01/10/2024 16:21

La noticia de que el TSJM ha tumbado las malvadas Zonas de Bajas Emisiones ha sido un auténtico “bombazo” —como suele decirse— en la línea de flotación del impresentable Ayuntamiento madrileño, un verdadero “Gabinete Caligari” donde se tortura a gente aborregada que después elige a sus verdugos por mayoría absoluta, mientras Ayusita brama eso de “Comunismo o Libertad”.

Pero toda noticia tiene su parte buena y su parte mala, y más en esta Babilonia, donde absolutamente todo está tan infestado de podredumbre luciferina, que hasta los hechos aparentemente buenos huelen a chamusquina.

Bueno, empezando por la parte buena, creo que es un buen momento para revivir mis batallas en las Termópilas contra la gentuza globalista de los “carmeidas”, para exponer la crónica de la batalla singular que he mantenido durante años, contra las huestes liberticidas, haciendo constar de antemano que todavía mi vehículo no estaba afectado por las restricciones despóticas de la ZBE.

Vivo en las afueras de Madrid, a unos 15 minutos de su centro histórico, por una autovía que no suele presentar problemas de tráfico. Siempre había hecho el recorrido con satisfacción, porque me gusta disfrutar de las calles antiguas de la urbe madrileña.

Pero desde que se implementaron las malvadas Zonas de Bajas Emisiones, allá por octubre de 2018 (en su versión de “Madrid Central”), y luego en su nueva edición de “360” (a cargo del embustero y bailarín Martínez Almeida —quien dijo que, en caso de acceder a la alcaldía quitaría las restricciones—, siempre que viajaba a la capital me entraban ganas de echarme al monte cada vez que omnipresentes anuncios advertían de las restricciones circulatorias. Así es que cuando llegaba a Madrid lo hacía con gesto revirado, con el colmillo retorcido, musitando para mis adentros frases como “Tengo que tirar abajo esta basura” “Me las pagaréis”, “Vais a saber quién soy yo”… fruto de mi indignación y de mi compromiso con las libertades, más que de mi convicción de que un ciudadano como yo —aunque cascarrabias y tocapelotas con los liberticidios— pudiera —cual Sansón— echar abajo las columnas masónicas de Jakin y Boaz bajo las que baila el oso madrileño —que en realidad es una osa, por cierto—.

Fue así como emprendí desde 2021 una contumaz cruzada contra el gueto de las ZBE —que, con sus más de 600 kms² , es la más extensa de Europa, dándose el caso, por ejemplo, que la de París, una capital mucho más grande, solo tiene 105 kms²— preludio de las orwellianas cárceles de las “ciudades de 15 minutos”, sueño húmedo de la casta satánica que conspira por la Agenda 2030. La batalla consistió en una feroz campaña de cartas, solicitudes, preguntas, requerimientos, etc. a los responsables de lo que en la jerga globalista se suele llamar “Movilidad sostenible”. Impasible el gesto, firme el ademán, usé la estrategia recogida en los versos de Fray Luis de León, en su “Oda VII; Profecía del Tajo”: Acude, acorre, vuela, traspasa la alta sierra, ocupa el llano; no perdones la espuela, no des paz a la mano, menea fulminando el hierro insano».

Ha sido una gran batalla, sin duda, pues, nada más mordí la yugular de la ZBE, no solté la presa, sino que, de modo implacable, fui devorando la aorta del gueto al igual que hacen los leones cuando se abalanzan sobre los antílopes en las sabanas africanas.

Naturalmente, al principio me tomaron por tonto e ignorante, y pretendían despacharme con una faena de aliño, con un par de capotazos desmayados, pensando que me iba a rendir al primer trampantojo que me pusieran por delante. Pero, ay, se toparon con un espartano pertinaz, pesadísimo, lobuno, que a cada carta que iba y venía subía más los decibelios de sus aullidos. Es lo que le sucede a esta patulea de gaznápiros cuando se enfrentan a un lobo estepario: están tan acostumbrados a tratar con borregos, que se quedan pasmados cuando escuchan aullar a un lobo.

Es así como, en cada requerimiento, estrechaba más y más el cerco, les apretaba más y más, pues empezaba a notar que a cada vuelta de tuerca cometían más errores, hasta el punto de que, finalmente, acabaron por admitir —sin que se dieran cuenta— que la ZBE iba desnuda, que era un tocomocho impresentable, proporcionándome —por su pura incompetencia de becarios atontados— las pruebas que demostraban sin lugar dudas que el gueto de las emisiones era una gigantesca estafa, un circo monumental, una parada de monstruos liberticidas a las órdenes de la dictadura bruselense. Por cierto, Bruselas no obliga en absoluto a imponer restricciones circulatorias, sino que solamente impele a controlar unos valores en la calidad del aire, por lo cual es un absurdo totalitario obligar a todas las ciudades de más de 50.000 habitantes a implementar las ZBE, sea cual sea la calidad de su aire.

