomunista, tal y como reflejan los sondeos realizados por diversos medios de comunicación, lo cual parece indicar que, afortunadamente, es cada vez mayor la proporción de españoles que le han visto las orejas al lobo y están hartos de soportar las continuas mentiras vertidas por un P. Sánchez cercano a la locura por su falta de apoyo social y su debilidad parlamentaria.

En definitiva, rechazado el decreto ómnibus en el Parlamento y fracasado el relato sanchista en las calles, la estocada final que habría de desmontar el contubernio socialcomunista vino de la mano del inefable Puigdemont. Por más que nos desagrade el fugado de Waterloo, no queda otro remedio que reconocer que juega sus bazas con precisión milimétrica. Así, su estrategia se sustenta en dos premisas fundamentales: la primera es que la inconmensurable ambición del psicópata monclovita es precisamente su mayor debilidad, debido básicamente a la inestabilidad parlamentaria que padece; la segunda es que, al estar tan solo enfocado en lograr la independencia de Cataluña, le resulta indiferente la bondad o maldad de las iniciativas legislativas de rango nacional, dependiendo su apoyo a P. Sánchez del sometimiento del Gobierno a sus exigencias. Así, partiendo de tal planteamiento, Puigdemont exigió a P. Sánchez antes de concederle su apoyo, por un lado, que troceara el decreto ómnibus siguiendo sus instrucciones, y, por otro lado, que otorgara definitivamente a Cataluña un sistema de financiación singular, la soberanía fiscal, la condonación de una parte sustancial de la deuda contraída por los catalanes con el Estado español y el traspaso a la Generalidad catalana de la gestión integral de la inmigración y el control de las fronteras. Además, bordando la jugada, Puigdemont le dio a P. Sánchez un plazo de un mes y medio para someterse a sus demandas, ya que de lo contrario le retiraría definitivamente su apoyo el resto de la legislatura, con lo cual el Gobierno socialcomunista se instalaría en una situación de ingobernabilidad manifiesta . Como cabía esperar, P. Sánchez finalmente dio su brazo a torcer y accedió a trocear el decreto ómnibus, comprometiéndose a su vez a acelerar al máximo el cumplimiento del resto de exigencias neoconvergentes, exhibiendo con todo ello una carencia de escrúpulos morales a prueba de bomba. Pero más allá de sus deficiencias éticas, P. Sánchez demostró una vez más que sitúa a sus propios intereses muy por encima de los intereses de los españoles, ya que el cumplimiento de lo pactado con Puigdemont conlleva un autogobierno catalán de tal magnitud que en la práctica supone la desconexión de Cataluña con el resto de España. Así, como señala el periodista británico Tom Burns Marañón en Expansión, “Los independentistas, que son y serán adversarios de un Gobierno central, retienen a Sánchez en La Moncloa para poder así obtener, concesión a concesión, lo que anhelan”.

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Contaba Máximo Huerta después de su dimisión como ministro de Cultura y Deporte que P. Sánchez le recibió en el Palacio de la Moncloa y, para su sorpresa, en lugar de interesarse por su delicada situación, le preguntó que cómo pensaba que pasaría a la historia, evidenciando así el enorme narcisismo que le empaña la mente y envilece sus actos. Parece ser que el pobre Máximo cambió de tercio para evitar contestarle, pero yo me voy a permitir el lujo de hacerlo: ¡Mira Pedrito, te has convertido por méritos propios en una patética marioneta cuyos hilos mueve un prófugo de la Justicia española, razón por la cual serás recordado como un miserable pelele, que es lo que eres tanto en las formas como en el fondo!

 

Autor

Rafael García Alonso
Rafael García Alonso
Rafael García Alonso.

Doctor en Medicina por la Universidad Complutense de Madrid, Especialista en Medicina Preventiva, Máster en Salud Pública y Máster en Psicología Médica.
Ha trabajado como Técnico de Salud Pública responsable de Programas y Cartera de Servicios en el ámbito de la Medicina Familiar y Comunitaria, llegando a desarrollar funciones de Asesor Técnico de la Subdirección General de Atención Primaria del Insalud. Actualmente desempeña labores asistenciales como Médico de Urgencias en el Servicio de Salud de la Comunidad de Madrid.
Ha impartido cursos de postgrado en relación con técnicas de investigación en la Escuela Nacional de Sanidad.
Autor del libro “Las Huellas de la evolución. Una historia en el límite del caos” y coautor del libro “Evaluación de Programas Sociales”, también ha publicado numerosos artículos de investigación clínica y planificación sanitaria en revistas de ámbito nacional e internacional.
Comenzó su andadura en El Correo de España y sigue haciéndolo en ÑTV España para defender la unidad de España y el Estado de Derecho ante la amenaza socialcomunista e independentista.
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