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Si hay una certeza absoluta es que, con la llegada de Sánchez y sus acólitos al poder, la anti-España arreció con más fuerza que nunca.
Atrás quedan aquellas promesas preelectorales de “jamás pactaré con independentistas”; “con Bildu no vamos a pactar, si quiere se lo digo veinte veces” y “no dormiría tranquilo por las noches si fuera presidente con ministros de podemos”. Promesas vanas que quedaron en agua de borrajas cuando ocupó la presidencia del gobierno para lo que se vio en la necesidad de pactar con toda la anti-España.
En la misma medida que él, el resto de los líderes de su partido -Comunidades autónomas y Ayuntamientos- asumieron y admitieron idénticos pactos. El ejemplo más cercano lo tengo en mi ciudad, La Coruña, donde la alcaldesa socialista -aquella que prometió ser la alcaldesa de todos los coruñeses-, una incompetente se mire por donde se mire, todavía sigue al pie de la letra los dictados de la indigna marea que son los que la sostienen en su sillón.
Con el pernicioso individuo del pantalón de pitillo en el poder el independentismo ha ido cobrando más fuerza y no solo en Cataluña, donde los golpistas campan a sus anchas, sino también en las Vascongadas e, incluso, en Navarra dejada, por los socialistas, a los pies de los caballos de los filoetarras.
En la misma medida, el populismo más feroz, del que es el mejor exponente la maldita podemía, ha impulsado, con la aquiescencia del resto del gobierno y de las bancadas socialistas, las leyes más perversas por las que nos hemos regido en toda nuestra historia, enfrentando a los hombres con las mujeres como si de dos enemigos irreconciliables se tratase; poniendo a los animales, en materia de derechos, a la misma altura, cuando no superior, que los humanos; protegiendo descaradamente a los okupas y demás vagos y maleantes; otorgando más derechos, incluso a la hora de lograr un puesto de trabajo, a quien se declare transexual; financiando a base de paguitas, extraídas del dinero de todos, a menas, ilegales y a cualquiera del que puedan obtener su voto, etc.
Durante estos años se han impulsado modificaciones legales que benefician a los corruptos y a los golpistas y han procurado adueñarse de los poderes clave del Estado, colocando a amigos y correligionarios en puestos decisivos, especialmente en aquellos encargados por velar por que nadie trasgreda nuestros derechos fundamentales.
Se han procurado el favor, bien pagado con el dinero de todos, de la prensa a cada paso más indigna y carente de la mínima preparación. Un conjunto de juntaletras y cuartilleros/as, que ni siquiera se documentan a la hora de facilitar una noticia. No hay más que recordar el perverso trato que le dieron a la exhumación de los restos de José Antonio. Para unos, había sido su padre, el General, y para otros había sido Ministro en la monarquía. El colmo de la maldad ignorante.
Desde que el moncloita está en el poder no hemos parado de perder prestigio y peso específico en el concierto internacional. Cualquiera, desde el moro al tipejo ese colombiano, otrora terrorista, se ríe de nosotros con total impunidad sin que nadie, o muy pocos, les planten cara y les exijan la reparación de sus ofensas.
No se nos puede ocultar que una buena parte de esos dineros del erario con el que se riega a amiguetes, afines, ongs simpatizantes y otros por el estilo, se dedica a ir en menoscabo de España y de lo que ella supone y debería suponer para todos los españoles.
No hay más que asomarse a esas perniciosas redes sociales, las que lamentablemente rigen los destinos de nuestra juventud al tenerlas como paradigma, para comprobar lo que se cuece en todas ellas.
Tipos y tipas, con una formación intelectual y cultural a nivel de párvulos, bien financiados, ocultos tras el anonimato de una identidad supuesta, no cejan en su empeño de socavar los principios fundamentales por los que debe regirse una sociedad. Se insulta a España, al Rey, a las Fuerzas y Cuerpos de Orden Público, a los Ejércitos y, en general, a todo aquel que se sienta español y se enorgullezca de ello.