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Bien, pues la cosa terminó cuando, conseguidas las pruebas de su liberticidio absurdo y dantesco, cerré la gran batalla agradeciéndoles con bastante ironía que me hubieran dado ellos mismos las pruebas de su tocomocho.

Contra lo que podría parecer, el gas más perseguido en las ZBE no es el CO2, sino los óxidos de nitrógeno (NO2 y NOx), convertidos en asesinos despiadados con la intención de justificar las tiránicas ZBE. La causa de esta persecución a los óxidos de nitrógeno radica en que se deben principalmente al tráfico rodado y a las industrias, es decir, son de origen antrópico, por lo que sirven perfectamente como cabeza de turco para sus maquiavélicos planes de eliminación progresiva del coche.

Sin embargo, lo que oculta esta política de demonización de los óxidos de nitrógeno dióxido de nitrógeno es que se encuentran en el aire en proporciones ínfimas: el óxido nitroso (N2O) en la cantidad de 0,00003, y la proporción del Dióxido de nitrógeno es de un ínfimo 0,000002, cantidades tan irrisorias que, aunque aumentaran de forma catastrófica, jamás podrían ser una amenaza grave para la salud humana.

¿Cuáles son los niveles máximos permitidos para los óxido de nitrógeno, el gas responsable de las ZBE, ya que el CO2 no se puede considerar un gas tóxico? Se da la circunstancia de que La OMS recomendó —no puede obligar— el nivel máximo de 40 en el año 2005, disminuyendo este parámetro de manera drástica hasta los 10 µg/m3 den el año 2021 (µg: millonésima parte de un gramo). Ante esto, caben hacerse dos preguntas: ¿Por qué la cifra de 40 µg/m3 no era perjudicial en el 2005, y ahora resulta que hay que reducirla hasta 10? ¿Es que estaban atentando contra la salud humana en el 2005, permitiendo niveles peligrosos? El segundo interrogante es de Perogrullo: desde el 2005 hasta el 2021, ¿se han producido colapsos hospitalarios por el nivel de 40 en el NO2? ¿ha habido muchas muertes en las ciudades con más tráfico debido a ese asesino silencioso? ¿Ha habido alarmantes incrementos de enfermedades respiratorias por ese motivo?

Ante esta absurda medida, la conclusión lógica es que tanto la OMS como la mandilesca Comisión Europea quieren acabar con el coche, para que la ciudadanía contaminadora acabe cogiendo el “tren de san Fernando”.

Interrogados una y otra vez los responsables de la ZBE de Madrid sobre la documentación que probase la eficacia de la limitación del tráfico en la capital, sucedió el sorprendente fenómeno de que ellos mismos suministraron pruebas irrefutables de que son absolutamente innecesarias, suministrando gráficos donde se observa claramente que la calidad del aire madrileño había mejorado desde el año 2000 hasta la actualidad, cuando la ZBE se instaló en 2018, por lo cual ésta era perfectamente eliminable, por ser una imposición totalitaria sin ninguna razón que la justifique.

Los siguientes gráficos demuestran sin lugar a dudas que no hace ninguna falta robar a los madrileños el derecho constitucional a la libre movilidad mediante una política cuya relación costo-beneficio es negativa. En efecto, TODAS las gráficas son curvas descendentes.

En esta primera gráfica –suministrada por la Dirección de Sostenibilidad del Ayto. de Madrid– se observa que los índices de NOx y partículas contaminantes están disminuyendo desde el año 1999, cuando aún no había ZBE, operándose sin interrupción esta bajada de los índices. Este fenómeno implica que la ZBE no es preceptiva para disminuir los contaminantes, y que su efecto pírrico ha sido tan débil, que no justifica la limitación del derecho constitucional a la libre circulación, a la no discriminación, y a la propiedad privada.

Junto a estos gases, también se investigan en las estaciones de medición los niveles de partículas como el hollín, polvo, cenizas, y materiales metálicos, midiendo su concentración en microgramos (µg), unidad que también se usa para los GEI 1.

