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Felipe Delgado Daza nació en Madrid hace 42 años. Es Licenciado en Ciencias Religiosas, profesor de Religión católica en ESO y Bachillerato, y especialista en Historia moderna y contemporánea.

¿Por qué es tan grave el pecado de la blasfemia y no todo el mundo cae en la cuenta de su gravedad?

La Televisión ha sido un veneno por su aparente inocuidad. No es poca la responsabilidad del que usa un medio como ese para corromper a las personas y más aún a los niños. Jesucristo habla muy claro del escándalo a los pequeños en Mateo 18,6. Y es que, en las televisiones, primero comenzaron con las irreverencias en las películas, las series, los programas y de ahí pasaron a las blasfemias, que poco a poco fueron cada vez mayores, y como la gente no reaccionó, se continúa ahondando en el mal. Hoy, las productoras, las grandes divulgadoras de programas con audiencias altas, solo tienen como objetivo ganar dinero, por eso es que si para ello tienen que usar palabras «fuertes» pues no ven impedimento. Son de los que no se plantean si deben, sino si pueden. Hoy, muchos chicos y jóvenes creen necesitar usar palabras blasfemas para sentirse mejor valorados por sus amigos o compañeros. Eso es malo, pero es mucho más grave el mal que hace quién azuza esos sentimientos. Con personas así, se ha ido deconstruyendo lo que con tanto esfuerzo y sangre se consiguió levantar por los católicos del pasado.

De Dios nadie se burla y la historia está llena de casos de terribles finales de los blasfemos…

Recuerdo el caso que aún hoy me impresiona, historia que cuenta el Jesuíta Duhayon Yunquera. El caso de «Pedro, el Maldito», un hombre que siendo jugador, perdió, blasfemó, y se tuvo que marchar del pueblo, porque la gente lo expulsó, esto pasó en el Siglo XII según las crónicas. Pero también dice San Pablo en la Carta a los Gálatas en el capítulo 6 versículo 7, que «de Dios nadie se burla». Y eso es lo que parece demostrar el fin de muchos que escupen al Cielo, sin percatarse que, según el ángulo y la dirección del viento les puede manchar cualquier parte del cuerpo. Y ese era el caso del tal Pedro que como el de tantos otros, no saben lo que dicen. Pero tantos otros que sí lo saben, seguramente no imaginan que los demonios blasfeman a Dios, pero en el infierno… Y eso es algo que cuentan muchos místicos que han sufrido mucho con tales visiones, por el deseo que tiene la Providencia que nos enmendemos.

Está claro que hay que combatir y desagraviar las blasfemias públicas, pero igual es importante hacerlo con las blasfemias que de manera privada se cometen desgraciadamente a diario…¿Por qué?

El combate no es tarea fácil. Muchas personas repiten lo que oyen, sin pararse a pensar que sus palabras son ofensivas contra Dios, la Virgen y los próximos. Pero me atrevería a afirmar que lo que debería hacerles reflexionar es que se atacan a sí mismos. Ya que si somos bautizados, eso nos hace hijos adoptivos de Dios y Templos del Espíritu Santo. Por tanto, quiénes así se expresan, están usando su libertad personal para ofender al Señor Jesucristo, pues es a Dios a quiénes deben esa misma capacidad. Lo cual es realmente pecaminoso, y típico ejemplo de libertinaje. Por eso, lo que debe hacerse es difundir la Verdad y no quedarse de brazos cruzados, porque el pecado de omisión también existe. Dice la Sagrada Escritura en Ezequiel 3,21 y Levítico 19,17 que si no corregimos al pecador, seremos nosotros reos de su pecado. Por tanto, tomarnos esto en serio es una obligación moral para todo cristiano, y si además somos españoles, es una obligación patriótica.

¿Por qué decidió crear la Liga antiblasfemia y con qué fines concretos?

