23/11/2024 23:05
Como demócrata que soy, me gustaría iniciar el presente artículo expresando mi solidaridad con el pueblo venezolano. El pasado domingo se celebraron elecciones presidenciales en dicho país hermano de Hispanoamérica, donde los ciudadanos expresaron masivamente su rechazo a la ideología genocida que representa Maduro. El chavismo, en horas bajas, fue apabullado en las urnas por el partido opositor, tal y como demuestran las actas hasta ahora recogidas. Lamentablemente, como cabe esperar de todo régimen autócrata, ocurrieron los peores presagios y desde el CNE se cocinó a fuego lento un escandaloso fraude electoral. Resultados amañados que nadie en su sano juicio se cree, y que incluso son cuestionados por algunos líderes izquierdistas del propio continente.
 No obstante, tampoco es ninguna sorpresa que ciertos colectivos hayan aplaudido este vergonzoso insulto a la voluntad popular. El régimen de Nicolás Maduro tiene como principales aliados a todos los asesinos de este mundo, como son por ejemplo los ayatolás iraníes, el castrismo empobrecedor o el sanguinario Putin. Además, aquí en España no es nada chocante ver a ciertos palmeros justificar fervientemente la «veracidad» de los resultados ofrecidos por las autoridades venezolanas. No podemos olvidar que Yolanda Díaz, ya en su día llegó a defender durante un congreso de IU a la figura de Hugo Chávez como si de un dios se tratase. Algo similar sin duda alguna, a la fidelidad extrema hacia los líderes que es propia de la filosofía Juche norcoreana.
 También se ha difundido un video, donde uno de los fundadores de Podemos, Juan Carlos Monedero, aparece bailando en el acto de fin de campaña chavista. Para entender su inmensa alegría, debemos tener presente que existen importantes sospechas de que este partido político fue presuntamente financiado ilegalmente a base de maletines procedentes de Venezuela y también de Irán. Ahora bien, como digo, nada de esto debería extrañarnos, pero quisiera centrar el análisis del artículo en algo que sí me resulta indignante e incomprensible. Ese algo es el blanqueamiento al golpismo que el PSOE lleva realizando en los últimos tiempos, y que lo alejan del espíritu constitucionalista que hace años llegó a tener durante la Transición.
 En otros artículos previos, he mencionado que España está presidida por un dictador posmoderno. Pedro Sánchez y su patológica ambición han radicalizado el PSOE hasta tal punto que parece haber perdido cualquier mínima muestra de raciocinio. Lejos de condenar sin paliativos la represión militar y el robo de los comicios que se han producido en Venezuela, su «sanchidad» opta por permanecer en silencio cómplice alineado con el tirano narcocomunista de Maduro. Ahora bien, no le tiembla el pulso en atacar a jefes de estado que sí han sido elegidos democráticamente, e incluso con amplio apoyo ciudadano. Tal es el caso de las injurias que Sánchez y sus voceros gubernamentales han proferido constantemente contra el presidente paleolibertario Javier Milei, uno de los principales símbolos actuales de la libertad contra el socialismo corrupto.
 Además, otra evidencia más de que el PSOE se ha convertido en un partido golpista y enemigo de España, son los numerosos agravios que en los últimos meses lleva cometiendo contra la Constitución. Pedro Sánchez se niega a soltar el sueldo y el sillón de Moncloa, por lo que ha preferido violar sus propios principios para mantenerse al frente del ejecutivo. Ya no solo hago referencia al esperpento de la amnistía regalada a los condenados independentistas, sino a la más reciente de sus fechorías, cuyo objetivo ha sido comprar la investidura del exministro Salvador Illa. Para ello, ha roto una vez más la igualdad económica y jurídica entre españoles, otorgándole la totalidad de la gestión fiscal a la región catalana.
 Por si fuera poco, el narcisismo golpista del secretario general del PSOE llega al punto de poner trabas a la justicia y de imaginarse estar por encima de la ley. Al igual que su esposa, Begoña Gómez, que está siendo actualmente investigada por supuestos delitos de corrupción y tráfico de influencias, Sánchez se niega a dar explicaciones al juez e incluso ha procedido en las últimas horas a querellarse contra él. Independientemente de la resolución final de este caso, ¿de verdad que no hay nadie en el PSOE, que no sienta algo de pudor? Tristemente, parece ser que no queda ética ni moralidad alguna por los alrededores de la calle Ferraz.
 Para finalizar este análisis del golpismo adquirido por el PSOE, quisiera hacer un llamamiento a la defensa de la libertad de prensa. Un periodista español conocido como «Cake» Minuesa, fue retenido en Venezuela por la policía a sueldo del genocida Maduro, simplemente por cubrir el desarrollo de las elecciones y por demostrar la esperanza de la población en lograr por fin un cambio de ciclo. Todo ello, una vez más, sin tener el gobierno de Sánchez la dignidad de rechazar este tipo de abusos. Es evidente que tenemos un ejecutivo cuya mayor preocupación aparenta ser expulsar a toda costa del Congreso de los Diputados a periodistas disidentes, y dejar solo en las ruedas de prensa a aquellos que le son afines. Una evidencia más de que en la Moncloa se ha instalado un régimen dictatorial posmoderno.
 En conclusión, esta deriva del gobierno de España, tanto en su sector socialista como en la parte bolivariana de Sumar, me resulta extremadamente peligrosa y preocupante. Sus tintes totalitarios me empiezan a recordar a actitudes más propias de ciertas tiranías, tales como la narcodictadura chavista, que ya logró adueñarse de Venezuela y que no está dispuesta a dejar el poder mediante vías democráticas. Ante esta situación, considero necesario que aquellos que nos consideramos defensores de la unidad de España, la igualdad ante la ley, y, en definitiva, la libertad, nos unamos en una férrea oposición para defender nuestra patria.
 Para lograr esa unión, en España podríamos tomar el ejemplo de la oposición venezolana, la cual ha acordado en su mayoría presentarse juntos a estos comicios, y están realizando un gran trabajo a la hora de garantizar la limpieza del escrutinio. Ello supone a mi juicio, que el líder del PP debería hacer una profunda reflexión sobre sus estrategias, porque no es razonable haber provocado la ruptura e inestabilidad de varios gobiernos autonómicos, sólo por comprar el relato del buenismo con los menas. Aun así, soy optimista y sigo creyendo que el bien prevalecerá sobre el mal.

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Redacción
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