En las gráficas suministradas por el Ayuntamiento madrileño se observaba claramente una disminución del porcentaje de partículas, tanto de las PM10, como las de PM2.5. La materia particulada 2.5 o PM2.5 son partículas muy pequeñas suspendidas en el aire que tienen un diámetro de menos de 2.5 micras, mientras que se denomina PM10 a pequeñas partículas sólidas o líquidas de polvo, cenizas, hollín, partículas metálicas, cemento o polen, dispersas en la atmósfera, y cuyo diámetro aerodinámico es menor que 10 µm (1 micrómetro corresponde la milésima parte de 1 milímetro).

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En lo que respecta a las partículas de PM2.5, en la siguientes gráfica se observa que en el año 2013 —sin ZBE— se consiguió un valor igual al del 2021, con ZBE, lo cual viene a demostrar taxativamente que esta ZBE no es necesaria para bajar los índices contaminantes. Es más, durante los años siguientes al 2013, los valores permanecieron estables, sin la dictatorial ZBE operando todavía:

Cuando se conmina a los responsables de la ZBE madrileña a que expliquen estos hechos, su respuesta no puede ser más grotesca, hasta el punto de que queda todavía más en evidencia el fabuloso trampantojo de las tiránicas ZBE: «En ningún momento se ha justificado que este descenso se deba únicamente a la aprobación de la Zona de Bajas Emisiones. Se constata cómo se reducen las emisiones de contaminantes, aparte por la lógica mejora de la tecnología, también por las medidas que ha tomado el Ayuntamiento de Madrid desde la Estrategia de calidad del aire 2006-2010, pasando por el Plan de calidad del aire 2011-2015.

[…]Esta concentración de contaminantes se ve muy influida por las condiciones meteorológicas, de ahí las variaciones que se pueden observar de un año a otro.

No se ha afirmado que la mejora de la calidad del aire se deba únicamente a la implantación de la zona de bajas emisiones, si bien es cierto que la disminución o prohibición de la circulación y del estacionamiento de los vehículos más contaminantes tiene un efecto directo sobre ella».

Del análisis de los documentos proporcionados por el Ayuntamiento se puede concluir, por consiguiente, que la ZBE no es la responsable de una mejora significativa de la calidad del aire en Madrid, sino una imposición totalitaria sin ninguna razón de ser, como se demuestra taxativamente en el siguiente gráfico, donde se observa la reducción en los niveles de todos los contaminantes, sin la presencia de las ZBE:

La cara oculta de la noticia, su anverso negativo es que en la sentencia del TSJM que elimina las ZBE solamente se menciona como hecho decisivo para su anulación que se han hecho sin un estudio suficiente de su impacto económico, poniendo de relieve que suponen una discriminación para quienes no tienen suficientes recursos económicos para renovar sus vehículos, en especial las pymes, los pequeños empresarios, que se verían acogotados por pérdidas económicas, sin subrayar como argumento que las medidas restrictivas atentan contra derechos fundamentales recogidos en la Constitución, y que dichas medidas no han supuesto una mejora significativa en la calidad del aire, porque éste ya había experimentado una reducción en sus parámetros contaminantes antes de la implantación de las ZBE —como hemos demostrado en este artículo— con lo cual se estarían matando moscas a cañonazos.

¿Qué supone esto? Pues que se deja la puerta abierta a que suceda como en Barcelona, cuya ZBE fue tumbada por los mismos motivos que ahora cae en Madrid, pero que, sin embargo, después de las pertinentes adaptaciones, vuelve a estar activa. Es muy posible que el Supremo tumbe el recurso de casación que interpondrá el Ayuntamiento de Madrid, pero lo que es seguro es que la corporación globalista volverá a la carga, y nos presentará otra vez la orwelliana ZBE, pero con otros collares. Ésta volverá a ser tumbada, pero pasará un tiempo largo mientras tanto, y, como en el día de la marmota, se volverá a hacer otra, y se retornará nuevamente a la casilla de salida. Es lo que tienen estas dictacracias, paraíso de gateras por donde se escapan los dictadorzuelos.

Las ZBE no son sino un aperitivo de la medida estelar tendente a despojarnos de nuestros vehículos: las “ciudades de 15 minutos”, verdaderos guetos que ya se están empezando a implementar en algunas ciudades del mundo. Ciudades-prisión, ciudades-campos de concentración, donde seremos constantemente monitoreados, humillados, esclavizados y explotados. Por eso es urgente que los españoles sometidos a las ZBE luchen sin desmayo contra ellas, para lo cual pueden emplear los documentos legales expuestos en este enlace: https://t.me/laureanobeni/5405

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Laureano Benitez Grande-Caballero
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