24/11/2024 05:52
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Tras varios artículos escribiendo sobre varios personajes romanos y emperadores voy a escribir un poco sobre las causas que llevaron al imperio romano de Occidente al colapso y ver y darnos cuenta de que son exactamente las mismas que nos llevan a la debacle hoy en nuestros días.
 
En primer lugar y como causa principal el descenso de la natalidad. Afectados por diversas pandemias los romanos no pudieron reponer la población a causa de los pocos nacimientos que había. Eso condujo a un debilitamiento del ejército que fue aprovechado por los bárbaros, primero para infiltrarse en el imperio y después para invadirlo directamente. Lo mismo nos sucede a nosotros. El invierno demográfico es pavoroso y lo combatimos con más aborto y con más eutanasia. El hueco que dejamos es ocupado por los africanos que se devolverán contra nosotros a la menor ocasión como ha sucedido en París en la final de fútbol. Este es el más grave problema que tenemos y estamos a la espera de que llegue alguien que prohíba el aborto y fomente la natalidad. 
 
En segundo lugar es que los jóvenes no quieren hacer el servicio militar y los huecos en las legiones son rellenados por bárbaros de débil lealtad. Exactamente igual nos pasa a nosotros. Nuestros ejércitos están siendo rellanados por hispanoamericanos y africanos que en cuanto la cosa se ponga fea saldrán corriendo.
 
En tercer lugar el desastre en el campo. Pues los jóvenes no querían tampoco trabajar en los campos porque preferían divertirse en la ciudad. Tenemos nosotros lo mismo, asistimos a una despoblación del medio rural pavorosa que esta dejando nuestros pueblos vacíos y sin nadie que mantenga la esencia de nuestro espíritu occidental y cristiano.
 
En cuarto lugar la pérdida de la fé. Los romanos ya no creían en sus dioses y preferían el pan y circo a la religión. Hoy en día nuestros jóvenes prefieren el botellón y el fútbol a ir a misa. El espíritu se está dejando de cultivar dando paso a la aparición de una juventud hedonista, afeminada y débil de carácter. Otro gran problema que habrá que resolver cuanto antes mejor.
 
En quinto lugar la aparición de la censura a las personalidades excepcionales por un ambiente opresor.  De igual modo asistimos hoy en día a una férrea censura ambiental que no deja producir genios en los diversos ámbitos sociales excepto en el deporte.
 
En sexto lugar es la confusión entre avances progresistas y los síntomas de decadencia.  Em ambos lugares y tiempos vemos que conquistas sociales relativas al sexo y al hedonismo son tomadas como avances cuando son en realidad la causa de muchos males comentados arriba.
 
En séptimo lugar el auge de el nihilismo y demás enfermedades sociales. En ambos tiempos y lugares vemos como el único objetivo de los jóvenes es el entregarse a la diversión y no a los altos ideales que hacen grandes a las naciones. El vacío existencial que produce este tipo de vida lleva a la creación de seres depresivos y que no tienen objetivos nobles en la vida.
 
En octavo lugar es que la falta de pulso vital nos lleva a que estas sociedades no son capaces de recuperarse cuando se produce una pandemia o una catástrofe, cuando unos años antes se recuperaban rápidamente de este tipo de acontecimientos. 
 
En noveno lugar es la corrupción en la administración.  Em ambos tiempos y lugares vemos como los «listos» se aprovechan del desbarajuste y se dedican a procurarse su propio beneficio en vez de procurar el bien común.
 
Y en décimo lugar la pérdida de inventiva y empuje en el campo de los negocios. Al igual que en la crisis del siglo III los negocios y el campo se vinieron abajo, hoy vemos como Europa se ha convertido en un inmenso campo temático de recreo del cual España ha devenido en su taberna particular. La censura ambiental igualitaria impide a su vez la aparición de genios en esta campo social al igual que en muchos otros. Nadie soporta que el vecino prospere y le vayan bien las cosas. 
 
Así pues esta es una visión a ojo de pájaro de ambas sociedades.  La primera acabó en el desastre. Nosotros nos encaminamos a ello sin darnos cuenta, ahítos de alcohol, drogas y fútbol.  
 
Pero estamos a tiempo de salvarnos. Estamos a tiempo de corregir todos estos errores.  Solo hay que cambiar el rumbo. Ojalá aparezca un cirujano de hierro que corrija todos estos desvaríos. Es la oportunidad que tenemos.  Y estoy seguro de que el Señor nos enviará a alguien con esta misión.
 
Porque la pérdida de fé no es un derecho, es síntoma de decadencia, tenemos que recristianizar Europa.  E impedir la islamización de esta. Nos va mucho en juego. Y ya no hay tiempo para más. Es la hora de dar el golpe de timón. O nos hundiremos como el Titanic mientras la orquesta toca la melodía de lo políticamente correcto. 
 
Espero que este artículo tenga éxito y haga recapacitar a mucha gente. A pesar de nuestra placidez el proceso de descomposición es galopante. Frenemoslo en seco. Es la hora de que la parte sana de nuestra sociedad se imponga.
 
Por eso lucho por FE-JONS.  Por que nosotros si que somos conscientes de todo este desbarajuste.  La gente solo se dará cuenta de ello cuando vengan las hambrunas.  Por eso tenemos que anticiparnos antes de que sea demasiado tarde.
 
Y nada más. En los próximos artículos les hablaré de algunos personajes interesantes del imperio de los mil años. Bizancio. Conociendo a sus líderes quizás podamos cambiar el curso decadente de nuestra Europa y darnos unos milenios de vida como sociedad blanca y cristiana.  Debemos de ponernos a ello ya mismo.
 
Y me vuelvo a las cosas de mi huerto.  Estoy regando los plantones de los tomates, las cebollas, los puerros y las lechugas. Ojalá que el plantón de una Europa luminosa, brillante y audaz pueda desarrollarse bien y que de sus frutos pronto. No dejemos que el árbol de la civilización se seque.  Como diría Spengler, llega el momento de los Césares.  Espero que así sea. Por el bien de todos. Y del mundo en general también.

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