1ª “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”: lo mismo que nosotros debemos perdonar a los que nos ofenden. Cristo perdonó a los que lo crucificaron, demostrando así su infinito amor al prójimo a pesar de ser objeto de burlas, golpes, menosprecio, azotes, coronación de espinas y clavado en la cruz. ¿Seremos nosotros capaces de hacer lo propio con aquellos que nos desprecian, odian y nos hacen daño? Sólo el amor a Dios y a los demás, es lo que Cristo nos pide. Preguntó Pedro a Jesús: “Señor, si mi hermano me ofende, ¿ cuántas veces tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces? Jesús le contestó: “No te digo siete veces, sino hasta setenta veces siete” Es decir, siempre.
2ª “Hoy estarás conmigo en el paraíso”: el edén lo vivimos cuando nos entregamos en la solidaridad y en el amor al prójimo, hasta dar la vida por nuestros semejantes. No tenemos que esperar al paraíso del cielo, sino que ese paraíso debe empezar en la tierra y tener su culminación cuando estemos en presencia de Dios. Sin embargo, el ser humano es impaciente y quiere conseguir todo en esta vida y sin esfuerzo ni sacrificios. Nos cuenta san Marcos que un hombre rico se le acerco corriendo, y arrodillándose delante de Él, le preguntó “Maestro bueno, ¿q ué haré para heredar la vida eterna?” Jesús le respondió: “Tú sabes los mandamientos: ”No mates, no cometas adulterio, no hurtes, no des falso testimonio, no defraudes, honra a tu padre y a tu madre”. “Maestro, todo eso lo he guardado desde mi juventud”, dijo el hombre. Jesús, mirándolo, lo amó y le dijo: “Una cosa te falta: ve y vende cuanto tienes y da a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; entonces vienes y me sigue”. Si tenemos conciencia de todo eso, de seguro, estaremos con Dios en el paraíso.
3ª “Mujer, he ahí a tu Hijo”: fieles todos en Cristo, he ahí a vuestros hermanos, los más vulnerables, necesitados y desheredado de este mundo. Dediquemos nuestra vidas al ser el bien para con el prójimo. Pueblo creyente de España ahí tenéis a vuestra Madre, bajo cualquiera de sus advocaciones: Esperanza, Estrella, Lágrimas, Amor, Angustias, Amargura, Mayor Dolor…, sigamos a Jesús y, a través de María, sigamos sus pasos. Y recordad aquella frase que la bendita Virgen María dijera en las Bodas de Caná: ”Haced lo que Él os diga”. Y nosotros, todos hijos de la Madre de Dios, amemos a la Virgen con todo nuestro corazón, porque también es nuestra madre.
4ª ¿Por qué me has abandonado?”: ¿por qué seguimos abandonándolo todavía cuando en el prójimo no lo vemos reflejado? Y lo abandonamos cuando no cumplimos las palabras del evangelio de San Mateo, 25. 35-36. “Porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme” Entonces, sin entender aquel mensaje, le diremos al Maestro: ”Señor, ¿ cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos como forastero, y te recibimos, o desnudo, y te vestimos? ¿Y cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Respondiendo el Rey, les dirá: ”En verdad os digo que cuanto lo hicisteis a uno de mis hermanos míos, aun a los más pequeños, a mí lo hicisteis”. Cristo es abandonado cada día, como aquella vez en la cruz, cuando no hacemos lo que Él nos enseñó.
6ª “Todo está consumado”: cuando al final de nuestra existencia, de nuestro caminar por esta vida, podamos decir con orgullo: todo lo hice según tu Palabra; según tu enseñanza y ejemplo. Recordad las palabras de san Juan de la Cruz:”Al atardecer de la vida nos examinarán del Amor” Que cuando todo esté ya consumado y volvamos a la casa del Padre, nuestras vidas hayan recorrido el camino y nuestra misión haya sido concluida. Entonces seremos dignos de la promesa de Cristo.”Yo soy la resurrección. El que cree en mi, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás”.
7ª “En tus manos encomiendo mi espíritu”: y cuando ya cerremos los ojos a esta vida terrenal, cuando nos quede el último hálito de vida, sólo nos quedará decir: Padre en Ti confío, y a Ti vuelvo. A Ti entrego mi alma. En la confianza de qué Dios no nos abandonará y nos recibirá en el Cielo, dónde nos mostrará su gloria. Y viviremos eternamente por los siglos de los siglos.
Enrique Romero Vilaseco
Autor
- Fotógrafo, amante de la historia y de la poesía. Desde muchos años vinculado a los medios de comunicación social. Colaboró en Radio Sanlúcar de la Cadena SER, donde dirigió el programa SER COFRADE. En COPE Jerez fue durante un año corresponsal del Programa Vamos a la Playa y de las retransmisiones de Semana Santa de Sanlúcar. En la Televisión Local durante muchos años ejerció de comentarista en las procesiones de glorias y también dirigió un programa cofrade. En prensa es columnista desde hace más de 30 años.