Aquí es más fácil ver una cazadora o una camiseta con la bandera de los ingleses -país al que, como decía el invicto D. Blas de Lezo y Olavarrieta, deberíamos mirar todos los buenos españoles cada vez que meamos-, la de Francia, Suecia o Jamaica que una roja y gualda ante el temor de que aquel que la luzca pueda ser tildado, por la izquierda -socialistas incluidos- y la ultraizquierda, de facha, el insulto favorito usado por esta gentuza antiespañola.
El otro día, leía de rebote, ya que no tengo acceso a ninguna red pues no me interesan, la protesta de un mequetrefe estúpido y malnacido que decía que el Himno Nacional -el se refería como el himno de los ultrasur- había ofendido a la hinchada del Osasuna en la reciente final de la Copa del Rey de fútbol. Este es un buen ejemplo de lo que se puede encontrar en esos ámbitos cibernéticos y del daño que se está haciendo a nuestra juventud al no existir control alguno sobre ellas. Bueno, sí, control si que tienen ya que, si se te ocurre criticar el globalismo perverso, el fraude de las supuestas vacunas, la nueva religión climática que tiene como paradigma a esa niña estúpida, etc., entonces verás como te censuran tales comentarios. Lo demás, sobre todo aquello que pueda ofender a España, igual que el cristianismo, eso está permitido, incluso alentado.
En fin, esto es lo que hay. Ah, sí, se me olvidaba. Mucho ojo con las próximas elecciones, tanto las municipales como las legislativas, no sea que se les ocurra hacer lo mismo que hicieron en febrero de 1936, en aquel gigantesco fraude electoral que abrió las puertas a una cruenta guerra civil. En operaciones como estas están muy versados.
Autor
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José Eugenio Fernández Barallobre, español, nacido en La Coruña. Se formó en las filas de la Organización Juvenil Española, en la que se mantuvo hasta su pase a la Guardia de Franco. En 1973 fue elegido Consejero Local del Movimiento de La Coruña, por el tercio de cabezas de familia, y tras la legalización de los partidos políticos, militó en Falange Española y de las J.O.N.S.
Abandonó la actividad política para ingresar, en 1978, en el entonces Cuerpo General de Policía, recibiendo el despacho de Inspector del Cuerpo Superior de Policía en 1979, prestando servicios en la Policía Española hasta su pase a la situación de retirado.
Es Alférez R.H. del Cuerpo de Infantería de Marina y Diplomado en Criminología por la Universidad de Santiago de Compostela.Está en posesión de varias condecoraciones policiales, militares y civiles y de la "F" roja al mérito en el servicio de la Organización Juvenil Española.
Fundador de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña, del Museo Policial de la J.S. de Policía de Galicia y de la Orden de la Placa y el Mérito de Estudios Históricos de la Policía Española.
Premio de narrativa "Fernando Arenas Quintela" 2022
Publicaciones:
"El Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII. 1908-1931" (Fundación Policía Española)
"La uniformidad del Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII 1887-1931 (LC Ediciones 2019)
"Catálogo del Museo Policial de La Coruña". Tres ediciones (2008, 2014 y 2022)
"Historia de la Policía Nacional" (La Esfera de los Libros 2021).
"El Cuerpo de la Policía Armada y de Tráfico 1941-1959" (SND Editores. Madrid 2022).
"Policía y ciudad. La Policía Gubernativa en La Coruña (1908-1931)" (en preparación).
Otras publicaciones:
"Tiempos de amor y muerte. El Infierno de Igueriben". LC Ediciones (2018)
"Historias de Marineda. Aquella Coruña que yo conocí". Publicaciones Librería Arenas (2019).
"El sueño de nuestra noche de San Juan. Historia de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña". Asociación de Meigas (2019).
"Las Meigas. Leyendas y tradiciones de la noche de San Juan". Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña (2011).
"Nuevas historias de Marineda. Mi Coruña en el recuerdo". Publicaciones Arenas (2022). Ganadora del premio de ensayo y narrativa "Fernando Arenas Quintela 2022".
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Navarra estaba a los `pies de los caballos desde que en la infecta Constitución ( ¿»Viva el Rey y viva la Copnstitución»? ) se estableció que podría entrar a formar parte del «País Vasco». Aunque eso no sea noticia de antes de ayer, qué pena.