En Ejercicios Espirituales uno se encuentra a solas con Dios, y un día en ese diálogo entre mi pobre corazón y el  Corazón de Jesús así como con el Corazón Inmaculado de la Virgen, sentí que debía hacer esa labor de apostolado. Los fines son divulgativos, no pretendo erigirme como presidente de la Liga contra la blasfemia, pero sí quiero que España no olvide su función como evangelizadora de medio mundo. Por eso creo si a alguien se le escapa, no debe ser anatemizado. Y menos, hoy que con tantos ataques a la Fe y a la Patria, los católicos parecemos ciudadanos de segunda.  Pero sí que, al menos, deberían pensar en rezar una Jaculatoria tipo «Perdón Señor, pequé» o similar. Por que si no, ese vicio no solo no se eliminará si no que puede ir a más, con el escándalo que supone, especialmente para niños y jóvenes que poco a poco empiezan a blasfemar. ¡Qué bueno sería volver a popularizar los términos «ostras» y/o «me cago en diez»…

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En España no se blasfemaba apenas, pues era algo muy indigno de un caballero en el Siglo de Oro…¿Cuál fue el origen de esta peste blasfema en nuestra patria?

Las blasfemias actuales provienen del liberalismo masónico. No digo que antes no hubiera ateos o antiteos, pero era una minoría muy mal vista por la totalidad del pueblo cristiano. Pero los principales ataques a la Fe son cosa de Judíos, ya desde los primeros siglos. Después se unieron parcialmente los musulmanes, pero estos no atacan a Dios ni a la Virgen, aunque sí a la Eucaristía. Después, desde la mal llamada Reforma protestante, en Europa se blasfemó y se sigue blasfemando mucho contra la Eucaristía. Y eso llegó a España fundamentalmente a través de las tropa francesas durante la ocupación de nuestra Patria. Todo el siglo XIX está plagado de masonería.

Es ahí donde comienza la leyenda negra antiespañola en España, y sería, muy fundamentalmente, través de publicaciones, cuando comienza esa costumbre a permear al pueblo sencillo. Esas palabras usadas como signo de virilidad, tan usadas por los «rojos», son erradicadas  después de la undécima Cruzada de 1936, en palabras de Pío XII, después de la Victoria esta terminología es planteada como algo a erradicar. Por eso se educó a los españoles desde jovencitos en las buenas palabras. Pero a partir del 1977 volvió a usarse como signo de «progreso», y eso hasta el día de hoy, que ya se lo oyes sin pudor hasta a los adolescentes, sin distinción de varones o mujeres.

¿Cómo se puede comprobar todo lo que afirma?

Que la juventud no usaba esas palabras hace cincuenta años puede probarse en que ninguna persona que haya vivido en aquéllos años dirá otra cosa. Hoy, cualquiera que vaya en transporte público o salga a la calle lo escuchará sin mucha dificultad. Si pone programas en las televisiones generalistas, lo puede oír de vez en cuando. Y respecto a la Historia, es evidente que durante el Siglo de Oro, durante el antes y el después, los españoles no decían ciertas palabras, y era por honor. Debía darles vergüenza ajena que alguien les oyera usar ciertas expresiones, lo cual es evidente, y por eso mismo, usar un lenguaje como lo que hoy se usa abiertamente, resultaba absolutamente intolerable, y por tanto, inimaginable. Y aún después seguía siendo un lenguaje no mayoritario, pero, según perdíase la Fe, era cada vez mayormente aceptado.

Pero antes, en la época dorada de las letras españolas, y me atrevo a decir que desde la época de los Reyes Católicos, ya estaba muy mal visto, e incluso sancionado porque se asimilada a expresiones propias de judíos o sarracenos. En esa época el poder se preocupaba del bienestar espiritual de las personas, y por tanto, se preocupaba por defender la Fe. Después, empezó a extenderse por las publicaciones de la época decimonónica que había que ilustrar al pueblo y eliminar su ignorancia secular. Para ello, había que despreciar lo «invisible».

¿Cómo ha contribuido la secularización de la sociedad a que fuesen aumentando las blasfemias e impías costumbres?

