24/11/2024 01:25
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Un viejo, de los de antes, un lugareño sabio, de buena encarnadura y mejor voluntad, un amante de su bendita Tierra castellana, al ser preguntado por el escaso, por el ínfimo caudal del río que le vio nacer, que le había regalado generosamente durante décadas, a lo largo de su dilatada vida la posibilidad de subsistir dignamente tanto a él como a su familia, observando que la pregunta tenía un tono de reproche y preocupación, contestó haciendo gala de una templanza nada habitual y una cordura ejemplar: “Ya vendrán las aguas nuevas, las estamos esperando, pronto llegarán”

Bendito y alabado sea por siempre, el anciano campesino.

Las pobres gentes, víctimas de la catástrofe, los miles de valencianos afectados por la riada, a los que la naturaleza les ha arrebatado todo lo que tenían, ciudadanos inscritos en las listas electorales con derecho a voto y la obligación de tributar, nunca podrían haber imaginado que, vueltas las aguas a su cauce, la desolación, la angustia y el desamparo iban a multiplicarse por la desidia, ineptitud y negligencia criminal de las democráticas instituciones del Estado que les han negado el consuelo y el amparo sin atreverse a afirmar con contundencia y humanidad que las aguas nuevas y reparadoras han de llegar con la exigida urgencia que la situación merece.

Hemos visto en este desastre de todo, malo, peor, repugnante, criminal, a excepción de lo que ha venido en llamarse “el pueblo salva al pueblo”, esperemos que esta afirmación retórica no sea prostituida por los políticos y malintencionados de turno, aquellos que trabajan por una causa que ya no tiene porvenir, supuestos servidores del Estado, entre los cuales impera la igualdad de los parásitos, de las sanguijuelas sedientas de la sangre de los que viven de su trabajo.

Hemos visto como desde el día siguiente de la riada, se ha hecho un siniestro y sanguinario cálculo político con la pérfida intención de apoderarse de una comunidad ajena al poder autócrata de gentes sin palabra, golfos de espíritu filibustero, retorcidos, personajes de traición.

Sí, indiferencia, pasividad criminal, si el día 30 se hubiese puesto a disposición de un mando único, solvente y con la preparación exigida a las circunstancias, todo el personal y material de que disponen las instituciones del Estado, se hubiesen salvado vidas; los espíritus de los centenares de muertos persigan a los responsables durante toda su malhadada existencia.

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Cobardía, manifiesta incapacidad para decidir con oportunidad minorizando los efectos del brutal embate de las aguas; extremo que se ha puesto de manifiesto en el gobierno de la Generalidad valenciana.

El lector irá comprendiendo el Tsunami de aguas negras, que todos los valencianos, en particular la víctimas desprotegidas y España en su conjunto, han sufrido con la asquerosa y vil actuación de los malditos políticos salidos de las urnas de esta “estúpida democracia”

Empiezan a salir a la luz que ilumina al pueblo los “brotes verdes” de la semilla sembrada en nuestra Tierra por esta estirpe parasitaria, holgada y viciosa, “hombres que no nos roban más que todo lo que pueden”

Hemos visto como el general de la UME, pagado de sí mismo, con gesto nada compatible con la tragedia que se presumía iba a combatir, se aproximaba peligrosamente a los ineptos políticos, dando a entender que sin orden expresa de la autoridad no podía intervenir, para días después contradecirse manifestando que ya disponía de efectivos en el interior del “teatro de operaciones”.

Estas cosas pasan cuando uno es el elegido de “Margarita, la flor roja” y se carece de ciertos valores, sirviendo de contrapunto de esta insuficiencia, una desmedida ambición.

Hemos constatado una vez más la catadura moral del “gallina” de la Moncloa, magnífico cobarde huyendo de los vecinos de Paiporta, cuando no pretendían otra cosa que exorcizarlo para sacarle los demonios que tiene dentro.

En esta ocasión el contrapunto estuvo a cargo de S.M el Rey salvando la dignidad de la Nación, del pueblo que salva al pueblo, y que el gran traidor viene pisoteando desde hace años.

Puede mentir, fingir que se preocupa por el destino del pueblo al que lleva condenando a muerte a sangre fría o haciendo lo imposible por destruir la Nación, pero ya, hasta las mentes más ignaras calibran el descomunal engaño.

Viene a mi enflaquecida memoria una anécdota que relata Baroja, en donde una tía del personaje de la obra, en un libro religioso contaba el caso de alguien que pidió a Dios que le mostrara moralmente tal como era, como en un espejo, y al verse retratado sintió tanto miedo y asco, que pidió morir.

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Sánchez, por una vez en tu vida, acógete a un espíritu elevado, sobrenatural, y pídele que te ponga ante el espejo.

Estos sátrapas gubernamentales han sustituido el olor de la decencia patriótica, el aroma de la actual Monarquía, la fragancia que desprende una sociedad unida, voluntariosa y trabajadora con el hedor ácido a cuadra de fallida democracia, con la pestilencia insoportable de pocilga socio-comunista(sanchista).

Las aguas negras procedentes de la envenenada fuente monclovita, son tan necesarias de eliminar que todos los esfuerzos son bienvenidos, incluidos los que pudiera proporcionar el comisionista mafioso Víctor de Aldama.

Antonio Cebollero del Mazo

Autor

Ignacio Fernández Candela
Ignacio Fernández Candela
Editor de ÑTV ESPAÑA. Ensayista, novelista y poeta con quince libros publicados y cuatro más en ciernes. Crítico literario y pintor artístico de carácter profesional entre otras actividades. Ecléctico pero centrado. Prolífico columnista con miles de aportaciones en el campo sociopolítico que desarrolló en El Imparcial, Tribuna de España, Rambla Libre, DiarioAlicante, Levante, Informaciones, etc.
Dotado de una gran intuición analítica, es un damnificado directo de la tragedia del coronavirus al perder a su padre por eutanasia protocolaria sin poder velarlo y enterrado en soledad durante un confinamiento ilegal. En menos de un mes fue su mujer quien pasó por el mismo trance. Lleva pues consigo una inspiración crítica que abrasa las entrañas.
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