Estos párrafos que siguen a continuación no son un artículo, ni siquiera son el envoltorio de una pregunta retórica; son el amargo apunte sacado de una realidad dolorosa y trágica, consecuencia, por otro lado, de la irreflexión y de la abulia de una sociedad inconsciente y lactante que, llegado el momento, ha de pagar con sangre sus incomprensibles errores.
En las dos últimas elecciones -autonómicas y generales- efectuadas en la Comunidad Valenciana -algo que, punto arriba, punto abajo, es aplicable a las restantes autonomías-, entre el 82 y el 85% de los votantes eligió al PSOE, al PP y a sus respectivos cómplices o excrecencias políticas para que se sentaran en las sucias poltronas de esta farsante democracia. No se entiende bien, por tanto, que cuando llega el pago de la factura, dichos votantes se quejen de hallarse desasistidos.
Poniendo los ojos en quienes los pusieron y entregando sus propiedades privadas y sus vidas al recaudo de quienes escogieron, ¿ qué esperaban? Si eliges a tu enemigo para que te dirija o gobierne, ¿ cómo puedes, con un mínimo de coherencia y de sentido común, esperar su ayuda y su solidaridad cuando la necesitas? El verdadero problema, el sarcasmo del azar, dejando al margen la caridad mal entendida, es para aquella minoría que tiene que sufrir, a pesar de sus numerosas advertencias previas, el particularismo y la insensatez de una mayoría imprudente o sectaria que no deja de encumbrar a los malhechores, a los sembradores de la cultura de la muerte.
Porque quien elige humillación y muerte, es lógico que obtenga humillación y muerte. Lo injusto es que también las obtenga el que se opone a ellas, y las denuncia día a día ante la sordera y ceguera -o incluso el ludibrio- de la multitud.
Y para finalizar este crudo y penoso apunte, sólo cabe preguntarse: ¿ qué tipo de catástrofe, más allá de falsas pandemias, invasiones extranjeras, desprecios permanentes, latrocinios, crímenes y experimentos climáticos devastadores, ha de esperar el ciudadano español -si es que en España queda algo de ciudadanía y no se ha convertido en absoluta plebe- para despertar de su irresponsable ceguera cívica, y exigir a su vez responsabilidad a las instancias más altas, aquellas que, pese a los untuosos halagos palaciegos, tienen en su mano la solución?
Autor
- Madrid (1945) Poeta, crítico, articulista y narrador, ha obtenido con sus libros numerosos premios de poesía de alcance internacional y ha sido incluido en varias antologías. Sus colaboraciones periodísticas, poéticas y críticas se han dispersado por diversas publicaciones de España y América.
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