Ese liberalismo que impera en España desde 1977, ha hecho que vayamos cuesta abajo y sin frenos. Lo que ha derivado en la destrucción de la familia, la economía y la sociedad es «dejar hacer». Y aunque hoy vivamos en una tiranía liberal con trazos marxistas, no hemos llegado a este punto sino por el avance de los «malos» y la desidia de los «buenos». Y es que como sociedad no hemos aprendido nada de la Historia. España luchó durante siglos por el Bien, la Verdad y la Belleza, es decir, por Dios. Cuando nuestros enemigos convencieron a la élite gobernante que la democracia era el sistema que debía adoptarse, muchísimos españoles ingenuamente pensaron que íbamos hacia una época gloriosa. Pero al contrario, nos han vaciado de contenido, y ahora no somos sí no una triste sombra de lo que un día fuimos. Por eso, y respecto a la blasfemia, pregúntese el lector por qué las personas nacidas hace más de 65 años no blasfeman por lo general. Eso es indicativo de cuando comenzó el cambio de mentalidad. Esa mentalidad que anula la Fe, y por tanto la Razón está llamada a desaparecer, porque no hay futuro para el que no cree si no en el placer del momento presente.

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¿Por qué es importante unirse en defensa del bien, en esta y otras nobles causas?

Porque, ahora que se habla tanto de los mal llamados Derechos Humanos, existen los derechos de Dios y de los cristianos,  quiénes al ser hijos de  Dios por adopción, tenemos que ser «salados», no «sosos». Dice Jesucristo que «SI LA SAL SE VUELVE SOSA, NO SIRVE MÁS QUE PARA TIRARLA, Y QUE LA PISE LE GENTE» como leemos en el Evangelio según San Mateo capítulo 5 versículo 13. Eso es muy literalmente lo que pasa con algunas blasfemias que van contra la Sagrada Comunión. Por otra parte, y en contraposición, se puede observar, que si alguna persona o institución dice algo contra quiénes detentan el poder, toda la cohorte mediática se abalanza como un solo hombre para condenar y censurar con la habitual hipocresía de que hacen gala. Pero en los medios y series, si vas contra Dios o la Fe, recibes una carcajada de un público complaciente. Signo de que son guías de ciegos. Quizá como los fariseos que atacaban a Jesucristo en los Evangelios como se lee en San Mateo 15, 14. ¿Por qué no hacer valer los derechos de Dios, que son nuestros propios derechos?. Es la pregunta que me he hecho muchas veces, y la respuesta es clara. 

¿Cómo se puede contactar con usted para colaborar con esta asociación?

Como he indicado previamente, no pretendo convertirme, por un deseo innoble, en el adalid de la lucha contra una mala costumbre para el «famoseo» y/o ganar dinero. Eso me generaría una contradicción insoportable. Porque como decía San Agustín. «Si quieres ser Santo, humildad». Y es que uno que aspira a la santidad, no es un mueble, incapaz de hacer nada. Se puede hacer mucho con la Oración, pero creo que si se puede más, debe hacerse. Es por eso que he creado una web en donde se pueden visualizar textos que ayudan a discernir qué es la blasfemia y porqué es censurable. A continuación, tienen el enlace a la web, donde también pueden contactar, y en la que se pueden visualizar y copiar textos que explican por qué no se deben usar ciertas palabras, y que pueden ser copiados, pues no tienen derechos de autor.

http://temp-hcobujpqebcpvppbuqku.webadorsite.com/

¿Quiere añadir algo?

Que España es indisoluble con la Fe católica. Por eso, cualquiera que grite ¡Viva Cristo Rey! y ¡Arriba España! con convicción, estará preparado para la lucha por Dios y por la Patria. Creo que la Virgen, como siempre que la hemos invocado como Guía y Protectora, nos ayudará a todos en el buen combate.

Autor

Javier Navascués
Javier Navascués
Subdirector de Ñ TV España. Presentador de radio y TV, speaker y guionista.

Ha sido redactor deportivo de El Periódico de Aragón y Canal 44. Ha colaborado en medios como EWTN, Radio María, NSE, y Canal Sant Josep y Agnus Dei Prod. Actor en el documental del Cura de Ars y en otro trabajo contra el marxismo cultural, John Navasco. Tiene vídeos virales como El Master Plan o El Valle no se toca.

Tiene un blog en InfoCatólica y participa en medios como Somatemps, Tradición Viva, Ahora Información, Gloria TV, Español Digital y Radio Reconquista en Dallas, Texas. Colaboró con Javier Cárdenas en su podcast de OKDIARIO.
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